Imagínate esto: entras en un edificio custodiado por policías, escáneres, detectores de metales y sistemas de reconocimiento facial y huellas dactilares. Decenas de drones sobrevuelan la zona. Pero no es una prisión de alta seguridad. Es… un examen. El famoso Gaokao, la selectividad china. Cada año, 13 millones de estudiantes chinos se enfrentan a tres días de infierno. El Gaokao no es solo un examen: es un ritual iniciático. Es el Calvario, el Everest, el Juicio Final de los exámenes, el “sálvese quien pueda” educativo.
El Gaokao no solo es difícil. Es brutal. El Gaokao te exige memorizar libros enteros, resolver problemas matemáticos a nivel de ingeniería espacial y escribir ensayos filosóficos como si fueras Confucio resucitado.
La presión es devastadora. Un buen resultado puede convertirte en médico, ingeniero o científico. Uno malo puede condenarte a pasarte el resto de tu vida vendiendo noodles en el metro de Pekín o empaquetando camisetas de 2,50 € para Shein.
Por eso, en China, las familias lo apuestan todo al Gaokao: alquilan pisos cerca de los centros de examen para evitar que el ruido o el tráfico alteren la concentración del estudiante. Otras hacen rituales esotéricos, contratan psicólogos, chamanes o profesores particulares que les cuestan un dinero que no tienen... Todo para intentar que su hijo, pobre criatura, no se derrumbe.

Estudiantes haciendo un examen el Gaokao, la selectividad china.
Trampas de alta tecnología
El gobierno chino defiende el examen como una herramienta de igualdad de oportunidades. “Copiar no es solo hacer trampas al sistema, es traicionar a la nación”, dice el China Daily. Incluso los vehículos que transportan los exámenes están vigilados como si fueran secretos de Estado.
Las copias se custodian en búnkeres de acero y solo pueden abrirlas tres personas con llaves distintas. De hecho, hacer trampas en el Gaokao es delito penal desde 2015 y puede acarrear penas de hasta 15 años de prisión. Y, aun así, las trampas no dejan de evolucionar.
Bienvenidos al Gaokao 2.0
Auriculares invisibles, gafas con cámara y transmisor 5G, bolígrafos que vibran con códigos secretos, chips ocultos en la ropa interior… y mafias organizadas que, gracias a la IA, resuelven las pruebas en tiempo real y las retransmiten a los alumnos que han pagado.
En 2018, se detuvieron a más de 50 miembros de 12 bandas criminales, y se confiscaron más de 100.000 dispositivos electrónicos. La operación movía millones de dólares.
El contraataque: IA contra IA
Cuando las trampas son tan sofisticadas, la vigilancia tiene que ser paranoica. Y si hay un lugar donde la paranoia se practica como una ciencia, es China. El gobierno despliega tecnología punta para cazar a los tramposos: cámaras con reconocimiento facial; inhibidores de señal y detectores de radiofrecuencia; drones de vigilancia, algoritmos que detectan comportamientos sospechosos; agentes secretos infiltrados entre los alumnos (!)
Pero este año, la lucha contra las trampas en el Gaokao ha ido aún más lejos: las empresas chinas de inteligencia artificial han bloqueado funcionalidades para evitar ayudar, aunque sea de forma involuntaria, a quienes quieren copiar.
Mientras los estudiantes afrontaban su destino académico, algunas de las principales empresas chinas de IA desactivaron funciones específicas durante las horas del examen. Una de ellas —el gigante Tencent— lo justificó explícitamente. “Querido usuario, para garantizar la justicia del Gaokao, esta función no estará disponible durante las horas del examen. Tencent desea mucha suerte a los estudiantes”, decía en respuesta a intentos de enviar fotos de exámenes durante el horario de pruebas.
También Baidu, Alibaba o DeepSeek bloquearon la carga de fotos de exámenes durante ese mismo periodo. Y Doubao, la app de IA propiedad de ByteDance (la misma empresa que TikTok), también bloqueaba la carga de fotos de exámenes, aunque permitía el resto.
Una batalla entre IA y IA. Una guerra entre trampas y contraespionaje digital.

Estudiantes haciendo un examen del Gaokao, la selectividad china.
¿Y todo esto… para qué?
Como decía Howard Gardner, psicólogo y autor de la teoría de las inteligencias múltiples: “El sistema educativo está demasiado preocupado por las notas y demasiado poco por el aprendizaje real”.
Einstein lo remataba así: “La educación es lo que queda cuando olvidamos todo lo que nos han enseñado”.
Y un filósofo anónimo lo dejaba aún más claro: “Los exámenes son una forma sofisticada de tortura”.
Estudiantes del mundo… si creéis que vuestra selectividad es dura, dad gracias a Buda de no haber nacido en China. Aquí, al menos, no os sobrevuela un dron mientras hacéis el examen. Y si copiáis, os suspenden. Allí… puede que os condenen a 7 años de trabajos forzados.
Josep Maria Mainat es un referente de la televisión, productor (creador de Gestmusic) y exmiembro de La Trinca. También es programador informático y un gran aficionado a la ciencia y la tecnología, autor de libros como Ciencia optimista.