Una de las principales especies animales que habitan en el Antártico son los pingüinos, como es el caso del pingüino Adelia y el pingüino emperador. Desafortunadamente, este último ha protagonizado un estudio científico reciente, llevado a cabo por un equipo de investigadores de Cambridge, en el que se advierte acerca de la disminución de su población. Las datos recopiladas entre 2009 y 2023 muestran que, durante este período, los pingüinos emperadores han sufrido una reducción del 22% de ejemplares. El principal causante, según apuntan los expertos, ha sido el calentamiento climático, concretamente por la consecuente pérdida de hielo marino antártico. Estas datos adquieren especial relevancia debido a los hallazgos obtenidos por otro trabajo reciente.
Una investigación, encabezada por la Universidad de Helsinki y publicada en el medio especializado 'Nature', revela que los excrementos de pingüino están directamente relacionados con un fenómeno que ayuda a enfriar el clima y que resulta relevante para combatir el cambio climático. Los resultados de este estudio, que ha contado con un equipo compuesto por especialistas de distintos países, ponen el foco sobre la importancia de las colonias de pingüinos en los procesos ecosistémicos y atmosféricos. Así como el impacto que comportan éstos en el clima antártico.
¿Cómo ayudan las heces de pingüino a reducir el calentamiento global?
La clave reside en el amoníaco, ya que éste fomenta la formación de nuevas partículas que serán fundamentales en el proceso de condensación de nubes, según explican los investigadores. La importancia de estas formaciones nubosas, que se sitúan a baja altura, es que ayudan a enfriar el clima ya reducir la temperatura. El papel de los excrementos de pingüino, según apuntan los expertos, tiene que ver como que éste representa una “importante” fuente de amoníaco en la Antártica costera. Por lo que los pingüinos desempeñan un rol clave en la creación de estas partículas, y dan lugar a una relación de retroalimentación con respecto a su hábitat.
Sin embargo, se trata de una área de investigación compleja, dado que, según reconocen los científicos, se necesitarían más mediciones atmosféricas del amoníaco para profundizar en las observaciones. Los investigadores destacan la importancia de realizar avances en esta área, sobre todo debido a la situación en la que se encuentra actualmente la región, como consecuencia del calentamiento global. “Algunas especies de pingüinos ya están amenazadas debido a los cambios ambientales. Por tanto, es imperativo comprender las interacciones entre el ecosistema y la atmósfera que contribuyen a los procesos relevantes para el clima, especialmente ahora, ya que las condiciones ambientales en la Antártida costera y el Océano Austral están cambiando rápidamente”, advierte.
Sin el amoniaco procedente de los excrementos de pingüino, esas partículas que dan lugar a las nubes seguirían formándose, ya que el amoniaco no forma esas partículas. Su función es la de acelerar el proceso, por lo que, sin este componente, sería mucho más lento. Los investigadores estiman que el amoniaco hace que la velocidad de creación de estas partículas que forman nubes sea 1.000 veces más rápida.