William Guerrero, médico y divulgador científico: “Si el hecho de apagar una pantalla desencadena una rabieta en un niño, podría ser adicto a ellas”

Tecnología infantil

Los expertos advierten que la normalización del uso excesivo de pantallas impide que muchas familias detecten a tiempo una posible adicción digital

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William Guerrero es médico y divulgador científico

William Guerrero es médico y divulgador científico

William Guerrero

La escena es más común de lo que parece. Un niño que entra en cólera cuando se le apaga la tableta o el móvil. Para William Guerrero, médico y divulgador científico, este gesto tan cotidiano no debería pasar desapercibido. “Si el hecho de apagar una pantalla desencadena una rabieta en un niño, podría ser adicto a ellas”, advierte el especialista. Detrás de esa reacción, aparentemente exagerada, podrían esconderse indicadores claros de una dependencia digital. Desde el INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad), alertan de que el uso abusivo de dispositivos entre menores ha dejado de ser una excepción.

El comportamiento infantil frente a las pantallas

Uno de los primeros síntomas es la irritabilidad o ansiedad cuando se interrumpe el uso del dispositivo. Y hay más: pérdida de interés por actividades que antes disfrutaban —dibujar, jugar al aire libre, compartir tiempo con otros—, bajo rendimiento escolar o incluso cambios en la relación con amistades, que pasan a centrarse exclusivamente en lo online. Lo inquietante es que, según el INCIBE, muchos padres no logran identificar el problema hasta que alcanza niveles extremos. ¿La razón? Porque la sociedad ha terminado por normalizar este abuso, aceptando comportamientos que hace tan sólo unos años nos habrían hecho saltar las alarmas.

Detectar una adicción a tiempo es clave para evitar consecuencias a largo plazo. Tal como recalca Guerrero, “el uso excesivo de pantallas puede ocasionar un daño irreparable en el desarrollo comunicativo del menor”. Y es que, cuando la única fuente de diversión proviene de una pantalla, las habilidades de expresión, comprensión e interacción social se ven gravemente afectadas.

Los expertos recomiendan observar con atención la evolución de ciertos comportamientos. Uno de los patrones más repetidos es el aislamiento: el niño o adolescente empieza a evitar cualquier actividad fuera del entorno digital. También suele presentar dificultades para seguir rutinas básicas, como dormir a horarios regulares o cumplir con deberes escolares.

Para combatir esta tendencia, el especialista propone comenzar por establecer límites claros desde la infancia. La recomendación básica es evitar totalmente el uso de pantallas de 0 a 2 años, limitarlo a una hora diaria entre los 2 y 5 años, y a partir de esa edad, crear normas consensuadas y adaptadas a su nivel de madurez. La clave está en el equilibrio y en ofrecer alternativas reales de ocio, que no dependan de lo digital.

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No se trata de prohibir sin más, sino de educar. Enseñar a los menores a gestionar su tiempo frente a la tecnología de forma crítica, igual que se les enseña a cruzar la calle con precaución. Para ello, resulta útil aplicar controles parentales, acordar horarios y ser coherentes con su cumplimiento. Aunque el inicio pueda ser complicado, especialmente si el menor ya muestra una dependencia marcada, con constancia se puede revertir.

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