La primera especie extinta de tortugas Galápagos que vuelve a su lugar de origen
Fauna
Los marineros que llegaban a las islas en barcos balleneros acabaron con gran parte de estos animales
Una tortuga se convierte por primera vez en padre a sus 134 años
Los científicos llevan décadas trabajando para repoblar las islas Galápagos con sus especies de tortugas gigantes.
Las islas Galápagos conforman un archipiélago situado en el océano Pacífico, en Ecuador, declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1979, debido a su extraordinaria biodiversidad. Posiblemente uno de los animales más reconocidos y representativos de estas islas sean las especies de tortugas gigantes, que se han visto amenazadas y en peligro de extinción como consecuencia de la acción humana. No obstante, los esfuerzos por su conservación han ido dando sus frutos, como es el caso de Galápagos Conservancy, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación científica y a la preservación de la biodiversidad de las islas Galápagos. A la que pertenece el biólogo conservacionista James Gibbs, quien trabaja en la restauración de los ecosistemas silvestres del archipiélago.
En la primera mitad del siglo XVI, con la llegada de los europeos a las islas Galápagos, comenzó el periodo de declive de su población de tortugas gigantes, tal y como indican los datos de Galápagos Conservancy, recogidos por ‘National Geographic’. Sin embargo, el punto crítico llegó a partir del siglo XIX, a causa de los barcos balleneros, cuyos marineros se alimentaban de las tortugas y las usaban como provisiones para sus travesías. Esto redujo el número de ejemplares de forma drástica, hasta que, a partir de 1970, comenzó el periodo de conservación con el objetivo de salvar a las tortugas gigantes. Uno de los casos de éxito fue el de la tortuga Floreana, que se consideraba extinta.
El regreso de las tortugas a la isla Floreana
Los investigadores comenzaron a profundizar en algunas especies de tortugas gigantes que se creían extintas, como es el caso de la tortuga de Floreana, motivados por los extraños genes obtenidos de los ejemplares encontrados en el volcán Wolf. Dado que no existían animales vivos de esta especie para comparar ambos genes, se recurrió a huesos y caparazones de principios y mediados del siglo XIX. Finalmente, los científicos lograron obtener el material genético suficiente como para estudiarlo y concluir que las tortugas del volcán Wolf pertenecían al mismo grupo que la tortuga Floreana del pasado. Es decir, se trataba de una especie híbrida, que compartía genes con la ya extinta tortuga Floreana, según hallaron los especialistas.
Después de expediciones para recolectar más muestras de las tortugas del volcán Wolf y estudiar la ascendencia de los ejemplares, los científicos tomaron una decisión: capturar los descendientes de la especie de tortuga Floreana, fomentar la cría y así repoblar la isla Floreana gracias a estos híbridos. En 2015, un total de 30 fueron las escogidas y trasladadas a un centro de crianza situado en el parque nacional de la isla Santa Cruz. Actualmente, esa cifra ha crecido hasta los 600 ejemplares, con un total de 300 en una edad apta para ser reintroducidos. Se espera liberar a las tortugas en la isla Floreana cuando comiencen las lluvias, a finales de este año.