En una sociedad hiperconectada donde no somos capaces de separarnos ni un segundo de nuestros smartphones, la desconexión se ha convertido en un lujo al alcance de muy pocos. En concreto, solo está al alcance de personas ricas que pueden prescindir de la presencia constante en el entorno digital.
Esto lleva años explorándose en retiros de todo tipo; desde balnearios especializados en el descanso hasta aislamientos en países como Tailandia, donde invitan a dejar lejos el smartphone para conectar con uno mismo. Pero la cosa ha ido a más con los “retiros de oscuridad”, lugares provistos para la meditación en los que no solo dejan fuera sus dispositivos móviles, sino que se adentran en lugares oscuros y se ponen antifaces para, literalmente, no ver nada.
Aunque se trata de una actividad elitista e hiperbólica a la que las personas mundanas no tenemos acceso —y, sinceramente, no tengo claro que muchos querramos tenerlo—, lo que los millonarios cuentan sobre estos retiros es de lo más interesante. Desde contar que les ha cambiado la vida hasta que solo les ha provocado pesadillas.
”Fue lo mejor que he hecho en mi vida. La vida vuelve a parecer simple” explica para Wired Dwight Howard, exjugador de la NBA. “Cuando te privas de todo estímulo visual externo —móvil, luz, televisión—, al final solo quedan los sueños, los pensamientos y la oscuridad”, especifica Jason Halbert, exvicepresidente de recursos humanos y seguridad global en Snap (Snapchat).

Habitación de Sky Cave Retreats.
Sin embargo, donde algunos ven un paraíso donde “comprenderme a mí mismo y al mundo”, como explica el cofundador de Ethereum Charles Hoskinson, otros solo ven pesadillas. “Las visiones eran demasiado intensas para soportarlas”, cuenta Aubrey Marcus, fundador de Onnit. “Vi sombras aterradoras que mordían mi alma, demonios de parálisis del sueño y una gran incapacidad para respirar”, añade el propio Hoskinson.
Algunos de los que visitan este retiro, aunque está pensado para durar como mínimo un fin de semana, no aguantan ni un solo día. Otros piensan en retirarse durante las primeras horas, pero acaban cogiéndole el gustillo a eso de la desconexión total y estar con uno mismo. Pero lo que está claro es que, para absolutamente todos, es una experiencia catalizadora.
“Me ayudó a reflexionar sobre cómo ser un mejor ser humano, profesional, padre, entrenador y esposo”, cuenta Halbert. Pero los incidentes son cada vez más habituales, y en algunos como el centro Sky Cave Retreats, ya no dejan que nadie pase más de cuatro noches... por lo que pueda pasar.
“Diría que apenas estamos rascando la superficie de lo que será esto dentro de cinco o diez años”, adiverte Scott Berman, el fundador de Sky Cave. Por lo que puede que solo estemos ante el principio de una de las muchas prácticas que nos invitan a dejar todo atrás y estar con nosotros mismos... siempre y cuando tengamos el dinero suficiente para pagarlo.