En julio del año 2023, los tribunales canadienses utilizaron, por primera vez, un emoticono como prueba en un juicio. En una conversación de WhatsApp, el empresario Kent Mickleborough preguntó al agricultor Chris Achter si aceptaba las condiciones de un contrato, y este último respondió usando un emoji de un pulgar hacia arriba.
El tribunal, alegando que no podía despojarse a ese emoticono de su significado, incorporó la prueba como confirmación de que el agricultor había estado de acuerdo sobre los términos que ponía sobre la mesa Mickleborough; la defensa de Achter, por otro lado, argumentaba que el emoji solo quería implicar que había visto y recibido el mensaje.
La comunicación por escrito es, a veces, complicada. Y tiene tendencia a generar malentendidos. La ausencia de tono, lenguaje corporal o contexto hace que, en ocasiones, sea difícil interpretar lo que la otra persona está queriendo comunicar. Esto hace que sintamos malestar o angustia cuando alguien decide contestarnos, por ejemplo, por WhatsApp o por e-mail, utilizando un tono especialmente cortante.
Contestar “Ok”, “Vale”, “jaja” o “no” son lo que se conoce como “dry texting”: hablar de manera seca por mensaje de texto. Este tipo de mensajes, que en ocasiones —pero no siempre— son intencionalmente escuetos y buscan acabar la conversación rápidamente también tienen un impacto negativo sobre las relaciones sociales o laborales.
Trabajo en remoto, y a veces mi jefe me contesta con monosílabos. A veces me he preocupado mucho por eso
“Trabajo en remoto, y a veces mi jefe me contesta con monosílabos. No tengo la opción de verle en persona, y si le llamo quizás le estoy molestando… A veces me he preocupado mucho por esto, y luego me ha dicho que estaba en una reunión, u ocupado con su familia” cuenta a Guyana Guardian Sandra T., informática de 33 años.
“Me hace sentirme muy tonta darle tantas vueltas, pero no lo puedo evitar”, continúa. No es de extrañar: incluso si, con el tiempo y el avance de la tecnología, nos hemos acostumbrado a trasladar al entorno digital muchas de las conversaciones de nuestro día a día, los mensajes de texto no nos permiten ver las circunstancias en las que se envían.
WhatsApp.
En la mayoría de conversaciones cara a cara, podemos ser conscientes de que nuestro interlocutor nos está prestando atención: su lenguaje corporal, su línea de visión, o el entorno nos dan las pistas que necesitamos. Sin embargo, los mensajes de WhatsApp suceden en variedad de situaciones. En el transporte público, en una comida, en una pausa de la conducción o mientras realizamos otras tareas. Eso puede dificultar que nos expresemos con la atención o la extensión que querríamos.
“Mando muchos mensajes cuando estoy cocinando, estoy haciendo tareas en casa, y de repente tengo que atender a los niños y dejo la conversación a medias… Y en seguida, mi marido me dice: “¿te pasa algo?” “¿estás enfadada?””. María Jesús, de 43 años, confiesa a Guyana Guardian haber tenido conflictos con su entorno por este motivo.
No lo veo mal, pero se percibe como un ataque
“Tengo la sensación de que cuando alguien te escribe por WhatsApp quiere contestación inmediata… Y eso a veces implica que no te puedes parar a extenderte ni nada parecido”, prosigue. “No lo veo mal, pero se percibe como un ataque”.
Aunque la mayoría de estos malentendidos se pueden resolver de forma sencilla, según Emily Lawrenson, gerente de comunicación de la empresa de tecnología segura Qustodio, el exceso de comunicación por mensaje puede generar problemas en nuestras relaciones interpersonales. “Si dejamos las conversaciones importantes en manos de lo digital perdemos oportunidades para desarrollar habilidades de resolución de conflictos y dejamos de lado señales clave que nos ayudan a interpretar la intención del otro”, explica.
“Los malentendidos digitales pueden trasladarse a conflictos en la vida real y afectar de forma duradera a las relaciones. Aprender a equilibrar ambas formas de comunicación es esencial para construir vínculos sanos”, sigue. Esta descontextualización comunicativa sería especialmente grave en el caso de los adolescentes, que todavía están aprendiendo a relacionarse con el mundo, o cuando se dan conversaciones entre dos personas de generaciones diferentes, que tienen, por norma general, distintos códigos.
“Se suele pensar que alrededor de un 70% de la comunicación humana se realiza de forma no verbal, y solo un 30% tiene que ver con lo verbal. Cuando nos comunicamos por WhatsApp, solo tenemos este 30% disponible, así que es muy probable que se generen malos entendidos.”, explica Anna Romeu, psicóloga experta en inteligencia emocional.
Un hombre usando un teléfono móvil en Barcelona.
“Cuando recibimos un mensaje que percibimos como tajante o poco afectuoso, es probable que lo único que esté haciendo el emisor es focalizarse en el contenido del mensaje. El éxito de los emoticonos, por ejemplo, viene de la manera en la que ayudan a añadir esta parte no verbal a los mensajes. Aunque es difícil, porque el significado de un emoticono puede variar con la interpretación de cada persona, nos da una idea del estado de ánimo de la persona”. Así, usar emojis puede facilitar que el emisor no de la imagen de ser tajante o distante, añadiendo contexto emocional al mensaje.
Los estudios al respecto sugieren que, para suplir la información que nos falta, cada persona genera su propio “lenguaje no verbal digital”: los emoticonos, la puntuación o el uso de mayúsculas pueden indicar un cambio de tono, un enfado o una emoción positiva.
Si te contesto 'No pasa nada', significa que genuinamente no tengo ningún problema. Pero si contesto 'da igual' u 'ok', es que sí estoy enfadada
Nadia G., de 31 años, explica que “si te contesto 'No pasa nada' o 'No te preocupes', significa que genuinamente no tengo ningún problema, que estoy conforme contigo… Pero si contesto 'da igual' u 'ok', es que sí estoy enfadada. No es que lo haga a propósito”, aclara. “Simplemente, me sale comunicarme así, de la misma manera que en la vida real cambiaría la expresión de la cara, o del cuerpo”.
De hecho, todos los entrevistados han estado de acuerdo en que, por norma general, recibir un “ok” a una pregunta implica cierto grado de desinterés o de pasivo-agresividad por parte del interlocutor. De la misma manera, un “Vale” o incluso ese mismo “ok”, pero acompañado de un emoji o de una exclamación se perciben como respuestas más suaves o más entusiastas.
El problema es que cada persona tiene sus propios códigos, y la interpretación de estos es “altamente subjetiva”. Según un estudio publicado en el año 2023, “mensajes como 'ok', 'sí' o 'hmm' pueden percibirse como neutrales, fríos u ofensivos dependiendo del contexto social y la relación entre usuarios”. María P. De 41 años, nos confirma la teoría: “Si mi padre me contesta con 'Vale', o con un emoticono de pulgar para arriba, no me asusto; es su forma de expresarse. Si lo hace mi pareja, sé que he hecho algo que le ha molestado”.
En una situación en la que nos enfrentamos a una persona que nos genera malestar por su manera de escribir, Romeu nos aconseja apostar por comunicarnos de manera abierta. “Antes de dar algo por supuesto, si tenemos dudas, lo más aconsejable es preguntar. Decir “¿Seguro?” “¿Está todo bien?” O algo parecido puede ayudar.”
“En este tipo de situaciones, en las que falta tanta información, asumir la intención del otro hará que, en general, nos equivoquemos. En lugar de dejarnos llevar por la primera impresión, debemos averiguar las intenciones de esa persona. Preguntar es la única forma de aclarar las dudas”.



