El economista turco-estadounidense Daron Acemoglu es una de las voces más influyentes del pensamiento económico contemporáneo. Profesor en el MIT y Premio Fronteras del Conocimiento otorgado por la Fundación BBVA, su trabajo ha marcado un antes y un después en la comprensión de la economía capitalista en el siglo XXI.
Junto a James A. Robinson, Acemolgu escribió Why Nations Fail, un libro clave para entender por qué algunas sociedades prosperan y otras permanecen atrapadas en la pobreza. Pero ahora Acemoglu ha puesto el foco sobre un poder que considera aún más determinante que el de las propias naciones: el de las grandes tecnológicas.
“Nunca antes habíamos tenido empresas tan poderosas”, afirma Acemoglu en una entrevista para Ethic. Para él, gigantes como Google, Amazon, Meta o Microsoft no solo concentran enormes beneficios económicos, sino que también configuran los hilos más profundos de la vida moderna. “Controlan las fibras mismas de nuestra sociedad: cómo accedemos a la información, cómo nos relacionamos, cómo se toman decisiones políticas y sociales”, advierte.

Daron Acemoglu, Nobel de Economía.
Las tecnológicas albergan un poder sin precedentes
A pesar de su especialidad, la preocupación de Acemoglu no es solo económica; también es institucional y democrática. El economista sostiene que el modelo de negocio de las tecnológicas se ha basado en “una economía de la vigilancia” que erosiona derechos fundamentales. “La inteligencia artificial ha sido dirigida por grandes tecnológicas hacia modelos que consolidan su poder, recolectando datos y ofreciendo productos que aumentan la dependencia de los usuarios”, explica.
En su visión, el desarrollo tecnológico ha quedado en manos de unas pocas corporaciones que no rinden cuentas ante la sociedad: “La promesa de la tecnología era crear oportunidades para todos, pero lo que tenemos es un sistema único que concentra poder y riqueza”.
La innovación no tiene por qué estar al servicio del poder corporativo. Podemos reorientarla para mejorar la productividad, la salud, la educación, el trabajo humano”.
Acemoglu advierte que esta concentración pone en peligro el equilibrio democrático: “Cuando un puñado de compañías define qué vemos, qué leemos, con quién hablamos o cómo se gestionan los servicios públicos, no estamos en una economía de mercado libre, sino en una plutocracia algorítmica”.
Pero, lejos de caer en el catastrofismo, Acemoglu cree que aún es posible recuperar el rumbo. Su propuesta es clara: redirigir la tecnología hacia objetivos que beneficien a la mayoría y restaurar los mecanismos de control democrático. “La innovación no tiene por qué estar al servicio del poder corporativo. Podemos reorientarla para mejorar la productividad, la salud, la educación, el trabajo humano”.

Daron Acemoglu, Nobel de Economía.
En su reciente libro Power and Progress, escrito junto a Simon Johnson, insiste en que la historia está llena de ejemplos en los que el progreso técnico no trajo automáticamente mejoras sociales. “El cambio tecnológico puede ser una bendición o una maldición, depende de cómo se gobierne”, subraya. Por eso, aboga por una regulación más estricta y por reforzar el papel del Estado como garante del interés público. “Necesitamos gobiernos fuertes, ciudadanos informados y un debate democrático sobre el rumbo que debe tomar la tecnología”, advierte.
Así, frente al entusiasmo ingenuo con el que muchos recibieron la expansión de internet, las redes sociales y la IA, Acemoglu ofrece una mirada crítica, pero esperanzada. Sostiene que aún estamos a tiempo de construir una infraestructura digital que refuerce las libertades en lugar de restringirlas.
“El futuro de la democracia pasa por recuperar el control de la tecnología. No podemos dejarla en manos de cinco empresas que responden solo a sus accionistas”, concluye.