Lo que empezó como una consulta rápida y aparentemente inocente a ChatGPT acabó convirtiéndose en una pesadilla financiera para un hombre de 60 años que quería prejubilarse. Convencido por una respuesta de la inteligencia artificial, tomó la decisión de retirarse anticipadamente del mercado laboral… y ahora vive con solo 200 euros mensuales de pensión.
El caso, difundido por el abogado laboralista Ignacio de la Calzada, conocido en redes como @laboral_tips, ha encendido las alarmas sobre los límites de la inteligencia artificial en temas legales y económicos. Según relató el letrado, el afectado basó toda su solicitud de jubilación en una supuesta “disposición cuadragésima séptima” de la normativa de pensiones.
La IA le indicó que podía esperar una pensión de alrededor de 800 euros al mes, una cifra que, aunque modesta, le parecía viable. Pero la realidad fue muy distinta, ya que la Seguridad Social le reconoció solo el mínimo posible dentro del sistema, sin posibilidad de corrección futura.
Cuando la IA parece saber más de lo que realmente sabe
El error humano de confiar ciegamente en ChatGPT
El problema no fue del sistema público de pensiones, sino del origen de la información que el ciudadano utilizó para tomar su decisión. La llamada “alucinación” de la IA, el fenómeno por el cual los modelos de lenguaje inventan hechos que suenan verosímiles, tuvo consecuencias directas y graves.
Una vez tramitada la solicitud y aceptada por la administración, ya no había vuelta atrás. La cuantía quedó fijada de por vida. El resultado fue una prejubilación irreversible y una merma económica drástica.
“El error no fue de procedimiento, sino de información”, explica el abogado. “ChatGPT no es un abogado, ni un asesor financiero. Puede ser útil como herramienta de apoyo, pero nunca sustituye al criterio profesional”, añade.
Casos como este no son aislados. De hecho, en los últimos meses, varios usuarios han reportado haber recibido información errónea o inexacta de herramientas de IA generativa en temas tan sensibles como herencias, fiscalidad, inversiones o jubilación. Y las consecuencias, en muchos casos, van más allá de un simple malentendido.
Por eso, instituciones como la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) y la ESMA (Autoridad Europea de Valores) ya han advertido del riesgo de utilizar este tipo de tecnología como sustituto de la asesoría profesional en el ámbito financiero y legal.
En definitiva, la inteligencia artificial puede ser una herramienta útil, pero sigue necesitando supervisión, contexto y sentido crítico. Además, en decisiones que marcan el resto de una vida, como una jubilación, aún no hay mejor opción que el consejo humano informado.