En un contexto cada vez más digitalizado, los cajeros automáticos, esos dispositivos que durante décadas han simbolizado seguridad y autonomía bancaria, se han convertido en el escenario de sofisticadas estafas. María Aperador, criminóloga especializada en ciberseguridad, lanza una advertencia contundente: “Los cajeros ya no son 100% seguros”.
Esta experta, con una sólida trayectoria como analista de fraudes electrónicos, desvela una realidad preocupante. Según relata, los ataques más comunes hoy no se dan sólo en la red, sino en la calle, a plena luz del día, y frente a cajeros aparentemente normales. Hay delincuentes que colocan dispositivos casi invisibles, y en segundos pueden clonar una tarjeta o robar el PIN. Es algo tan rápido que ni nos enteramos
Técnicas como el skimming

Es sencillo comprobar que no hay nada ilegal en el cajero.
Lejos de ser un método del pasado, el skimming sigue vigente y se ha perfeccionado con los años. Según alerta el Banco de España en su Portal del Cliente Bancario, los ladrones emplean copiadoras sobre la ranura del cajero para extraer los datos de la banda magnética de la tarjeta. En paralelo, se colocan microcámaras o teclados falsos para obtener el número PIN. Parece de una película de espías, pero cada vez es más habitual.
A veces ni siquiera hace falta insertar la tarjeta. El contactless, aunque más cómodo, se ha convertido en otro punto vulnerable. “Hay dispositivos que leen sin que te des cuenta, y se pueden camuflar con una carcasa de plástico idéntica al lector original del cajero”, añade la criminóloga. Un vistazo rápido (tirando de la ranura o golpeando el teclado con suavidad) podría marcar la diferencia entre conservar o perder los ahorros. En sus redes sociales, Aperador muestra una de estas trampas y pide compartirlo. En sólo 10 segundos puedes detectar un intento de fraude, pero si no estás alerta, estás expuesto.
Otros fraudes cada vez más frecuentes
Más allá del skimming, otra técnica está ganando terreno: el llamado lazo libanés. Según detalla el Banco de España, este método consiste en manipular el cajero para que retenga la tarjeta. El usuario cree que se ha estropeado, se marcha, y el delincuente la recupera después. Aquí la clave es no abandonar el cajero si la tarjeta se queda dentro. Llamar al banco o a la policía debe ser el primer paso, recomienda Aperador.
También hay variantes más rudimentarias, pero igual de efectivas, como colocar barras con pegamento en la salida de billetes para que el dinero quede atrapado. En todos los casos, hay una premisa común: el delincuente observa antes de actuar. Por eso es esencial vigilar los alrededores y cubrir el teclado al marcar el PIN. Así como ese sencillo gesto que recomienda María, que puede marcar la diferencia entre tranquilidad o susto en cuestión de pocos segundos.