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La ciudad del futuro se iba a construir en Senegal, pero algo salió mal: “Si esto se construyera en Dubái, lo aceptaríamos sin dudar,¿por qué no en África?”

Akon City

El músico Akon preparó, junto al arquitecto más importante de África, una ciudad que no se parecía a nada de lo que habíamos visto antes... pero los planes no salieron como debían

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Akon City.

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A cien kilómetros al sur de Dakar, entre caminos de tierra roja y donde la brisa del Atlántico golpea con fuerza, se extiende una enorme llanura sin construcciones donde ahora solo quedan los restos de una promesa que nunca fue. Allí, en Mbodiène, una región senegalesa poco acostumbrada al ruido mediático, un grupo de arquitectos trazó uno de los planes urbanos más ambiciosos que ha visto el continente africano. 

La región iba a llamarse Akon City, una ciudad inteligente que aspiraba a convertirse en símbolo de soberanía tecnológica y renacimiento urbano africano. Pero hoy, cinco años después de su anuncio, lo único que se alza en el terreno es una cancha de baloncesto y un edificio sin uso.

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“Si esto se construyera en Dubái, lo aceptaríamos sin dudar. ¿Por qué no en África?”, dijo en su momento Hussein Bakri, arquitecto libanés afincado en los Emiratos Árabes, frente a la prensa internacional. A su lado estaba el músico Akon, que prestaba no solo su nombre sino también su carisma global al proyecto. Juntos querían demostrar que el futuro no tenía por qué llegar desde el norte global. Podía nacer en África. 

Bakri tenía claro cómo iba a dar cada paso para la construcción de esta utopía. Desde su estudio en Dubái, había dirigido proyectos de alto nivel en Oriente Medio. Así, para Senegal imaginó una ciudad sin pasado, pero con vocación de futuro: ecológica, modular y plenamente interconectada. La planificación era milimétrica. Cada distrito tendría su propia identidad funcional —educación, salud, innovación, cultura— y todos estarían conectados por una red multimodal de transporte eléctrico. 

Akon City.

South China Morning Post

Los planos lo contemplaban todo: cápsulas subterráneas, trenes ligeros, vehículos autónomos y drones. No se trataba de importar modelos externos, sino de construir una ciudad desde cero, con raíces africanas y un alma futurista.

Akon City  seguía principios simbólicos africanos: formas curvas, núcleos descentralizados y armonía con el terreno. Cada cuatrocientos metros se preveían zonas verdes. Además, las fachadas usarían materiales híbridos adaptados al clima local, como acero ligero, vidrio fotovoltaico, techos verdes, envolventes bioclimáticas. Y todo estaría sensorizado: las farolas, los riegos, los residuos, el tráfico, el agua...  todo. Así, era una ciudad pensada como un sistema operativo autorregulado.

Akon City.

Terceros

La energía, de hecho, sería 100 % renovable. Una planta solar fotovoltaica de 120 megavatios se integraría con generación eólica. Y el sistema económico se articularía a través de Akoin, una criptomoneda diseñada para facilitar pagos cotidianos e impulsar la inclusión financiera en un país donde gran parte de la población carece de acceso a servicios bancarios. En palabras de Bakri, “no es solo una ciudad bonita, sino un modelo de vida”.

La criptomoneda Akoin, aún en fase piloto, no consiguió atraer la confianza esperada

Las cosas iban bien. El gobierno senegalés cedió el terreno y los inversores aplaudieron en las conferencias. Los renders circularon con entusiasmo en foros de arquitectura y tecnología. Pero, en el mundo real, nada se movía. La pandemia de COVID-19 retrasó las primeras licitaciones. La criptomoneda Akoin, aún en fase piloto, no consiguió atraer la confianza esperada. Las promesas de financiación —unos 6.000 millones de dólares, según las cifras oficiales— se diluyeron entre cambios de socios y mercados inestables. Para 2023, ya no quedaban plazos creíbles. En 2024, el gobierno comenzó a impacientarse. Y en 2025, retiró el 90 % del terreno cedido. Akon City, oficialmente, dejaba de existir.

Hoy, el solar de Mbodiène ha sido reconfigurado como parte de un nuevo plan turístico más tradicional. Hoteles y residencias de lujo para turistas... lo contrario que se prometía. Lo único que sí se construyó, con apoyo del artista, fue una cancha de baloncesto, una casa del deporte y un pequeño centro juvenil que los habitantes usan con orgullo, aunque sin conexión con la idea original. En el pueblo, algunos recuerdan con cierta tristeza la promesa. “Nos hablaron de universidades y energía limpia. Ahora vienen turistas, pero no es lo mismo”, cuenta Cheikh en Wired, un joven que vive a escasos metros del terreno cercado.

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En su estudio de Dubái, Hussein Bakri apenas ha dado declaraciones desde que el proyecto fue cancelado. Sus planos, sin embargo, circulan aún por congresos de urbanismo como ejemplo de planificación avanzada. 

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