En plena era de la inteligencia artificial, los límites que nos separan de las máquinas se vuelven cada vez más difusos, cuestionando qué significa realmente ser humano. ¿En qué momento una IA avanzará hacia lo que popularmente se ha llamado Inteligencia Artificial General (IAG) y se volverá indistinguible de nosotros? Durante décadas, el principal referente ha sido el Test de Turing, una prueba ideada por el informático Alan Turing en 1950 para determinar si una máquina puede “pensar” o demostrar inteligencia similar a la humana. Según este test, si una máquina logra conversar con una persona sin que esta detecte que habla con una IA, puede considerarse inteligente. Es la base de Blade Runner.
Sin embargo, este test ya hace tiempo que ha quedado desactualizado. No porque hayamos logrado por completo superarlo, pues es tan etéreo que las grandes empresas de IA llevan años diciendo que ya lo han logrado; sino porque, a efectos prácticos, nos hemos dado cuenta de que la diferencia real está en otros aspectos. Ingenieros como Greg Kamradt han preparado nuevos tests más fiables para medir las diferencias entre IAs y humanos, cuyas notas apenas llegan al 15% sobre 100 en casos optimistas como Grok 4. Pero otros investigadores defienden que la gran diferencia reside en la emoción, y dentro de nuestro enorme espectro de emociones, nada parece más humano que el humor.
El humor puede jugar un papel clave al integrar ilusión al Test de Turing, provocando que la máquina parezca humana
Un estudio de la Universidad de Coventry, firmado por Huma Shah y Kevin Warwick, argumenta que el humor es clave para “engañar en el juego de la imitación” y, por lo tanto, tiene la clave de la futura Inteligencia Artificial General. Tal y como cuentan, “consideramos el humor puede jugar un papel clave al integrar ilusión al Test de Turing, provocando que la máquina parezca humana”. De este modo, según afirman, cuando una IA pueda hacernos reír —y más difícil aún: cuando seamos capaces de hacerla reír nosotros— por encima de las capacidades humanas, podremos haber dado con algo similar a la IAG.
Esto es algo que, aunque parezca futurista o de ciencia ficción, ya estamos viviendo. En un estudio publicado en PLOS ONE en julio de 2024, los investigadores Drew Gorenz y Norbert Schwarz compararon chistes creados íntegramente por ChatGPT‑3.5 con los de 105 participantes humanos anónimos. El experimento incluyó tres tipos de prueba: acrónimos, completar frases y roast jokes —bromas crueles dirigidas a una persona concreta—.
Tras recopilar más de 945 chistes humanos y 180 generados por IA, la evaluación por una muestra de 200 personas reveló que el 69,5 % de los evaluadores encontró los chistes de ChatGPT más divertidos que los de humanos, frente al 26,5 % que prefirieron los humanos, y solo un 4 % consideró igual de graciosos ambos tipos. Además, la calificación media de “gracia” por parte de los entrevistados fue de 2,63/6 para la IA frente a 2,20/6 para el humano. Después, en una segunda fase, los autores compararon titulares satíricos: 50 originales del medio humorístico The Onion frente a 20 generados por ChatGPT. El 48,8 % se inclinó por The Onion, pero un significativo 36,9 % prefirió los generados por IA… y un 14,3 % no notó diferencias claras.
En resumen, el estudio deja claro que, frente a profesionales de la comedia, la Inteligencia Artificial todavía está por detrás, pero cuando se trata de personas mundanas, ya puede considerarse más graciosa que la media.
Esta conclusión ha sido respaldada por otros análisis similares. En febrero de 2025, los investigadores Kim y Chilton publicaron un estudio en arXiv donde entrenaron una IA para generar captions humorísticos para memes dirigidos a la Generación Z, combinando análisis visual con señales cognitivas, sociales y creativas. El sistema, tras observar una imagen, generaba múltiples interpretaciones y luego elegía las frases más graciosas. Aunque no superó a los creadores de memes más populares, sí logró producir contenidos humorísticos comparables a los de un usuario medio de redes sociales.
Muchos usuarios no solo consideraban graciosos los textos generados por ChatGPT, sino que algunos los valoraban igual o por encima de la comedia profesional
En otro experimento, investigadores de la Universidad de Southern California (USC) analizaron la percepción del humor generado por IA en distintos contextos. Los resultados fueron publicados en Literary Hub en 2024 y mostraban que muchos usuarios no solo consideraban graciosos los textos generados por ChatGPT, sino que algunos los valoraban igual o por encima de la comedia profesional. De hecho, la percepción cambiaba drásticamente en cuanto se desvelaba el origen artificial del contenido, lo que revela una especie de “sesgo anti-IA”: cuando no sabemos que un texto es generado por una máquina, lo evaluamos de forma más justa.
De este modo, todo parece indicar a que la IA ya tiene la capacidad de hacer más gracia que una persona “normal”, tanto en memes como en chistes, si bien todavía está igualado o por detrás de la capacidad de los profesionales. Pero, ¿qué piensan los humoristas sobre este fenómeno? ¿Puede la IA tener sentido del humor?
Txabi Franquesa, en su espectáculo 'Escocía'.
Las fronteras que aún nos separan
¿Puede la IA tener sentido del humor?
“La IA no puede tener sentido del humor. O, por lo menos, todavía no lo tiene”, cuenta Rubén Sartas, actor y cómico en el podcast 2sinsenti2, que recientemente lanzó un programa especial dedicado a humor hecho con IA. “Sin embargo, lo imita. Ten en cuenta que somos millones de personas, no solo cómicos sino de todos los ámbitos, que le pedimos que nos diga cosas graciosas constantemente. ¿Y qué pasa? Que la máquina se está entrenando con todo eso. Entonces, lo único que hace es imitar algo que ya le ha dicho alguien o hacer un rebozado con todo lo que sabe”.
“La IA será tan graciosa como nosotras queramos, ya que aprende de lo que hacemos y esa sinvergüenza aprende rápido. Pero creo que, de momento, es muy mala cómica”, añade la humorista e ilustradora La Prados, que cuenta con más de 120.000 seguidores en Instagram gracias a sus viñetas. Según la humorista, ChatGPT —el modelo que ha probado— aún no llega a captar lo que genuinamente nos hace gracia como humanos, aunque no descarta que lo haga pronto.
Creo que no acaba de entender bien de qué va la cosa. Utiliza unas estructuras narrativas muy convencionales de cosas que no tienen nada que ver con comedia
Su visión se suma a la de Kevin Gallego (Flowtime), actor y humorista que trabaja en Trailettos, serie protagonizada por cómicos de la altura de Santiago Segura, Patricia Conde o Ernesto Sevilla que se basa en tráilers de películas que nunca existirán: “Creo que no acaba de entender bien de qué va la cosa. Sí que es verdad que le hemos pedido algún texto y ha hecho alguna coña más o menos decente, pero creo que utiliza unas estructuras narrativas muy convencionales de cosas que no tienen nada que ver con comedia. Y, si de repente le das una premisa graciosa, lo lleva chungo”.
El futuro, sin embargo, no les queda tan claro. “Estamos dando pasos de gigante. Se hacen cosas brutales en comparación a dos años atrás”, cuenta Sartas. “No se sabe adónde llegará, pero ahora mismo creo que estamos en un término medio que no ha terminado de explotar”. Gallego, por su parte, mira hacia el futuro con una mezcla entre ilusión y respeto: “Yo sueño con que nos llegue a imitar: que yo le pase todos mis vídeos y sea capaz de copiar o imitar nuestro estilo para poder ayudarnos. Pero claro, para nosotros, no para que los utilicen otros”.
De forma similar piensa Vanessa Valero, humorista y DJ creadora de la serie Comedians in car getting coffe, que satiriza a la original de Jerry Seinfeld: “Me alegraría que la IA pudiera llegar a hacerlo mejor, así podría pedirle más ayuda. Pero, de momento, la experiencia no ha sido muy buena. He usado ChatGPT para pedirle que me proponga temas de los cuales podía sacar jugo, y solo me envió noticias sin más de fuentes superconocidas”.
Sin embargo, y aunque sin contexto y con “chistes sueltos” pueda llegar a desarrollarse lo suficiente como para “hacer más gracia” que otros humanos, esto no implicaría, en absoluto, que pueda ser mejor humorista.
Así lo cree Txabi Franquesa, actor y cómico colaborador de Versió RAC1: “Puede ser que la IA en alguna ocasión pueda crear un chiste lúcido, al igual que yo como cómico he creado chistes patéticos muchas veces. Pero no tiene la prueba-error o el desarrollo de la audiencia, que es lo que cuenta al final. Ahora puede aportar algo de luz en un hueco que se nos había pasado por alto. Un hueco desconocido que te sirva para desarrollar algo bueno. Pero no creo que de momento esté dando con la clave”.
Lo que dice te puede hacer gracia puntualmente, pero canta por soleares. Tiene un componente muy artificial
“Lo que dice te puede hacer gracia puntualmente, pero canta por soleares. Tiene un componente muy artificial para mí”, añade la actriz y humorista Lara Palma, actualmente con un show mensual en Sala Clamores.
Sin embargo, en lo que sí parecen coincidir todos es en la utilidad de la inteligencia artificial como herramienta para el desarrollo de sus trabajos. Al igual que está ocurriendo en otros tipos de empleos, donde se decía que iban a acabar todos en paro por culpa de la IA y, de momento, más bien está siendo una herramienta de ahorro de tiempo, con los cómicos parece pasar igual. Todos los entrevistados confiesan haberla utilizado en alguna ocasión en busca de topics de los que hablar o por pura experimentación, aunque de momento no parece pasar de ser un sustituto avanzado del clásico Google.
“En mi caso he utilizado ChatGPT como base para algún tema”, explica Raquel Montalvo, monologuista y actriz de comedia. “Por ejemplo, cuando estuve trabajando con mi compañero Alejandro Boli en la obra de teatro Borja y Mari, la utilizamos para ver qué contenido puede haber dentro de un cursillo prematrimonial: qué preguntas puede hacer un párroco y ese tipo de cosas. A raíz de sus respuestas, cogíamos lo que nos interesaba. Resulta útil como guía, pero es cierto que nunca hubiéramos utilizado como texto definitivo las respuestas que nos da la IA”.
Asimismo, para Lara Palma es una opción útil cuando te encuentras en un callejón sin salida. “Muchas veces entramos en bucles de los que la IA nos puede ayudar a salir”, confiesa. Pero el problema parece estar en la dependencia de los modelos de lenguaje. Porque, por más que estén muy avanzados en varios sentidos, aún le queda para captar el tono cómico general que este tipo de trabajos requieren. “Creo que, si tienes que usar ChatGPT para ser gracioso, igual no es tu cosa”, ironiza La Prados. “Aunque, puesta a quitarme el trabajo, que me haga ella la trimestral”.
Esta última broma abre, en realidad, un debate más amplio. A medida que los modelos de lenguaje evolucionan, surge la ironía de hasta qué punto nos están sustituyendo en trabajos que sí queremos hacer —humorista, escritor, ilustrador— mientras otros más físicos e indeseados quedan en la inopia. Y esto nos puede llevar a situaciones totalmente distópicas.
“Tristemente, imagino un futuro donde los monólogos de comedia se escriban por completo con IA”, comenta Sartas. “¿Que el público lo note o no? No lo puedo saber, pero sí creo que será muy triste. Estarás perdiendo el arte, la manera de inventar, el ingenio de ese cómico que se suba a hacer ese monólogo… y lo que veo más duro es que al final se convierta en un karaoke en versión comedia. Y, sinceramente, para ver un karaoke sin alma, me pongo una y otra vez cualquier cómico antiguo en la tele. Aunque te sepas sus chistes de memoria, seguirán siendo mejores y con más sentido”.
Tralarelo Tralalá, uno de los Italian Brainrot más conocidos.
Italian brainrot
El humor viral de la IA
La Inteligencia Artificial ya está trabajando directamente con la comedia. Además de las conversaciones con ChatGPT que puedan tener los cómicos para mejorar sus monólogos, existen plataformas como DeepAI o Punchlines que prometen, directamente, crear tus chistes perfectos: “Tú le proporcionas el preámbulo de un chiste y él genera los chistes ingeniosos”. Es cierto que, al probarlos, te llevas la desilusión (o el respiro) de notar que está muy lejos de ser herramientas avanzadas. Sin embargo, desde los desarrolladores de IA ya están viendo oportunidades de mercado del que sacar rédito.
Pero, más allá de los espectáculos de stand-up comedy, donde parece que todavía queda mucho para que veamos ese “karaoke sin alma”, el contenido generado por IA que más parece estar funcionando en lo que a comedia se refiere está en otros contextos: los vídeos y las imágenes. Modelos como Veo 3 han logrado traer consigo vídeos virales desquiciados: desde reporteros y streamers en mitad del Antiguo Egipto hasta entrevistas en la calle que parecen sacadas de una pesadilla.
Donde más se ha notado el impacto de este fenómeno es en el Italian Brainrot, una combinación de imágenes y vídeos de criaturas extrañas con nombres absurdos y un acento italiano gratuito en las voces. Todo, por supuesto, generado por IA. El nombre brainrot no es casual, se trata de un término que se utiliza para describir contenido de internet que resulta tan adictivo como repulsivo, algo que puede describir a la perfección este fenómeno.
Entre los personajes principales de Italian Brainrot se encuentran algunos como Tralalero Tralalá, un tiburón con tres zapatillas Nike; Tung Tung Sahur, un tronco de madera con un bate de béisbol; Bombardino Cocodrilo, una mezcla entre un avión de guerra y un cocodrilo; o Capuchina Ballerina, una bailarina de ballet con la cabeza de una taza de café.
A pesar de su extrañeza, el Italian Brainrot, originado a principios de este año, se ha convertido en un fenómeno viral increíble. Prácticamente, ha sustituido a Pokémon entre el fanatismo de los más pequeños, aunque su impacto también llega a adolescentes e incluso adultos. “A mí me hace risa. Creo que el hecho de poder aprovechar la IA como una herramienta loca que es capaz de explorar el absurdo con nuevas herramientas tan fáciles y rápidas es guay”, explica Kevin Gallego. “Pero también creo que es muy caduco. Es cuestión de semanas que todo este tema desaparezca. Lo que nace tan rápido también se va rápido”.
“Es una forma más de humor absurdo. Supongo que Capuchina Bailarina en su día sería el ‘van dos y se cae el de en medio’”, comenta La Prados. “Pero es curioso que lo que más nos gusta de la IA, de momento, es el error o lo absurdo. La IA es graciosa cuando hace una mano deforme con 6 dedos o crea un perro antropomorfo que baila. Creo que, cuanto más imperfecta es, más gracia nos hace”.
Mi hijo de cuatro años está obsesionado con los Brainrot. Y sí, al final lo ha creado la IA, pero algún loco ha tenido en la cabeza mezclar un cocodrilo con una avioneta para que salga Bombardino cocodrilo
“Mi hijo de cuatro años está obsesionado con los Brainrot. Y sí, al final lo ha creado la IA, pero algún loco ha tenido en la cabeza mezclar un cocodrilo con una avioneta para que salga Bombardino cocodrilo”, aclara Rubén Sartas. “Para mí, es una forma de coger todas las herramientas que nos da la tecnología, ponerle mucha imaginación humana y atreverse a hacer cosas sin sentido que acaban siendo graciosísimas”, resume Vanessa Valero.
Para Sartas, es una cuestión que se relaciona más en cómo funcionan las propias redes sociales: “En las redes funcionan los vídeos rápidos, los memes fáciles… es un contenido hecho por y para el consumismo rápido. Y eso la IA puede hacerlo mejor que la comedia más detallada”. Aun así, ninguno cree que vaya a ser más trascendental que un trend de TikTok momentáneo. Lo cuenta Montalvo: “Cada generación tiene sus memes y a esta le toca, por lo visto, con la IA. Para mí son cosas generacionales, lo que pasa es que ahora lo vertebran desde esta herramienta. A nosotros nos hacía gracia el Forever alone en su momento y ahora hace gracia el Tralalelo Tralalá”.
Un muro infranqueable
El origen de la comedia
La frontera entre los fenómenos que se están viralizando en la actualidad, como el Italian Brainrot o los vídeos generados por Veo 3, y la comedia más clásica que estamos acostumbrados a consumir —incluso la absurda— parece encontrarse en su motivación. Mientras un monólogo de stand up suele tener parte de sátira, ironía o costumbrismo que nos hace reflexionar, en el caso del humor generado por IA parece alejarse por completo de estos aspectos. De algún modo, es una prueba clara de que no hay un alma detrás que lo vertebre todo.
Así lo cree Txabi Franquesa: “Todo este material no deja de ser una anestesia para un alma dañada. Queremos ver humor donde a veces solo hay entretenimiento. Estos fenómenos surgen porque necesitamos algo que nos anestesie. Algo que nos haga olvidar la realidad, que nos haga pasar el tiempo, que nos tenga en un estado semi-catatónico. Pero la comedia es otra cosa. La comedia ayuda a olvidar, pero tiene que dar golpes mucho más fuertes para sacudir y a veces para hacer pensar o reflexionar. No solo tenernos en babia durante un tiempo determinado, sino que nos agite el cerebro y el corazón”.
La comedia no deja de ser una herramienta, para mí la única, para vencer auténticamente a la tragedia
“No cuenta nada nuevo, creo que funciona más como una simple anestesia. Por eso solo recurrimos a ella de forma puntual, porque aburre, toca fondo”, continúa Lara Palma. “Creo que cualquier forma de humor responde al momento vital que se está viviendo, pero no creo que pueda hacer nada transcendental. De hecho, ya casi nadie se acuerda del Tralalero Tralalá, porque en Internet todo es bastante efímero”, concluye La Prados.
Quizás, la principal diferencia se encuentre en el propio origen de la comedia. El humor no es algo que pueda surgir, según los entrevistados, de la nada más absoluta. Requiere un contexto y una reflexión para nacer, y eso es lo que puede marcar la diferencia entre el tipo de comedia que surge del humano y de la máquina.
“Hay mucha teoría de la comedia que puede copiar la IA, pero el humor nace del caos humano. La IA necesita que le des humanidad, que la metas en un papel para entender cómo funciona la comedia”, cuenta Gallego. No obstante, para Montalvo hay algo que no se puede replicar: “Llevo la frase ‘la comedia es cosa seria’ tatuada. El ser humano satiriza y exagera lo que le pasa, le saca humor; es una forma de poner en orden los acontecimientos y controlar cómo nos puede afectar. Entonces, necesita ese contexto para funcionar”.
“El humor nace de la tragedia”, termina de constatar Txabi Franquesa. “Todo viene del teatro clásico, con los polos opuestos que representan las máscaras: la tragedia y la comedia. Son extremos opuestos y uno lleva al otro. La tragedia más absoluta viene después de una exaltación, de la alegría. Y la comedia no deja de ser una herramienta, para mí la única, para vencer auténticamente a la tragedia”. Y por eso, explica, no cree que la IA pueda llegar nunca a expresar el humor de la misma forma: “No creo que tenga un trasfondo más allá que el mero entretenimiento. Por eso, el humor con IA no genera tanta expectación como el artesano”.






