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Más allá del sistema solar: los astrónomos ya han descubierto más de 6.000 exoplanetas, muchos de ellos potencialmente habitables para el ser humano

Espacio

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Ilustración del tránsito del exoplaneta por M51-ULS-1

DiStefano, et al. 2021 NASA/ESA/STScI/Grendler

Hace treinta años, el universo se volvió un poco menos solitario. En 1995, dos astrónomos suizos —Michel Mayor y Didier Queloz— observaron algo que parecía imposible: un planeta orbitando una estrella parecida al Sol, a unos 50 años luz de nosotros. Lo llamaron 51 Pegasi b. Un gigante abrasado por su estrella, tan cerca de ella que completaba una órbita en apenas cuatro días.

El planeta, según los modelos de entonces, no debía existir. Pero ahí estaba. Y en ese momento comenzaron a surgir todo tipo de posibilidades que la física no había contemplado aún. El hallazgo fue la chispa que encendió una de las mayores revoluciones científicas de nuestro tiempo.

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Después de ese momento, los astrónomos ya han descubierto más de 6.000 exoplanetas —mundos fuera del Sistema Solar—, cada uno con características únicas, improbables o directamente asombrosas. Algunos orbitan dos soles, otros vagan solos por el espacio sin una estrella que los guíe. Los hay apenas más grandes que la Tierra, situados en zonas donde el agua líquida podría existir. Y otros mucho más grandes que cualquier planeta del sistema solar.

“Cada uno es un mundo completamente nuevo, lleno de posibilidades y potencial, usualmente diferente a cualquier cosa que hayamos visto antes”, explica Jessie Christiansen, del Caltech Exoplanet Archive.

Interpretación artística del exoplaneta Ross 128 b, con su estrella al fondo

Terceros

Cada uno es un mundo completamente nuevo, lleno de posibilidades y potencial, usualmente diferente a cualquier cosa que hayamos visto antes

Jessie ChristiansenCaltech Exoplanet Archive

Durante los primeros años, detectar exoplanetas era casi un acto de fe. Los astrónomos se apoyaban en la velocidad radial, un método que mide las pequeñas oscilaciones de una estrella cuando un planeta la hace “tambalear” con su gravedad. Pero la llegada de los telescopios espaciales Kepler (2009) y TESS (2018) cambió el juego por completo.

De este modo, Kepler, observando durante años un mismo parche de cielo, reveló que los planetas son la norma, no la excepción. Gracias al método del tránsito —una leve disminución del brillo de una estrella cuando un planeta pasa frente a ella—, miles de nuevos mundos fueron apareciendo, incluso en los rincones más inesperados del firmamento.

Representación artística del planeta descubierto en órbita de la enana blanca resultante de la muerte de una estrella de tipo solar.

NASA/JPL-Caltech/NASA's Goddard Space Flight Center

Los planetas favoritos más allá del sistema solar

Entre los exoplanetas más famosos está Proxima Centauri b, el planeta más cercano a nosotros, orbitando la estrella más próxima al Sol. “Antes de que acabe el siglo, iremos allí”, pronostica Jean Schneider, del Observatorio de París.

Otro icono es TRAPPIST-1, un sistema con siete planetas rocosos, todos de tamaño similar al de la Tierra. “Si estuvieras en su superficie, los otros planetas se verían como lunas en el cielo”, describe sobre él el astrofísico chileno Néstor Espinoza, del Space Telescope Science Institute.

Imagen virtual del exoplaneta K2-18b, en cuya atmosfera se ha enconctrado agua, junto a su estrella y otro planeta del mismo sistema 

Credito: ESA/Hubble/M.Kornmesser

También destaca K2-138, un sistema descubierto por astrónomos ciudadanos. “K2-138 conserva raras pistas sobre la formación de sistemas planetarios”, señala Christiansen. Y también está TOI-178, validado gracias a la colaboración entre la NASA y la ESA, cuyo complejo baile orbital confirmó con precisión matemática teorías que antes eran solo hipótesis.

En apenas una generación, el estudio de los exoplanetas ha transformado lo que entendemos por “habitabilidad”. La búsqueda de otra Tierra ya no se limita al agua o la temperatura. Ahora incluye atmósferas, química, magnetismo... y la caza de biomarcadores, esas huellas casi imperceptibles que podrían delatar la presencia de vida. 

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El James Webb Space Telescope (JWST) ya ha detectado vapor de agua y dióxido de carbono en atmósferas lejanas, y las próximas misiones europeas —PLATO y Ariel— prometen completar el mapa de nuestros vecinos cósmicos. Así que la pregunta ya no es si existen planetas habitables, sino cuántos... y cuán distintos serán de nosotros.