El historiador Yuval Noah Harari reflexionó recientemente sobre las diferencias en el flujo de la información entre los regímenes totalitarios y los sistemas democráticos.
En su análisis compartido en redes sociales, comparó el modelo de la Unión Soviética estalinista con las democracias modernas, subrayando que “el totalitarismo, y las dictaduras en general, son un sistema de información centralizado. Toda la información fluye hacia un único centro, donde se toman todas las decisiones. Además, carece de mecanismos de autocorrección”.
Según explicó, en este tipo de regímenes, si el líder comete un error, no existen estructuras que permitan detectarlo y corregirlo. Sin embargo, Harari señaló que “la democracia, en cambio, es un sistema de información distribuido. No toda la información fluye hacia el centro”.
Para el historiador, este modelo otorga “la mayor autonomía posible a distintas personas, organizaciones, comunidades, empresas privadas, etc”.
Pese a ello aclaró que existen decisiones que deben permanecer bajo control central, como “si ir a la guerra o firmar la paz”, o aspectos clave como la emisión de moneda, que no puede dejarse a discreción de cada comunidad.
Desde su punto de vista, una de las grandes fortalezas de la democracia, es que incluso en los asuntos que se gestionan de manera centralizada, existen mecanismos para corregir errores.

Yuval Noah Harari
“El mecanismo más evidente son las elecciones: cada cierto número de años se prueba algo y, si no funciona o creemos que no está dando buenos resultados, podemos corregirlo sustituyendo a ese partido o político por otro”, apuntó.
Este proceso, destacó, es imposible en un sistema dictatorial. “En una dictadura no puedes decir: ‘Hemos cometido un error, probemos otra cosa’” dijo el israelí a modo de conclusión.