Hasta el año pasado, Elon Musk era visto como una mezcla entre genio loco, magnate multimillonario y prodigio incomprendido. Sin embargo, a lo largo de este 2025 hemos descubierto una nueva faceta suya: la política. Si bien ya había dado muchas pistas sobre sus creencias en este sentido, su alianza con Donald Trump, con quien ha llegado a trabajar creando un cuerpo digital para el gobierno de Estados Unidos (DOGE), ha puesto las cosas aún más claras.
Sin embargo, esta relación ha llegado a su fin —o al menos, a una pausa— recientemente. Elon Musk anunció el pasado día 20 su retirada de la política, para poder dedicarse al 100% a sus empresas —que no son pocas—. “Ya he hecho suficiente”, afirmó en el Qatar Economic Forum.
Este punto (aparte o final) a la vertiente política de Elon Musk no ha sido una sorpresa para nadie, pero aún menos para Adam McKay. El director de La gran apuesta y Vice dirigió en 2021 No mires arriba, película original de Netflix que trataba de cómo la sociedad, en medio de una catástrofe a punto de acabar con toda la humanidad, no es capaz de tomarse nada en serio.
En la cinta, un meteorito avanza hacia la Tierra y solo dos científicos parecen tomarse en serio la amenaza, interpretados por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence. La película retrata cómo ellos mismos caen en la fragilidad humana y muestra diferentes puntos de vistas sobre el desastre.
Pero lo más interesante del filme es que, frente a ellos, se alzan una presidenta de los Estados Unidos vanidosa y populista (Meryl Streep, en un claro guiño a Trump) y un magnate tecnológico excéntrico, mesiánico y desconectado de la realidad (Mark Rylance, inspirado sin duda en Musk).
Ambos se unen no para salvar a la humanidad, sino por algo mucho más egoísta: explotar el asteroide por intereses económicos. El resultado de todo ello es, básicamente, un desastre anunciado... incluso para ellos. Y aquí viene spoiler: aunque consiguen salir del planeta para ponerse a salvo junto a otros tantos millonarios, acaban en un planeta donde una raza alienígena la toma con ellos... y los hace desaparecer ipso facto.

Cartel de 'No mires arriba'.
La película, por supuesto, va mucho más allá de lo que puede pasar en la realidad —de momento no hay un meteorito real amenazándonos—, pero sirve como resumen de la relación entre Trump y Musk.
Por un lado, nadie se fía de ellos ya de base; el populismo que traen consigo deja muy claro que son entes independientes del resto de la Tierra. Por otro lado, la relación entre ambos surge del egoísmo más extremo —sobran las explicaciones—. Y, por último, la propia idea de cada uno de salir adelante hace que, por más que comiencen un camino juntos, al cabo de poco tiempo acaben desligándose. Una predicción más de McKay que quizás no estaba tan basada en el futuro como en el presente.