Marc Masip, psicólogo experto en adicciones: “No puedes estar cada día con el móvil durante la cena con tus hijos, si siempre estás con el teléfono delante de ellos, no los disfrutas ni estás educando bien”

Adicciones

Hablamos con Marc Masip, psicólogo fundador de Desconect@, centro sanitario que ayuda a los adolescentes y sus familias a la adicción a la tecnología

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Marc Masip.

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Nada es más habitual hoy día que ver a un grupo de adolescentes en un parque, sentados juntos en el mismo banco y, al mismo tiempo, separados por el móvil. Haciendo exactamente lo mismo que harán cuando lleguen a casa. Quedan por la misma razón por la que se le pone un espejo a un canario en su jaula: para sentirse acompañados, no para estarlo. Prácticamente, esto ya forma parte del paisaje de nuestra modernidad. El cuadro de Manet, hoy, se habría llamado Scrolleando sobre la hierba.

Sin embargo, ¿esta dependencia del móvil es suficiente como para denominarla adicción? Según el psicólogo Marc Masip, así es. Marc es el fundador de Desconect@, un centro sanitario que ayuda a los adolescentes y sus familias a mejorar su estado emocional, académico, familiar y social. Un tratamiento integral a través de psiquiatras, psicólogos, profesores y pedagogos que ya cuenta con tres centros en diferentes ciudades: Madrid, Barcelona y Málaga.

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Por sus manos, han pasado ya más de 5200 jóvenes con problemas de adicción a las pantallas. Hablamos con él de su centro, de conceptos como “nomofobia” o “dieta digital” y de una buena dosis de crítica al sistema.

Ha llegado a decir que las nuevas tecnologías son la “heroína del siglo XXI”. ¿Lo dice en un sentido clínico?

Tanto a mí como al resto de trabajadores de nuestro programa Desconect@, nos cuesta más trabajar con adolescentes adictos a las tecnologías que con los que consumen marihuana. La falta de conciencia, la normalización social y la imposibilidad de eliminar por completo el objeto de adicción lo hacen mucho más complejo. Desde el punto de vista clínico, tratar las adicciones comportamentales, como la adicción a las tecnologías, es mucho más difícil que tratar adicciones a sustancias como el alcohol o las drogas.

Marc Masip.

Marc Masip.

BBVA

¿Por qué?

Porque, en los casos de drogas, tanto adultos como adolescentes suelen ser conscientes de que tienen un problema y quieren dejarlo, aunque no puedan. Esa conciencia facilita el trabajo terapéutico. La metáfora con la heroína viene de ahí: al principio se consumía sin saber sus consecuencias. Lo mismo ha pasado con las tecnologías. Evidentemente, la heroína mata más que Instagram, pero el sufrimiento de una persona adicta, sea a las drogas o a Instagram, puede ser igual de limitante.

¿Cuándo se puede considerar a una persona adicta a las nuevas tecnologías? ¿Cuáles son las pautas y patrones de detección?

Hay un escollo en esto y es que la adicción a los videojuegos está reconocida oficialmente por organismos como la OMS, mientras que la adicción al móvil o a las redes sociales aún no lo está. Pero bueno, digamos que para que haya un diagnóstico clínico, debe existir una afectación significativa durante al menos seis meses en áreas clave de la vida: familia, vida social o ámbito académico/laboral. 

Las redes sociales son un potenciador brutal del malestar. Si estás mal y lo publicas, de repente te aparece contenido sobre cómo autolesionarte o incluso cómo suicidarte

Marc Masippsicólogo experto en adicciones

¿Y cómo se detecta algo así?

En la práctica clínica, lo más revelador no es tanto el síndrome de abstinencia como la sustitución de actividades necesarias o beneficiosas (como dormir, comer o estudiar) por el uso de pantallas. Por otro lado, como he dicho antes, muchos casos no son adicciones puras, sino patologías duales, donde el uso excesivo de tecnología es síntoma de un problema más profundo. En Desconect@, solo un 5-10% de los pacientes tienen adicción tecnológica pura. La mayoría necesita abordar lo que hay detrás de ese uso problemático. Al tratar la causa subyacente, el vínculo con la tecnología cambia.

La adicción al móvil sería entonces un potenciador o una patología, digamos, “esbirra” de otras patologías.

Justamente, yo suelo utilizar esa palabra: potenciador. Para mí, las redes sociales son un potenciador brutal del malestar. Si estás mal y lo publicas, de repente te aparece contenido sobre cómo autolesionarte o incluso cómo suicidarte. Eso pasa, y lo veo. Por eso, yo sí prohibiría ciertos contenidos en Internet, como el acceso a la pornografía en menores, el contenido autolesivo, suicida y violento. Nada más. Aunque también pondría una edad mínima real y controlada de uso del móvil. Luego, claro, cada familia decide cuándo y cómo da acceso a las pantallas, pero ese mínimo de control tendría que estar sí o sí.

Casi la mitad de los niños de entre 8 y 11 años de Barcelona tienen móvil

Las redes sociales son un potenciador brutal del malestar, según Marc Masip. 

CC0

En tu libro Desconecta, habla de una “dieta digital” para superar la adicción al móvil y las nuevas tecnologías. ¿En qué consiste?

Las dietas digitales deben ser siempre personalizadas. Para menores, las establecen padres y profesionales; para adultos, cada uno decide, con ayuda si quiere. Hay reglas básicas para todos, como no usar el móvil al conducir o no dormir con él cerca, que son claras y necesarias. Cada persona tiene sus propias dificultades: por ejemplo, puede que alguien quiera dejar TikTok, pero se siga sintiendo atraído por ciertos contenidos que son clave para él profesionalmente y que le pueden ayudar. Esta persona entonces tiene que encontrar un equilibrio. Por eso, la dieta digital debe adaptarse a cada caso, combinando normas generales con soluciones individuales.

Pero si dice que es como una droga, ¿lo suyo no es dejarlo? No le decimos a un adicto al crack que consuma con moderación.

Ese es el gran problema: con las drogas al menos sabe a qué atenerse y nadie pone en cuestión que todo empieza por dejarlo. Con la tecnología, este aspecto resulta mucho más complicado. No puedes quitarle el WhatsApp a un chico de 16 años y decirle que se desconecte de todo. Eso no funciona. También te digo que, en Madrid, hicimos un experimento: a 100 pacientes con distintos trastornos les cortamos el acceso a la red un tiempo al empezar el tratamiento. Pues el 98% mejoraron mucho. Desde entonces, siempre con la familia implicada, hacemos esa pequeña desconexión para después enseñarles a usar la tecnología bien. Pero es superdifícil que un niño que venía mal usándola ahora entienda que tiene que cambiar. Y a los que dicen que no sé de adicciones, les digo que he tratado a muchísima gente, pero que esto es muy complicado y para que el paciente lo entienda, un lío.

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¿Qué es la nomofobia y qué propone para superar este miedo? ¿Cree que tiene que ver también con ese nuevo término llamado FOMO?

Yo veo la nomofobia y el FOMO —Fear of Missing Out— como cosas distintas pero conectadas. La nomofobia es ese miedo irracional a estar sin el móvil: salir de casa sin él, quedarte sin batería o sin cobertura. Y eso conecta directo con el FOMO, ese ”¿qué me estaré perdiendo?”, el miedo a no estar “in”. Lo curioso es que, muchas veces, al final no pasa nada. Te reconectas y no te has perdido gran cosa… Pero ese malestar es real. La nomofobia se acerca mucho al concepto de adicción, aunque no nos atrevemos a llamarla así porque la adicción al móvil aún no está reconocida oficialmente. Yo no uso la palabra nomofobia clínicamente, pero sí me sirve para explicar al público que ojo, si te sientes así, puede que estés abusando del móvil. Es una señal de alerta, una forma de acercarse a un posible problema de fondo.

En su libro menciona que el 21,3% de los adolescentes tiene algún problema relacionado con la tecnología. ¿Se centra solo en este sector poblacional o trata también a adultos?

Con adultos no trabajo, o casi nada. Algún caso aislado, pero no es lo mío. Eso sí, al final acabas trabajando indirectamente con ellos: padres, madres, abuelos... pero pacientes adultos, pocos. De hecho, apenas recibimos llamadas de adultos que pidan ayuda para ellos mismos. Siempre es “mi pareja”, “mi hermano”… Pero ellos, nada. Y si te fijas, no hay recursos reales para adultos con adicción tecnológica. A lo sumo, un retiro tipo spa.

Últimamente veo un cambio: muchos padres jóvenes ya no quieren pantallas para sus hijos

Marc Masippsicólogo experto en adicciones

Rollo tercera temporada de The White Lotus.

Sí, algo así. El adulto de hoy vivió sin tecnología. Puede usarla mal, sí, pero tiene el recuerdo de cómo era vivir sin móvil. Puede comparar, y eso es clave. En cambio, los jóvenes de ahora solo han vivido con pantallas. Y así se lo hemos vendido. Aunque últimamente veo un cambio: muchos padres jóvenes ya no quieren pantallas para sus hijos. Ya no es como antes, que enseñaban orgullosos lo bien que manejaban la tablet. Ahora lo esconden. Nos hemos dado cuenta de que no está bien. Y eso, para mí, es un buen signo

¿Cree que los padres deben dejar de lado el móvil por completo cuando estén con sus hijos?

El adulto es adulto. Igual que puede tomarse una cerveza o conducir —cosas que un niño no—, también puede usar el móvil en momentos puntuales, aunque no sea el contexto ideal. Si estoy cenando con mis hijos y me llega una llamada importante del trabajo, puedo atenderla. Lo que no puedo hacer es estar cada día con el móvil durante la cena. Hay que aplicar sentido común. No se trata de prohibirse todo, sino de no abusar. Si siempre estás con el móvil delante de tus hijos, no los disfrutas ni estás educando bien. El adulto debe poder romper sus propias normas en casos excepcionales, pero sabiendo por qué y cuándo lo hace.

Marc Masip.

Marc Masip.

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¿Cuáles son las consecuencias más comunes que observa en jóvenes con uso abusivo de las tecnologías?

Los problemas más comunes y graves que veo son el bajo rendimiento escolar, los conflictos familiares, las dificultades entre iguales, el absentismo ligado a la fobia social… Y, cómo no, el tema de la autoestima y la necesidad de pertenecer a un grupo, que es muy propio de la adolescencia, donde se exponen muchísimo.

¿Cree que el uso didáctico de los dispositivos electrónicos en el aula puede ayudar a que los jóvenes los asocien con una tarea en lugar de como un instrumento de ocio?

Es muy complicado. En Desconect@, en nuestras aulas no hay pantallas. Ni en clase ni en el patio. Y nos va muy bien. Este año, incluso, una alumna ha sacado matrícula de honor y va a entrar en Medicina. Eso me reafirma: las pantallas no deben estar en el colegio. ¿Que si creo en que hay que adquirir competencias digitales? Sí, claro: Excel, PowerPoint, Word, Canva para una exposición oral… eso tiene sentido. Pero no móviles ni tablets en clase. No lo van a usar bien, es imposible. Están diseñadas para enganchar, y si das a elegir entre TikTok y mates, la mayoría elige TikTok. Además, ningún niño será un inútil por no tener un iPad con 12 años. A los 15 lo cogen y ya saben usarlo. Así que menos miedo con eso. Prefiero que aprendan a hacer una exposición y a escribir con sentido crítico que a saber quién es la última tiktoker de moda.

Faltan profesionales en todos lados, tanto en la pública como en la privada

Marc Masippsicólogo experto en adicciones

¿Están los psicólogos adjuntos a los centros de enseñanza abordando esta cuestión con suficiente fuerza? ¿Están preparados al respecto?

Faltan profesionales en todos lados, tanto en la pública como en la privada. Y, además, están apareciendo centros sin licencia ni control, gente que trabaja desde casa, cobra por Bizum y no tiene historia clínica. Esto no puede ser, hay que regularlo ya. En los colegios, igual: sean públicos, privados o concertados, no se invierte lo suficiente en salud mental. Muchos centros tienen un solo psicólogo para mil alumnos, que además hace de orientador. En Desconect@, por cada 100 alumnos tengo 11 psicólogos, 2 psiquiatras, 2 monitores, 17 profesores, coordinadores académicos y 2 directores. ¿Es mucho? No. Es lo que merecen. Porque la atención no es solo para el alumno, también para su entorno: padres, madres, abuelos… y eso requiere recursos.

¿Qué papel juegan las leyes y regulaciones en el control del uso de tecnologías por parte de los menores? En otras ocasiones, ha señalado la falta de normas y leyes como un problema en España.

Ahora mismo tienen un papel totalmente ausente. Que en Desconect@ no quede una plaza libre no es una buena noticia. Significa que hay una necesidad educativa no cubierta y un problema creciente de salud mental en adolescentes. Si esto se resolviera bien desde el sistema educativo, mis servicios no serían necesarios. Y sin problema te digo que me alegraría y me buscaría otro trabajo. Para solucionar esto, necesitamos leyes estatales claras que regulen el uso de la tecnología. Pero no se hace.

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¿Por qué cree que no se hace?

Porque las tecnológicas están en Luxemburgo, Lituania o donde sea, y no se pueden tocar. Lo hemos visto: ni Meta, que parecía más abierta a la regulación, ha seguido por ese camino. Vamos justo en la dirección contraria. Y sin un marco legal, no se puede educar bien. Además, donde las familias no pueden poner límites, debería hacerlo el Estado, como con el alcohol. No es tanto prohibir la venta de móviles, sino regular el acceso. Si pones el límite en 16 años, por ejemplo, ya no habría tanta presión para comprarlos. Porque los móviles se venden por lo que hay dentro, no por el diseño. Si no tuvieran redes, los niños ni los pedirían.

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