“Creo en Dios, pero hasta ahora siempre me había dado vergüenza decirlo”: luces y sombras del ‘cristianismo digital’, que acerca la religión a la Generación Z

Redes sociales

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luces y sombras del 'cristianismo digital', la tendencia que está acercando la religión a la Generación Z.

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“El 21 de marzo de 2021 tuve un encuentro con Dios en sueños, y a partir de ahí mi vida cambió radicalmente. Pasé de estar en ese agnosticismo de ‘no sé muy bien si Dios existe o no y tampoco me preocupa’, a empezar a creer fervientemente no solo que Dios existía, sino que, a través de él, podría encontrar muchas de las respuestas a las preguntas que me he estado haciendo”.

Estas palabras pertenecen a Rene ZZ, un nombre popular en redes sociales gracias a su contenido sobre tatuajes. Entre sus vídeos más vistos se encuentran una entrevista a The Black Alien. Sin embargo, desde hace medio año, el youtuber ha virado el contenido de su canal principal, y sobre todo de su pódcast Zzen Talks, hacia el cristianismo. Ahora, casi todo su contenido se centra en la fe, el propósito y las creencias que vertebran su vida.

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Al igual que ocurre con Rene ZZ, influencers como Tomás Páramo o Steven Furtick están comenzando a llenar YouTube, TikTok e Instagram de mensajes convencidos sobre el cristianismo. Y aunque es una tendencia aún tímida en España, lo más curioso es que sus voces parecen tener poco que ver entre ellas. Desde sacerdotes integrados en la Iglesia Católica hasta personas no bautizadas, muchos jóvenes están llevando el mensaje del cristianismo de una forma totalmente inesperada. Esta tendencia se une a la del reciente auge de la religiosidad que ha aumentado desde la pandemia del Covid. Y, a su vez, a la de la estética cristiana que abrazan, por ejemplo, el último disco de Rosalía o la película Los domingos de Alauda Ruiz de Azúa.

Las pregunta son claras: ¿existe realmente un regreso hacia la religión? ¿Qué hay detrás de este “cristianismo digital” que impacta a la generación Z y los millennials? 

¿Una tendencia real? 

El cristianismo está de vuelta gracias a las redes

“Yo creo en Dios, pero siempre me había dado vergüenza decirlo. Sabía que, si lo decía, se reirían de mí o me tratarían de loca, pero últimamente lo digo sin miedo. Pero ya no te miran igual si dices que eres cristiana; es como que les da igual o les da curiosidad”, cuenta a Guyana Guardian Miriam G., de 27 años, que prefiere no dar su nombre completo.  

Fan de Rene ZZ y graduada en Física y Matemáticas, Miriam no se parece en nada a lo que cabría esperarse de una joven católica. Al no encajar con algunos de los ideales de la iglesia, “como los derechos de las mujeres o de los gays”, sentía rechazo hacia profesar su fe. Pero los mensajes del youtuber le envalentonaron: “Ahora veo más claro que puedes creer en Dios a tu forma y sin tener que avergonzarte”.

Yo creo en Dios, pero siempre me había dado vergüenza decirlo. Sabía que, si lo decía, se reirían de mí o me tratarían de loca

Editorial Team27 años

Al igual que ella, Javier P., de 32 años, también encontró en la religión un refugio hace tres años. “Descubrí a Jordan Peterson (divulgador cristiano y escritor) por internet y empecé a interesarme en cómo pensaba. Cuando lo leí, algo me hizo ‘clic’. No estoy bautizado ni he pisado una iglesia más que para ir a bodas, pero sí soy creyente y cada vez me interesa más”, nos relata.  

Las declaraciones de Miriam y Javier encajan con el análisis de Francesc Torralba, filósofo, teólogo y autor de libros como Inteligencia Espiritual o No hay palabras: Asumir la muerte de un hijo: “Hay una generación que no está acomplejada y no siente miedo ni temor por expresar lo que cree, ya sea musicalmente, a través del cine, de la literatura o incluso oralmente”.

Hay una generación que no está acomplejada y no siente miedo ni temor por expresar lo que cree

Editorial Teamfilósofo y teólogo

“Muchos jóvenes ya han vivido a fondo un capitalismo y un consumismo como el de nuestra sociedad”, continúa. “Eso no les ha colmado, no ha satisfecho sus expectativas de felicidad y plenitud. Y en la tradición católica encuentran una brújula, un campo fértil para cultivar su interioridad. Además, muchos ni siquiera fueron iniciados en la Iglesia Católica. Para ellos es nuevo y diferente. No es ‘el rollo de siempre’”.

Esta novedad, tal y como destaca Torralba, permite acercarse sin los prejuicios de las anteriores generaciones, que vivieron una imposición católica ligada a la dictadura franquista. “Cuando uno ha sido iniciado en una tradición, puede terminar hastiado y dar un portazo —’ya tengo bastante de curas, de rosarios, de misas’—. Pero cuando no lo has conocido, no tienes prejuicios negativos”, aclara. “Lo abrazas como una novedad, igual que abrazarías el budismo o el taoísmo. Y eso está pasando con jóvenes de 18 y 20 años que se acercan a la tradición católica con una mirada nueva, sin estigma”.

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La tendencia ha llevado a que el cristianismo logre un respiro después de décadas perdiendo cada vez más adeptos. Según la plataforma Hellotickets, el “catolicismo cool” está derivando en un incremento del turismo religioso y cultural y, en consecuencia, “un auge histórico en la demanda de audiencias papales durante 2025”. Estas visitas son casi nueve veces más demandadas que el año anterior, un aumento sin precedentes.

Sin embargo, a nivel demográfico, los datos no parecen tan claros. El Barómetro sobre religión y creencias en España muestra que el número de personas que se identifican con la religión católica (un 46%) ha disminuido. Mientras tanto, las personas que se identifican como indiferentes, agnósticas o ateas llega al 42%, y solo un 8% restante pertenecen a religiones distintas. Los datos resultan aún más llamativos si se comparan con décadas anteriores. En el Informe España 2025 se observa un aumento de casi un 30% de las personas que se consideran “sin religión”: del 13,2% en el 2000 al 40% en 2024.

Desde la Iglesia estamos recibiendo, sobre todo por internet, más correos que antes

Editorial Teamdirector del Secretariado de Pastoral con Jóvenes de Barcelona

Es por ello que Francesc Torralba pide cautela: “Yo hablaría de una tendencia emergente, no de un giro. Para hablar de una transformación, deberíamos ver muchos más síntomas. Lo que hay ahora son movimientos tanto en el ámbito del arte, las redes… y también en algunos movimientos juveniles que tienen eco y resonancia. Pero son minorías, movimientos embrionarios. Si eso se consolida en 5 o 10 años, ya lo veremos”.

De momento, desde la propia Iglesia confirman que la tendencia es real, al menos en comparación a los años anteriores. Así lo explica el Mossèn Carlos Bosch, director del Secretariado de Pastoral con Jóvenes de Barcelona: “Desde la Iglesia estamos recibiendo, sobre todo por internet, más correos que antes. Especialmente desde la pandemia, que ha marcado un punto de inflexión, hemos notado cómo aumenta el número de jóvenes de la generación Z que se acercan al cristianismo”. 

Mossèn Carlos Bosch.

Mossèn Carlos Bosch, director del Secretariado de Pastoral con Jóvenes de Barcelona.

YouTube: Església Jove Barcelona

Fran Ramírez Mora, director de juventud e infancia de la Conferencia Episcopal Española, lo reconfirma: “Muchos jóvenes han posibilitado una visión novedosa de la iglesia a través de las redes sociales. Podemos concluir que hay un aumento en los jóvenes que se acercan a Jesucristo y deciden seguirlo de forma convencida”. 

Además, Ramírez apunta también hacia la falta de prejuicios: “La enorme secularización sufrida en los últimos 30 años, donde la iglesia y Jesucristo no estaba presente en el sustrato social, ha posibilitado paradójicamente un campo abierto y libre de prejuicios para presentar la fe de forma real y sin ambages”. 

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En los últimos meses, el éxito del disco Lux y de la película Los domingos, así como otros fenómenos culturales relacionados con la fe cristiana, han propiciado que muchos apunten directamente a estas expresiones culturales como causa del “cristianismo cool”. Sin embargo, tal y como apunta Miguel Perlado, psicólogo experto en sectas y manipulación psicológica, parece tratarse más de una consecuencia.

“Desde principios de los 2000 observamos un despliegue progresivo de espiritualidades. Hay un abanico enorme de propuestas: muy diversas, muy flexibles, que por un lado enriquecen el panorama, pero por otro son síntoma de nuestro tiempo. Hoy las identidades son fluidas; puedes construirlas tú mismo”, explica Perlado. “Y esas nuevas espiritualidades se convierten también en un objeto de consumo: algo cool, algo chic, algo a lo que los jóvenes pueden acercarse e ir ‘haciendo zapping’, probando de una a otra”.

De este modo, el catolicismo “remasterizado” no sería más que “otro de los fenómenos que estamos viendo”: “Muchos jóvenes están cansados de las estructuras eclesiales más clásicas y buscan nuevos espacios de encuentro y de comunidad. Ahí encuentran propuestas que mezclan tradición con formatos nuevos. Desde luego, puede existir un interés genuino, pero también hay intereses más superficiales: prácticas que se convierten en tendencias, en estilos de vida que operan como símbolos culturales”.

Estas nuevas espiritualidades se convierten en un objeto de consumo: algo cool, algo chic, a lo que los jóvenes pueden acercarse 'haciendo zapping'

Editorial Teampsicólogo experto en sectas y manipulación psicológica

Pero ¿por qué buscar en la espiritualidad, ya sea en el cristianismo o en otras doctrinas, lo que antes se encontraba en otros espacios de identidad o pertenencia? “Las creencias —espirituales o no— son el andamiaje de nuestra vida psíquica. Y estos fenómenos evidencian otra cosa: la necesidad de pertenencia. Somos animales tribales. Y todo este impulso hacia lo espiritual, lo simbólico o lo religioso también responde a esa búsqueda de comunidad”, argumenta Perlado. Y para ello apunta directamente hacia uno de los males más endémicos de la sociedad actual: el agotamiento del “yo”.

“Hay una fatiga absoluta del yo. Vivimos rodeados de mensajes que prometen multiplicidad de opciones, pero que generan frustraciones radicales: ‘tú puedes con todo’, ‘tú construyes tu propio éxito’, ‘si quieres, puedes’. Esa retórica, tan presente en lo digital, produce agotamiento y una sensación de insuficiencia constante”, explica. “El yo está exhausto, y estas comunidades o propuestas ofrecen una especie de solución protésica: ‘ya tenemos lo que buscas; intégrate y ya serás parte’”.

luces y sombras del 'cristianismo digital', la tendencia que está acercando la religión a la Generación Z.

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De manera similar responde el Mossèn Carlos Bosch a las causas de la tendencia: “En un mundo donde los adolescentes experimentan más que nunca la soledad indeseada, encuentran en la Iglesia vínculos verdaderos con jóvenes como ellos. La búsqueda de identidad acaba despertando preguntas como ‘¿quién soy?’, y la más importante: ‘¿quién quiero ser?’. Y la Iglesia, ante eso, quiere ayudar a cada uno a descubrir qué tipo de hombre, de mujer, de joven quiere ser”.

“La propuesta del mundo actual, donde se ofrece únicamente un exacerbado consumismo provocado por un capitalismo deshumanizado, se ha demostrado que no cubre la necesidad y el anhelo de felicidad que el/la joven (así como todas las personas) tienen en su corazón”, añade Fran Ramírez Mora. “La Iglesia se ha vuelto a descubrir, entre los jóvenes, como una gran familia a la que pertenecer”.

El mundo actual no cubre la necesidad y el anhelo de felicidad que el joven tiene en su corazón

Editorial Teamdirector de juventud e infancia de la Conferencia Episcopal Española

En esa línea de pensamiento se encuentra Cristina R, joven de 26 años que no se había planteado formar parte de la Iglesia hasta hace bien poco. “Yo ya era católica, pero no practicante. Y cuando caí en una depresión encontré una forma de salir adelante rezando. Primero era una cosa muy mía, pero luego fui informándome de gente que le había pasado como yo y terminé yendo a un Effetá”, explica a Guyana Guardian.

El citado Effetá es un retiro católico, sobre todo para jóvenes, que se ha popularizado como forma de evangelización. Sin embargo, Miguel Perlado avisa de su posible poca consistencia: “Son fines de semana intensísimos donde se combina aislamiento, un bombardeo emocional muy fuerte y dinámicas que pueden ser estimulantes, sí, pero también desestabilizadoras. Porque aceleran procesos que, desde la experiencia, sabemos que requieren tiempo, cuidado, acompañamiento, discernimiento”.

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De este modo, cree que son flashes que “te zarandean”, pero advierte: “que te zarandeen no significa que haya transformación. No implica que el cambio sea perdurable ni auténtico”. Y eso es, precisamente, lo que cree que puede ocurrir con los “misioneros digitales”: “Existe el riesgo de construir una identidad falsa: una pseudoidentidad en la que la persona adopta un rótulo —'ya soy esto'— como si eso resolviera mágicamente su vida”.

Perlado va más allá: “Es una identidad rápida, adhesiva, que no se sostiene si no hay un proceso detrás. Y existe un segundo riesgo, más serio, cuando se combinan circunstancias personales —problemas emocionales, traumas— con estos contextos donde hay alta carga emocional y una fuerte influencia grupal. Esa mezcla puede generar desestabilizaciones no previstas. La persona puede romperse por dentro, o quedar atrapada en un estado confuso”. 

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Miguel Perlado, psicólogo experto en sectas y manipulación psicológica.

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¿Un retorno al tradicionalismo?

El tercer peligro que advierte Miguel Perlado es un posible regreso al tradicionalismo que parece intrínseco a la Iglesia Católica. En un momento en el que el auge de la ultraderecha se hace real entre los hombres jóvenes de toda Europa, pensar en un regreso de la religión católica hace que muchos teman estar volviendo a una realidad de hace treinta o cuarenta años. 

“En algunos grupos que emergen dentro de la Iglesia católica, se detecta una vuelta muy marcada al tradicionalismo. Son propuestas que reivindican formas del pasado como si fuesen bastiones intocables, y que se presentan como una respuesta directa a todo lo que hemos estado hablando hoy”, explica el psicólogo experto en sectas y manipulación psicológica. 

Frente a la liquidez, la identidad difusa y la hiperaceleración cultural, ciertos sectores están reaccionando con un repliegue fundamentalista

Editorial Teampsicólogo experto en sectas y manipulación psicológica

“Es decir: frente a la liquidez, la identidad difusa y la hiperaceleración cultural, ciertos sectores están reaccionando con un repliegue fundamentalista”, continúa. “Una especie de refugio en lo antiguo, en lo rígido, en lo aparentemente estable. Y ahí aparecen conexiones con discursos de extrema derecha: ambas cosas comparten la lógica de la reacción, el deseo de volver a un origen idealizado y la defensa de estructuras tradicionales frente a la incertidumbre del presente”.

Sin embargo, lo cierto es que esta nueva transición hacia el cristianismo parece ser mucho más laxa de lo que cabría esperar. “A mí lo que más tirria me daba de la iglesia era justamente eso; que se relaciona con el fascismo. Pero al vivirlo a tu manera, ves que no tiene nada que ver”, cuenta Miriam G. A lo que conviene Cristina R: “Dentro te das cuenta de que la gente vinculada con la Iglesia ha vivido realidades muy distintas a la de quienes venimos de fuera, pero al final no son tan cerrados de mente”.

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A esta nueva visión han ayudado, por un lado, el fallecido Papa Francisco, tal y como cuenta el Mossèn Carlos Bosch: “El Papa Francisco ha insistido mucho en que Dios ama a todos y a cada una de las personas, y es algo que se continúa ahora. Es algo normalizado, que ya forma parte de la cultura de la Iglesia”. Y, por otro lado, los propios misioneros digitales: “Tú ves cualquier vídeo de ReneZZ y te das cuenta de que es un chaval cualquiera, no es un ‘pijo’ con discurso clasista. Y Rosalía igual, es feminista y habla de lo que quiere, pero también cree en Dios y no lo esconde”, argumenta Cristina R.

Sin embargo, esta forma tan laxa de creer puede, también, ser un tiro en el pie para la propia Iglesia. “Hay que ir con cautela porque puede ser una adhesión a la fe muy personal, muy individual, muy libre de instituciones. Incluso diría ‘a la carta’: me quedo con esto, pero no con aquello”, advierte Torralba.

“Puede ser que esta generación diga: ‘Bueno, yo no coincido con la institución en temas de ámbito sexual, matrimonial, o incluso en su comprensión de lo que es la paternidad’. Sin embargo, abrazan la idea del amor, de la compasión, de la fraternidad, de vivir más austeramente, de poner el foco en el ser y no en el tener, la idea del perdón”, continúa.

Puede que entiendan a Jesús como un maestro moral, pero no crean que hiciera milagros

Editorial Teamfilósofo y teólogo

Además, en esta búsqueda de la fe a través de la identidad, la figura de Jesucristo no parece ser un elemento tan esencial como su propia filosofía. “Muchos incluyen elementos del budismo, del taoísmo, de otras tradiciones: meditación zen, meditación budista… y tampoco tienen problema con eso, explica Torralba. “Puede que entiendan a Jesús como un maestro moral, como una brújula interior, pero no crean que hiciera milagros, ni que multiplicara los panes y los peces”. 

Aun así, desde la Iglesia, como explica Carlos Bosch, lo ven como “una oportunidad para conocer qué hay ahí de verdad y para tener un camino que cada uno considere oportuno en su vida”, sin necesidad de tener que imponer estigmas que, en el pasado, ya provocaron desconfianza en la institución.

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En cualquier caso, lo que parece estar emergiendo no es un retorno lineal al pasado ni una revolución religiosa, sino un mapa espiritual complejo motivado por la pérdida de identidad. Por eso, más que preguntarnos si la religión ha vuelto, quizás deberíamos preguntarnos qué necesidades —de sentido, de pertenencia, de calma— están impulsando esta búsqueda. Ya sea a través de la fe o de otras prácticas, lo que parecen estar reclamando los jóvenes es un espacio donde volver a sentirse vinculados con la realidad.

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