Mucho antes de que Disney comprara Lucasfilm, antes de que existiera el Episodio IV de Star Wars, y antes incluso de que el ser humano llegara al espacio, ya había alguien hablando de rayos de energía, escudos invisibles y armas capaces de derribar ejércitos enteros. Ese alguien era Nikola Tesla.
En 1934, el famoso inventor aseguró haber creado una tecnología que llamó teleforce, conocida popularmente como “el rayo de la muerte”. Según explicó, no se trataba de un arma tradicional, sino de un haz de partículas capaz de destruir aviones a cientos de kilómetros de distancia. Tesla afirmaba incluso que su invento podría “crear un escudo invisible alrededor de cualquier nación”, haciendo innecesarias las guerras.
¿Te suena? Bien: cuarenta años después de la idea de Tesla, Star Wars presentaría la Estrella de la Muerte, un arma que tenía mucho que ver con el rayo que vaticinaba Tesla. También presentó escudos deflectores, cañones iónicos y toda una galaxia de ideas tecnológicas que, aunque bebieran también de la ciencia ficción de las novelas pulp, ya habían sido imaginadas por científicos reales mucho tiempo antes.

Nikola Tesla inventó un rayo de la muerte que, irónicamente, quería acabar con las guerras.
Los inventos de Nikola Tesla viajaron a una galaxia muy, muy lejana
A pesar de morir en la inopia, Nikola Tesla fue uno de los inventores más brillantes (y también excéntricos) del siglo XX. Su legado incluye aparatos muy útiles en nuestro día, como el motor de corriente alterna, pero también otras ideas mucho más especulativas. Y lo cierto es que sus visiones del futuro eran tan ambiciosas que, incluso a día de hoy, suenan sorprendentemente modernas.
Entre sus ideas se encontraban:
- Un sistema de transmisión inalámbrica de energía a escala global.
- Armas que usaban haces de partículas en lugar de proyectiles.
- Escudos de protección invisibles para naciones enteras.

Nikola Tesla inventó un rayo de la muerte que, irónicamente, quería acabar con las guerras.
“Puede construirse un muro invisible de defensa alrededor de un país que lo haría inmune a ataques por tierra, mar o aire”, comentó en otra entrevista. Aunque lo intentó mejorar con una frase prácticamente Jedi: “No diseño armas para destruir la vida, sino para evitar que alguien siquiera lo intente.”
Sin embargo, Tesla no fue el único en adelantarse a Star Wars. El escritor británico H.G. Wells, en La guerra de los mundos (1898), describía un “rayo de calor” que fundía el suelo. Años después, Arthur C. Clarke imaginó los satélites geoestacionarios. Y Robert Goddard, considerado el padre de la cohetería moderna, trabajaba en los principios que más tarde permitirían enviar sondas y naves al espacio.
Todos estos avances e ideas ayudaron a construir el imaginario colectivo de lo que hoy llamamos ciencia ficción. Y George Lucas, en lugar de inventarlo todo de cero en Star Wars, recogió muchas de esas referencias científicas (y también filosóficas) para darles forma cinematográfica.