Elon Musk acaba de fundar su propia ciudad. Por si no le valía con tener su propia red social, su propia compañía de coches eléctricos y robótica, y su propia agencia espacial con la que planea llegar a Marte, el magnate acaba de dar el paso más mesiánico en su carrera al crear una urbe de Estados Unidos. Su nombre es Starbase, debido a que hasta el momento era el emplazamiento fijo para los lanzamientos de SpaceX. Se sitúa en el desierto de Texas y ya es, oficialmente, un municipio registrado.
Esta ciudad ya ha sido declarada como tal después de una votación municipal, en la que las 283 personas empadronadas votaron la idea, a priori loca, de Musk, de convertir Boca Chica en Starbase. 212 personas votaron a favor, y tan solo 6 en contra. El nuevo alcalde es Robert Peden, vicepresidente de lanzamientos de la compañía, que se presentó solo a las “elecciones”. Pero ¿cómo es esta ciudad en realidad?
Busto en bronce de Elon Musk en Starbase.
Para empezar, la ciudad ya va coronada por algo que parece una especie de mezcla entre Corea del Norte y una ciudad creada por un niño aficionado a Minecraft: una estatua de bronce de 3 metros del propio Elon Musk con la inscripción “Elon, aka MemeLord”. Y bueno, la propia estatua parece una broma... pero sabemos que detrás del “humor” del CEO de X se oculta mucho de complejo real.
Esto no es lo único extraño que hay en el municipio. También cuenta con calles con nombres como “Memes Street”, y a la vez dice ser el epicentro de la futura colonización de Marte. Entre la comedia de niño pequeño y la innovación futurista, se erige este complejo en el que quienes viven parecen estar aferrados a la visión única de Musk.
Actualmente, la separación entre el gobierno local de Starbase y la empresa es inexistente. SpaceX es el Estado. La estructura confiere a la empresa el control sobre licencias de construcción, impuestos municipales e incluso servicios de emergencia como bomberos y policía. Y eso se puede ver tanto en su alcalde como en los dos regidores municipales que le acompañan, tamibén arrelados en la empresa.
“Es el salvaje oeste y el futuro a la vez”, resume Caesar G, youtuber especializado en lanzamientos espaciales, sobre la propia ciudad. “Estamos capturando cohetes en el aire. Es lo más emocionante que ha pasado en ingeniería en décadas.”
Nave de SpaceX saliendo de Starbase.
El paisaje de Starbase parece sacado de una distopía satírica. Tres cohetes Starship erguidos como obeliscos futuristas dominan el horizonte. Airstreams cromadas alineadas con precisión militar albergan a los trabajadores. Cybertrucks patrullan las calles. Las cámaras de seguridad están por todas partes. Hay murales del perro Doge y señales de tráfico con memes. Las antiguas calles de Boca Chica tienen nuevos nombres...
No a todos les parece tan bien esta conversión de Boca Chica en Starbase “Esto se parece más a un culto corporativo que a una comunidad abierta”, comenta a The Guardian Josette Cruz, habitante de un municipio colindante antes de la irrupción de Musk, en relación a la hipervigilancia de la ciudad. “Nos están desplazando en nombre de la exploración espacial.”
Y es que Boca Chica era una comunidad humilde, de mayoría latina, antes de la llegada de SpaceX. Cameron County, la provincia, tiene más de 400.000 habitantes, de los cuales cerca de una cuarta parte vive bajo el umbral de pobreza. Y, con la fundación de Starbase, el precio del alquiler ha subido más de un 30% en los últimos años. Muchos residentes se han visto obligados a abandonar la zona. “Mi alquiler pasó de 725 a 1.000 dólares. No puedo más”, denuncia Cruz.
La ciudad ha recibido donaciones de la fundación Musk para reformas escolares, pero la mayoría de los vecinos aseguran que los beneficios no compensan los costes. Las carreteras están en peor estado, los lanzamientos sacuden los cimientos de las casas, y la playa de Boca Chica —un parque estatal público— ha sido cerrada repetidamente al acceso civil.
Visitante haciendo una foto al busto de Elon Musk.
“Usar una comunidad empobrecida para hacer pruebas con cohetes es otra forma de racismo ambiental”, señala Bekah Hinojosa, activista arrestada en 2022 por escribir “gentrified stop SpaceX” en un mural financiado por Musk. Tres años después, aún espera juicio.
Musk ha defendido el proyecto como un paso esencial en su visión para “salvar a la humanidad” colonizando Marte. Sin embargo, de momento Starbase parece estar mucho más cerca del autoritarismo de Corea del Norte que del planeta rojo. “Tenemos tecnología para alcanzar Marte, pero no para arreglar nuestras propias calles”, ironiza un residente del lugar a The Guardian. Solo el tiempo dirá si este nuevo gran sueño de Musk termina siendo una utopía o una distopía. Pero, de momento, parece decantarse más hacia la segunda opción.


