Las olimpiadas chinas de la robótica han puesto a prueba a cientos de nuevos modelos: “Si intentamos algo y no funciona, perdemos, pero es mejor eso que invertir mucho en un producto que fracasó”

Robótica

Las primeras Olimpiadas de la robótica han combinado espectáculos cómicos con pruebas de estrés para ingenieros, en un intento de China por mostrar su liderazgo en robots humanoides

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Robots boxean y juegan al fútbol en las primeras “Olimpiadas de Robótica”

Las olimpiadas chinas de la robótica han puesto a prueba a cientos de nuevos modelos: “Si intentamos algo y no funciona, perdemos, pero es mejor eso que invertir mucho en un producto que fracasó”.

Terceros

El Estadio Nacional de Patinaje de Velocidad de Pekín, construido para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, ha vuelto a llenarse de público. Sin embargo, esta vez no ha sido para ver a atletas de carne y hueso, sino para presenciar la primera edición de los Juegos Mundiales de Robots Humanoides, rebautizados como las Olimpiadas de la robótica. 

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En el espectáculo se ha podido ver de todo: desde cabezas que se desprenden en mitad de una carrera, hasta boxeadores mecánicos que se desploman tras un mal giro y equipos de fútbol formados por robots que apenas lograban reconocerse entre sí antes de chocar torpemente en el campo.

Vamos, que ha sido una mezcla entre diversión a raudales y desastre. Pero lo que está claro es que no solo ha sido algo divertidísimo de ver y ejecutar, sino que también ha servido para que cientos de ingenieros chinos sepan hasta qué punto sus prototipos son interesantes o deben cambiar de enfoque.

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Nada que envidiar a las Olimpiadas humanas

Una prueba para los ingenieros

En total, 280 equipos procedentes de universidades y compañías privadas de 16 países participaron en disciplinas tan diversas como boxeo, atletismo, fútbol, ping-pong o danza. Pero los atletas aquí no eran las estrellas, sino los ingenieros; aquellos que buscaban poner a prueba prototipos en condiciones extremas y recopilar datos que no se consiguen en un laboratorio.

“Puedes experimentar con muchos enfoques nuevos y emocionantes en este tipo de concursos”, explicaba el programador alemán Max Polter a Reuters. “Si intentamos algo y no funciona, perdemos el partido. Es triste, pero mejor eso que invertir mucho dinero en un producto que termina fracasando”.

El comentario resume bien el espíritu de la cita: más que un escaparate de perfección tecnológica, las Olimpiadas robóticas fueron un gigantesco campo de pruebas en directo. Y los fallos, lejos de ser un problema, se convirtieron en parte del atractivo.

Olimpiadas de robots en China.

Olimpiadas de robots en China.

Terceros

Una excusa para sacar pecho

La fuerza de China

El mundial estuvo lleno de momentos clave. Uno de los más comentados ocurrió en la carrera de 1500 metros, cuando un competidor perdió literalmente la cabeza en mitad del recorrido. Además, en los combates de kickboxing, varios robots tuvieron que ser retirados del ring arrastrados por sus entrenadores, con sus guantes colgando sin vida. Y en los partidos de fútbol, las escenas recordaban más a un patio de colegio que a un campeonato, con choques, caídas y jugadas interrumpidas por la incapacidad de los robots para detectar con precisión la posición de sus rivales.

No obstante, la comicidad involuntaria no restó interés al público. “Verlos competir es mucho más emocionante que ver humanos”, aseguraba a The Guardian Hong Yun, un ingeniero jubilado de 58 años que asistió como espectador. Los precios de las entradas, entre 17 y 80 euros, confirmaron además que Pekín buscaba convertir el evento en una cita de masas, no solo en un congreso para especialistas.

Verlos competir es mucho más emocionante que ver humanos

Hong Yuningeniero jubilado

Pero, como suele ocurrir con China, tras la puesta en escena hay un objetivo más ambicioso: mostrar el músculo del país en el sector de la robótica. Entre 2022 y 2023, el país instaló más de 276.000 robots industriales, más que el resto del mundo junto. Y el Gobierno ha identificado a la robótica humanoide —que combina hardware avanzado e inteligencia artificial— como una de las áreas clave de su estrategia tecnológica.

Solo este año, ciudades como Pekín y Shanghái han creado fondos de inversión de 10.000 millones de yuanes (unos 1.200 millones de euros) para impulsar esta industria. Además, el Banco de China ha prometido además un billón de yuanes en apoyo financiero a la inteligencia artificial en los próximos cinco años.

Olimpiadas de robots en China.

Olimpiadas de robots en China.

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Pekín ve en los robots no solo un instrumento de prestigio internacional, sino también una respuesta a sus propios desafíos demográficos. Con una población que envejece rápidamente y una fuerza laboral en retroceso, el país aspira a que los humanoides ayuden en el cuidado de mayores o sustituyan trabajadores en fábricas.

Pero, entre la visión política y la realidad técnica existe aún un abismo. “El hogar probablemente será el último lugar donde veamos un robot humanoide”, advierte el investigador de Princeton Kyle Chan. “La seguridad es un desafío enorme”.

Los analistas occidentales se muestran escépticos ante la posibilidad de que los robots humanoides pasen pronto de las exhibiciones a los hogares. Sin embargo, no conviene olvidar que hace apenas una década China exportaba menos de 400.000 coches al año y hoy lidera la producción mundial con casi seis millones. La experiencia sugiere que el país puede acelerar procesos de forma inesperada.

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Combates de robots humanoides en San Francisco.

En Pekín, la fe en esa capacidad de avance es palpable. Familias enteras acudieron a las Olimpiadas de la robótica, muchas con entradas regaladas por escuelas locales. “Es bueno que mis hijas estén en contacto con la tecnología más avanzada”, afirmaba una madre a The Guardian. “Exponerlas a este mundo ampliará sus horizontes”.

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