Durante la Reunión Anual Conjunta del Congreso Científico Europlanet (EPSC) y la División de Ciencia Planetaria de la Sociedad Astronómica Americana (DPS), celebrada en Helsinki, un grupo de astrónomos presentó un cálculo que desaniman a quienes sueñan con contactar con vida extraterrestre. Según sus estimaciones, “la civilización tecnológica más cercana está a unos 33.000 años luz de distancia”, como señalan desde el medio argentino Wired. Se hacen eco de las palabras de Manuel Scherf, investigador del Instituto de Investigación Espacial de la Academia Austriaca de Ciencias, que remarca que “para que existieran diez civilizaciones simultáneamente con la nuestra, la vida media debe ser superior a 10 millones de años”. En otras palabras, las inteligencias capaces de enviar y recibir mensajes serían, estadísticamente, extraordinariamente raras.
Se analizaron exoplanetas detectados hasta ahora y se encontró que los ingredientes necesarios para una biósfera tecnológica (atmósfera con oxígeno, nitrógeno y dióxido de carbono en proporciones finas y tectónica de placas que regule la temperatura) apenas coinciden en los mundos observados. Sin una atmósfera que permita fotosíntesis ni un mecanismo que evite el efecto invernadero descontrolado, el surgimiento de una civilización queda prácticamente descartado.
El eco de la paradoja de Fermi

Estamos más solos en la Galaxia de lo que imaginamos
Este panorama encaja con la célebre paradoja de Fermi, que se pregunta por qué, si el universo está plagado de planetas, seguimos sin recibir señales de otros. La respuesta podría encontrarse en lo que el profesor Robin Hanson denominó ‘el Gran Filtro’: algún paso casi imposible que impide que una especie pase de la vida simple a la civilización interestelar. Tal como recuerda Astrobitácora, “la ausencia (al menos aparente) de civilizaciones extraterrestres sugiere que, por necesidad, tiene que haber un paso extremadamente improbable”. Quizá la vida inteligente es rarísima o la tendencia de las civilizaciones a autodestruirse antes de alcanzar el salto tecnológico necesario. Cada nuevo exoplaneta “potencialmente habitable” que se descubre refuerza la idea de que la Tierra no es única, pero también de que llegar a ser una sociedad galáctica es casi imposible.
Como señalan desde Wired, el proyecto SETI, dedicado a buscar señales de radio extraterrestres, sigue siendo la apuesta más directa. “Sólo hay una forma real de comprobarlo: buscándolas. Si esas búsquedas no encuentran nada, nuestra teoría gana fuerza; pero si SETI detecta algo, será uno de los mayores avances científicos de la historia”. Mientras tanto, nuestro Sol continúa orbitando a 27.000 años luz del centro galáctico, un recordatorio de que, si existe compañía, podría estar al otro lado de la Vía Láctea, demasiado lejos para escucharnos.