Mar Benítez Demtschenko, abogada argentina especialista en derecho informático, difunde consejos en sus redes sociales sobre seguridad digital con un enfoque cotidiano y realista. Compartió una práctica que debería ser de manual: aplicar la regla de los tres almacenamientos. Suena técnico, pero es algo bastante más simple de lo que parece y muy eficaz para evitarse disgustos en el futuro.
La regla de los tres almacenamientos
La lógica es casi de sentido común, pero no por eso menos crucial: toda información digital debe estar almacenada en tres soportes distintos. Uno en la nube (servicios como Google Drive, Dropbox, iCloud), otro en el dispositivo local (ordenador o teléfono, sin conexión activa) y un tercero en un dispositivo extraíble, como un pendrive o disco duro externo. Esto no se hace casi nunca y después vienen los lamentos cuando se pierde o se filtra algo sensible, asegura Benítez. A menudo damos por hecho que lo digital es eterno, pero la abogada recuerda que los discos fallan, las cuentas se hackean y los servicios en la nube cambian políticas o directamente desaparecen. No es paranoia, es prevención básica.
Desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) insisten en lo mismo: cada individuo debe asumir la responsabilidad sobre su propia privacidad. Un correo antiguo, una imagen que parecía inofensiva o un documento laboral con datos personales pueden ser suficiente para comprometer nuestra seguridad o la de terceros. Una vez subido algo a Internet, se pierde el control sobre esa información, aunque se borre.
Hay que proteger la información digital.
Por eso, Mar Benítez recomienda no sólo aplicar la regla de los tres almacenamientos, sino también realizar copias de seguridad regulares y cifrar siempre el contenido sensible en los dispositivos físicos. No hay excusas: nadie debería llevar información delicada en un pendrive sin encriptar, y sin una copia en otra parte. Además de eliminar regularmente la información que tenemos almacenada en cuentas digitales, especialmente en servicios de correo electrónico. Y obviamente, nunca compartir información importante por mensajes privados en redes sociales y mucho menos de manera pública, como es lógico.
Cualquier persona con un negocio, un proyecto profesional o incluso simplemente con fotos familiares debería contemplar estas opciones de seguridad. La información no tiene por qué ser confidencial para ser valiosa, señala Benítez. Es tan sencillo como pensar en que si se trata de algo confidencial, utilizar medios cifrados, profesionales y con protección de extremo a extremo es fundamental en el día a día.


