El 79% de los empleos femeninos podrían ser sustituidos por una IA: “La inteligencia artificial está reforzando la desigualdad ya existente entre hombres y mujeres”

Igualdad digital

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El 79% de las mujeres son susceptibles a ser sustituidas por una IA.

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Getty Images

La pasada Navidad, cuatro recepcionistas de un centro de salud fueron despedidas de golpe. Su reemplazo fue un sistema de inteligencia artificial que gestiona llamadas y correos electrónicos. Una IA capaz de llevar a cabo las tareas más automáticas de atención al cliente. “Nos pidieron que ayudáramos a configurar el sistema que nos sustituiría”, explica Carla, una de las afectadas. “Fue una decisión repentina que ninguna esperábamos.”

Sin embargo, esta situación está muy lejos de ser un caso aislado. Cada vez hay más trabajos que se están sustituyendo por sistemas de automatización. Es un drama en el que están incurriendo programadores, hosteleros y muchos otros trabajadores. Y es especialmente preocupante para las mujeres.

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Un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que las mujeres tienen tres veces más probabilidades que los hombres de perder sus empleos debido a la automatización impulsada por la inteligencia artificial. Esto se debe a que muchos puestos de trabajo ocupados mayoritariamente por mujeres, como la administración y la atención al cliente, son altamente susceptibles a la automatización.

Además, un estudio de Kenan Institute revela que el 79% de las mujeres trabajan en ocupaciones susceptibles a la disrupción por IA, en comparación con un porcentaje menor en el caso de los hombres. Esto se debe a que muchas mujeres están empleadas en roles de oficina y administrativos, que son más fácilmente automatizables. 

Judith Membrives, investigadora del IN3 de la UOC y responsable de IA y Derechos Humanos en Lafede, aclara que “la IA está reforzando patrones de desigualdad ya existentes: las tareas que se automatizan primero son aquellas menos valoradas socialmente, como el apoyo administrativo o la gestión emocional, que muchas veces se consideran ‘soft skills’, pero son fundamentales.”

La IA destaca sesgos machistas que ya ocurren en la industria.

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Diseño: Selu Manzano

Brecha digital y de género

El 79% de las mujeres trabajan en ocupaciones susceptibles a ser sustituidas por IA

En el contexto nacional, la problemática no es menor. El 71% de los puestos administrativos en España están ocupados por mujeres, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), y se trata de una de las categorías con mayor riesgo de automatización. 

En sectores como la banca, por ejemplo, los recientes procesos de digitalización han venido acompañados de miles de despidos, muchos de ellos de trabajadoras veteranas que no fueron reubicadas en departamentos tecnológicos. Asimismo, los procesos de externalización en áreas como atención telefónica, muy feminizadas, han facilitado la entrada de soluciones automatizadas como los chatbots, reduciendo el número de contratos estables. Además, por supuesto, de empeorar el servicio ofrecido que afecta mayoritariamente a aquellos más vulnerables a estos cambios.

La IA está reforzando patrones de desigualdad ya existentes: las tareas que se automatizan primero son aquellas menos valoradas socialmente

Judith Membrivesinvestigadora del IN3 de la UOC y responsable de IA y Derechos Humanos en Lafede

Según un informe del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), el 60% de las mujeres ocupadas en España trabaja en los sectores más expuestos a la automatización, como la administración, la hostelería, el comercio o los cuidados. A pesar de representar más del 55% del empleo en el ámbito de la atención sociosanitaria, su participación en el sector tecnológico apenas supera el 20%. 

Esta brecha acentúa la vulnerabilidad femenina en un panorama laboral que tiende a valorar crecientemente las competencias digitales. En la administración pública, de hecho, diversos procesos de digitalización también han reducido la presencia de personal administrativo, un colectivo ampliamente feminizado.

Pero no solo la administración y la banca son susceptibles a este gran reemplazo. Casos como el de grandes cadenas de supermercados que han sustituido el personal de caja —compuesto mayoritariamente por mujeres— por sistemas de autocobro ilustran cómo la automatización avanza en el ámbito cotidiano sin apenas debate público. Aunque nos quieran hacer creer que se generan nuevos puestos de trabajo, la realidad es otra. Membrives amplifica esta lectura y añade: “La IA no solo replica sesgos, los sistematiza a escala. El problema es político y tiene que ver con quién diseña la tecnología y con qué objetivos.”

El robot Optimus, de Tesla.

El robot Optimus, de Tesla.

X/Tesla_Optimus

Esta lectura es compartida también por Aina Gallego, profesora del Institut Barcelona d'Estudis Internacionals (IBEI) y experta en economía política. “Las tareas administrativas, de atención al cliente, recursos humanos o marketing, donde trabajan muchas mujeres, son cognitivas pero rutinarias, y fácilmente automatizables por IA”, explica. Gallego matiza que “la IA transformará el mercado laboral a gran velocidad, pero el principal eje de desigualdad será entre quienes controlan el capital tecnológico y quienes no.”

Aunque reconoce que “los discursos más críticos sobre género e IA suelen apoyarse en casos anecdóticos”, también subraya que “las mujeres están sobrerrepresentadas en las ocupaciones más expuestas, y eso no puede ignorarse.”

Gallego también apunta que “las políticas activas de empleo son clave para proteger a la población vulnerable, pero harán falta medidas más ambiciosas como las rentas mínimas universales.” E insiste: “Invertir en formación digital es necesario, pero no suficiente: sin políticas de redistribución, la brecha se ampliará. La sociedad todavía no ha tomado conciencia de la magnitud del cambio que supone la IA. Es una revolución como la industrial, pero mucho más rápida.”

Las mujeres están sobrerrepresentadas en las ocupaciones más expuestas, y eso no puede ignorarse

Aina Gallegoprofesora del Institut Barcelona d'Estudis Internacionals (IBEI)

Por su parte, Membrives insiste en que este cambio no puede tratarse como un simple avance técnico: “Solemos hablar de transición digital ‘justa’, pero esa justicia se define desde despachos lejanos, sin presencia de los colectivos afectados. Es imprescindible incorporar miradas feministas que reconozcan el valor del trabajo más allá de la productividad”. Y alerta sobre los riesgos de digitalizar tareas de cuidado o educación: “La IA tiende a reducir la complejidad de las relaciones humanas a datos cuantificables, y eso erosiona el vínculo y la confianza.”

Una afirmación que conecta con otra preocupación de Membrives: “Con la IA se introducen formas de control y segmentación que precariza aún más trabajos ya frágiles. Para evitarlo, se necesita regulación valiente y también acción colectiva desde sindicatos y movimientos sociales.” En esa línea, defiende que “la administración debería tener un papel proactivo: evaluar el impacto antes de implantar tecnologías, garantizar la transparencia y promover alternativas tecnológicas éticas y abiertas.”

Es imprescindible incorporar miradas feministas que reconozcan el valor del trabajo más allá de la productividad

Judith Membrivesinvestigadora del IN3 de la UOC y responsable de IA y Derechos Humanos en Lafede

Pero, por encima de todo, Gallego como Membrives coinciden en que no hay que dar la tecnología por inevitable ni neutral. “Las decisiones tecnológicas se presentan como técnicas, pero son profundamente políticas. Automatizar no es solo una cuestión de eficiencia, sino de cómo se distribuye el poder y qué vidas se consideran prescindibles”, constata Membrives.

Lejos de ser una herramienta objetiva o neutra, la inteligencia artificial refleja y amplifica desigualdades ya existentes. Existen numerosos ejemplos: sistemas de IA aplicados en procesos de contratación que penalizan a mujeres que han tomado licencias por maternidad, algoritmos entrenados con datos sesgados que perpetúan patrones de exclusión, modelos que asocian liderazgo con rasgos tradicionalmente masculinos... Si no se diseña y regula con una perspectiva de género, la IA puede consolidar nuevas fronteras de discriminación silenciosa.

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Ante este panorama, se vuelve urgente que gobiernos, empresas y organizaciones laborales implementen políticas inclusivas con enfoque feminista e interseccional. Esto implica desde diseñar programas de reentrenamiento digital hasta garantizar el acceso de las mujeres a puestos técnicos y de liderazgo, y establecer mecanismos de evaluación ética para los sistemas de IA. Solo así la transición digital podrá ser verdaderamente justa.

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