Hace unos 10 años fui a un festival musical de verano que tuvo un cabeza de cartel inesperado: la red móvil no aguantó la afluencia masiva de público y las barras no podían cobrar la bebida, la taquilla no podía emitir las entradas, los medios no podían informar e incluso algunos artistas no se podían comunicar con algunos miembros del equipo, con los que hablaban a través del móvil. Un caos, mucho calor y todavía más sed.
Las cosas, afortunadamente, han cambiado y se puede contratar cobertura de refuerzo para que nada falle. Sin embargo, es una operación costosa que no siempre funciona como debería. Sin embargo, lo que han montado en el festival Cruïlla, que se celebra esta semana, da mucha más tranquilidad.
Hablamos con los responsables de tecnología del festival y de la operadora Vera para entender cómo se construye una infraestructura digital a medida para los conciertos del futuro y otros acontecimientos masivos.
El responsable de innovación del Cruïlla, David Rocasalbas, también recuerda que no hace mucho, las cosas eran más complicadas. “Hoy, en cambio, basta con una pulsera. Una de esas que guarda no solo tu entrada, sino también tu dinero, por donde entras, por donde sales... La clave está en una conectividad pensada para que no falle, ni siquiera cuando hay 25.000 personas conectadas a tus puntos de acceso. Y eso hace que la experiencia de usuario sea mucho más cómoda”.
La clave está en una conectividad pensada para que no falle, ni siquiera cuando hay 25.000 personas conectadas a tus puntos de acceso

El festival Cruïlla, en el recinto del Fòrum.
El trabajo que hay detrás
Tecnología que no se ve, pero se nota
Las pulseras NFC almacenan toda la información y se comunican en tiempo real con los terminales gracias a una red robusta. Lo importante es que funcione, pero sin que el público tenga que pensarlo.
Esa red no se improvisa. Detrás está el equipo de la operadora Vera, y en especial Joan Gaudes, técnico de eventos. “No nos basta con confiar en la red móvil”, explica. “Lo que hacemos es desplegar nuestra propia infraestructura wifi orientada: entradas, barras, escenarios, camerinos, puntos de recarga de saldo… todo está conectado a un sistema que garantiza que los datos viajen sin cuellos de botella”. El concepto es una red mallada con puntos de acceso que se comunican entre sí y que incluso pueden redirigir tráfico si una parte falla.
No nos basta con confiar en la red móvil. Nosotros desplegamos nuestra propia infraestructura wifi orientada

Expertos de Vera instalan la fibra por todo el recinto.
Conectividad wifi, antes que 5G
Cuando alguien te habla de puntos de acceso wifi, lo primero que te viene a la cabeza es la falta de seguridad y que alguien intercepte tus comunicaciones para robarte. Pero el ingeniero me desmontó ese temor: “Cada usuario conectado tiene su propio canal virtual. No puede ver ni ser visto por otros dispositivos de la red”, aclara. “Este aislamiento digital evita que los datos circulen libremente entre móviles conectados a un mismo hotspot, un problema que solemos encontrar en aeropuertos o espacios públicos”.
La red del Cruïlla incluye desde dos kilómetros de fibra óptica en anillo hasta soluciones de backup por radioenlace o satélite. “Si se rompe un cable, la red se reconfigura automáticamente para seguir funcionando. El sistema está pensado para no detenerse nunca”, detalla Gaudes.
Si se rompe un cable, la red se reconfigura automáticamente para seguir funcionando. El sistema está pensado para no detenerse nunca

Todo fluye si la red de comunicaciones es robusta.
Conectividad en el Festival Cruïlla
Tecnología que se ve, y también se oye
Pero la infraestructura no solo sirve para cobrar copas o evitar colapsos. Desde hace dos años, Vera también utiliza su red para distribuir el audio y el vídeo de los conciertos entre medios acreditados, sin necesidad de tirar (más) cables por todo el recinto. “Las radios y teles pueden suscribirse a los canales de audio o vídeo de los escenarios para usar la señal en sus emisiones e informaciones”, apunta el técnico principal. “Queremos que esto crezca, que los técnicos de vídeo y sonido se integren con los de red para crear un ecosistema conjunto”.
Además, asegura que hay plena predisposición por todas las partes para llegar a establecer simbiosis tecnológicas que faciliten el trabajo a todos. “Y cuando alguien tiene dudas y ve que implantamos un sistema que funciona, rápidamente se apuntan”, añade el ingeniero de Vera.

Expertos de Vera preparan la red de comunicaciones del Cruïlla.
Del grafiti a la IA: el Cruïlla como laboratorio digital
Cada año, el festival busca nuevas formas de sorprender más allá de la música. “Colaboramos con la UAB y el Centre de Visió per Computació para ofrecer una experiencia de inteligencia artificial al público”, explica David Rocasalbas. “Este año, por ejemplo, los asistentes pueden generar su propio cartel de artista. El sistema te convierte en DJ o guitarrista, usando imagen e ilustración generativa”. El objetivo es llenar los espacios muertos entre conciertos y ofrecer al público algo más que espera.
“Otros festivales usan la tecnología desde el lado creativo de los artistas. Nosotros queremos usarla también para mejorar la experiencia de usuario”, asegura Roca.
El Cruïlla ya no es solo un festival de música. Es un pequeño ecosistema digital temporal donde todo depende de una red invisible pero imprescindible. Y lo que antes era un lujo —poder pagar, validar entradas o recibir una señal de prensa sin cortes— hoy es parte de la experiencia. Porque sin conexión, ya no hay cultura. Y sin cultura conectada, tampoco hay futuro.