La inteligencia artificial ha dejado de ser una herramienta para convertirse en un empleado más dentro de las empresas. Según Jason Clinton, director de seguridad en Anthropic, “estamos solo ante el inicio de una transformación empresarial” donde la IA no sólo automatiza, sino que toma decisiones y asume responsabilidades. Estos nuevos empleados virtuales, alimentados por modelos como Claude, son autónomos, operan con acceso real a redes internas y representan un reto mayúsculo en términos de seguridad.
En los próximos años, una parte significativa del presupuesto de ciberseguridad tendrá que destinarse a gestionar plantillas digitales. No se trata ya de proteger dispositivos o cuentas humanas: hablamos de asegurar identidades no humanas, de vigilar comportamientos de algoritmos que aprenden y actúan por sí mismos dentro del corazón de las operaciones empresariales.
El nuevo paradigma de seguridad para mercados estratégicos

Inteligencia Artificial
En mercados como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, donde las empresas tecnológicas lideran la aceptación de IA, esta transformación ya se empieza a notar. Son mercados donde la automatización de funciones internas está más avanzada, lo que implica una exposición mayor a riesgos derivados del mal uso —o mal diseño— de agentes virtuales.
Clinton explica que estos nuevos empleados no son simples bots que responden correos. Tienen memoria, roles definidos, permisos dentro de la infraestructura y pueden, por ejemplo, interactuar con bases de datos, editar documentos sensibles o incluso modificar fragmentos de código. “Incluso si nadie hackea el sistema, el propio agente puede actuar de forma inesperada”, asegura. En este contexto, gestionar identidades digitales artificiales se convierte en una prioridad absoluta para evitar errores sistémicos.
La anticipación como ventaja competitiva

El presente ya es la inteligencia artificial agéntica.
En Japón, donde la cultura empresarial se basa en la eficiencia milimétrica, muchas empresas están integrando IA para reformular procesos operativos. Sin embargo, la falta de políticas claras sobre la autonomía de estos agentes genera dudas serias. ¿Cuánto margen de acción se le puede otorgar a un modelo que opera 24/7, sin supervisión directa?
La consultora TecnoFor lo resume con claridad: “Tenemos que aprender a coexistir con la IA y, para ello, tenemos que aprender a usarla. Sí o sí”. En sus proyectos, observan que muchas empresas intentan subirse al tren de la transformación sin haber repensado ni una línea de sus protocolos de seguridad interna. Esto las deja expuestas a vulnerabilidades que antes ni siquiera existían.
Clinton lo advierte: quienes se preparen ahora, gestionen bien estas nuevas capas de identidad digital y sean capaces de adaptarse rápido, estarán “a un año de distancia del resto”. La ventaja competitiva se desplazará desde el machine learning al machine governance.