Barcelona, año 2050. Si se pregunta a una inteligencia artificial cómo imagina la ciudad dentro de un cuarto de siglo, la respuesta cuenta con jardines verticales, transportes sin emisiones y barrios con una vida vecinal tan activa como diversa. Para quien ha paseado por la rambla del Poblenou o ha subido al Parc Güell, esta visión del futuro puede parecer ya bastante familiar.
Según una consulta realizada a la versión de pago de Chat GP, la Barcelona de mediados de siglo será “una ciudad más verde, donde las zonas asfaltadas han cedido espacio a parques, huertos urbanos y corredores biológicos que conectan Collserola con el mar”. Este paisaje no es sólo estético: responde, en palabras de la IA, a “una necesidad urgente de mitigar los efectos del cambio climático y recuperar la biodiversidad en el entorno urbano”.
Una tecnología al servicio del bienestar
Barcelona pondrá en marcha en octubre un polo sobre economía circular y transformación digital
La IA describe una Barcelona hiperconectada, donde sensores distribuidos por toda la ciudad permiten regular la iluminación, el tráfico y hasta la recogida de residuos de manera autónoma. “Cada barrio funcionará como una unidad inteligente, adaptando servicios y recursos a las necesidades reales de sus vecinos”, asegura.
En los hospitales, añade, “los diagnósticos rápidos mediante análisis de datos permitirán una atención sanitaria más personalizada y preventiva”. Pero la innovación no se limita a la medicina: la educación también será distinta. “Las aulas serán entornos flexibles, con tecnologías inmersivas que conectan a los alumnos con proyectos internacionales en tiempo real”, apunta.
Un cambio de mentalidad y nuevos estilos de vida
Habrá más mercados con productos de proximidad
Más allá de las infraestructuras, la IA prevé un cambio significativo en los valores ciudadanos. “La movilidad será mayoritariamente activa y compartida; el coche privado quedará relegado a usos muy concretos”. Esto transformará también la forma de ocupar el espacio público: plazas llenas, mercados al aire libre, vida de barrio.
En cuanto a la alimentación, la predicción es clara: “una dieta más vegetal, sostenible y de proximidad será la norma, no la excepción”. Algo que se traducirá en más mercados ecológicos y comedores escolares con productos locales.
Sin embargo, no todo es tecnología y sostenibilidad. La IA también augura una Barcelona “más justa socialmente”. Según su análisis, “la renta básica universal se habrá consolidado como herramienta clave para reducir las desigualdades estructurales, especialmente en barrios históricamente desfavorecidos como Trinitat Nova o el Besòs”. En este escenario, el acceso a la vivienda mejora gracias a políticas públicas de cesión de suelo y cooperativas habitacionales. “El modelo de cohousing será cada vez más común, especialmente entre mayores, como respuesta al envejecimiento demográfico”, añade.
¿Y qué hay de la cultura? Para sorpresa de muchos, la IA considera que “la identidad catalana se verá fortalecida a través de nuevas expresiones digitales, festivales híbridos y una oferta museística que combinará realidad aumentada con tradición”. Vamos, que estamos ante una Barcelona que sabrá reinventarse desde lo humano y lo colectivo. Sólo el tiempo dirá si es una utopía o una realidad. De momento, se puede tomar como una hoja de ruta que ya empieza a esbozarse.


