Durante los años ochenta y gran parte de los noventa, el cómic americano se aventuró a una deriva de la que le costó mucho salir. Después de ser visto durante décadas como un género para niños, las historias de superhéroes se volvieron realistas, serias e inevitablemente oscuras. El trazo de Frank Miller en El regreso del caballero oscuro y de Alan Moore en Watchmen marcaron una peligrosa tendencia. A partir de entonces, todas las historias de superhéroes tenían que ser sesudas, sangrientas y sombrías.
Aunque Alan Moore se horrorizó de esta tendencia —creó Watchmen como una sátira del género, pero nunca pensó que la gente se lo tomaría tan en serio—, nadie hizo caso a las advertencias del historietista de Northampton. Así, los superhéroes olvidaron para siempre a su público principal —los niños— para quedarse con los adultos, en esencial los nostálgicos. Pero esa confusión llevó muchas veces a confundir oscuridad con madurez... y provocó una gran crisis que llegó a finales de los noventa.
En los cines, la historia no ha sido muy distinta, aunque se haya postergado décadas. Durante años, películas como El Caballero Oscuro o las derivadas de DC Studios dejaron claro que los superhéroes que importaban eran los tristes. Y no fue muy distinto con Marvel. Aunque el Universo Cinematográfico de Marvel fue por otro lado, los referentes de los que partían también eran hiperrealistas. Todo tenía que parecer “de verdad” para que colara.
Esto ha desaparecido por completo este año. El estreno de Superman hace apenas unas semanas dejó claro que la bondad y hasta lo ñoño estaba de moda; que no todo tenía que parecer realista para funcionar. Y, de hecho, era mejor que no lo fuera. Y Marvel Studios acaba de confirmar la tendencia con Los 4 Fantásticos: primeros pasos.
En Los 4 Fantásticos nos adentramos en una estética única en Marvel —un retrofuturismo preciosista, que ojalá se hubiera aplicado a todo su universo— y en una historia que puede tocar a cualquiera. La de una familia al borde de sus posibilidades, que tiene la bondad como valor principal, pero que se debe enfrentar a una realidad que le viene grande. Esa es la esencia de Marvel: conectar al público con historias reales de personas extraordinarias. Y es algo que no veíamos desde hace demasiado en sus películas.
Si bien Marvel ya llevaba un tiempo experimentando con este tono más friendly y esta huida del realismo —algo que debe agradecer, y mucho, a James Gunn y sus Guardianes de la Galaxia—, Los 4 Fantásticos aparece como la película que siempre debió estar en el UCM. Muy por encima de Iron Man, Thor o Los Vengadores. Evidentemente, el eterno problema de los derechos cinematográficos impidió que esto fuera una realidad... pero lo cierto es que, hace diez años, tampoco está claro que la película hubiera salido de esta forma.

Fotograma de 'Los 4 Fantásticos: primeros pasos'.
Los 4 Fantásticos fue el primer cómic que publicó Marvel. Son “la primera familia”; los que reinventaron el género en los años 60 e hicieron crecer un universo que después aprovechó la editorial para incorporar al resto de sus personajes. Por eso, al ver esta película, ambientada obligatoriamente en otro universo, da pena que no puedan echar atrás y partir de esta base para crear todo lo demás.
Por más que Los Vengadores fueran un éxito sin igual, lo cierto es que estamos pasando por una crisis clara en los superhéroes. De 2015 a 2021, hasta la película del personaje más intrascendente hacía números increíbles en taquilla. Pero ya son muchos los fracasos comerciales de Marvel en cines —dos este mismo año— y parece que ya nadie cuente con el mismo entusiasmo por estas historias.
Sin embargo, este año se han hecho tres de las mejores películas de superhéroes de la última década —contando Thunderbolts*—, pero queda preguntarse si no se han pasado de estación. ¿Conseguirá Marvel retomar su camino o habrá llegado demasiado tarde a lo que todos estábamos esperando?