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Chema González, neurólogo: “El rendimiento diagnóstico que tienen algunas inteligencias artificiales y los consejos que dan a nivel de salud empiezan a ser muy cercanos a lo que puede hacer un médico experto”

Futuro neurología

Los nuevos modelos de inteligencia artificial muestran una sorprendente capacidad para identificar enfermedades neurológicas con una precisión que acerca su uso a la práctica clínica real

Roy Jakobs, CEO de Philips: “La IA está ayudando a los médicos a detectar enfermedades antes, mejorar la precisión y liberar un tiempo precioso para la atención al paciente”

Chema González, neurólogo

@neuro_prevención

El avance de la inteligencia artificial está transformando a pasos agigantados el campo de la medicina, y dentro de ella, la neurología se presenta como una de las especialidades más revolucionadas. Chema González, neurólogo y observador de este fenómeno desde dentro del sistema sanitario, no oculta su sorpresa: “Estoy flipando con la capacidad diagnóstica que tienen los nuevos modelos de inteligencia artificial de última generación”.

La inteligencia artificial entra en consulta

González destaca especialmente herramientas como el modelo GPT-4o de OpenAI o Gemini 2.5 de Google, que han demostrado una notable precisión incluso en casos clínicos complejos: “Cuando les escribes casos difíciles, que son de nicho, que son de especialista, y los aciertan a la primera… es impresionante”. A su juicio, el crecimiento de estas tecnologías es vertiginoso y su margen de error, cada vez más estrecho. La aplicación real, advierte, no debería sustituir al médico, pero sí servir como copiloto: una ayuda constante en la consulta.

Desde la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), el psicólogo James Jhon Robles también pone cifras y contexto a este impacto. “La IA está transformando la neurología al mejorar el diagnóstico, tratamiento y comprensión de las enfermedades neurológicas”, afirma. Su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos clínicos (imágenes por resonancia, electroencefalogramas o señales eléctricas cerebrales) permite detectar patrones que un ojo humano podría pasar por alto.

Según Robles, esta capacidad de análisis masivo facilita la detección temprana de enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o ciertos tumores cerebrales. “La IA permite simulaciones predictivas de la progresión de enfermedades neurológicas, lo cual tiene un potencial tremendo para el tratamiento personalizado y anticipado”, añade. Esta personalización incluye desde la optimización de medicamentos hasta interfaces cerebro-máquina que ya han logrado devolver el habla a pacientes con daño neurológico severo.

La cuestión ética y la supervisión profesional siguen siendo claves. González insiste en que “todo siempre tiene que estar supervisado por un médico, porque podrían llegar a equivocarse”. Aunque el potencial es enorme, también lo es el riesgo si se promueve el autodiagnóstico sin filtros clínicos. “Tu médico del futuro va a ser una IA”, vaticina, pero una IA entrenada, controlada y coordinada por humanos.

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En el ámbito práctico, la IA no sólo analiza, sino que ya se usa para asistir en la rehabilitación cognitiva, planificar terapias según perfiles genéticos y hasta modular la estimulación cerebral con precisión quirúrgica. Todo ello contribuye a una medicina más precisa y eficaz, sí, pero también más humana si se usa bien. Desde Unifranz ponen en valor además que “la IA aumenta la precisión diagnóstica, mejora la personalización del tratamiento y permite respuestas más rápidas en emergencias neurológicas”.