Si no existiera el teatro

Si no existiera el teatro
Director adjunto

Ningún avance tecnológico ha podido nunca con el teatro. Ni siquiera con el advenimiento de esta sociedad multipantalla ha dejado de asistir el público a las buenas propuestas de los programadores. Tal vez sea precisamente por eso que el sector registra tan buenos resultados de taquilla y encara el 2025 con razonable optimismo: en un entorno tan deshumanizado, con la creatividad artificial en plena expansión, conforta sentarse en una sala para asistir a una representación sin artificios, de ser humano a ser humano. 

El teatro, la música en vivo, la danza, la magia o el circo son en este sentido las artes más esenciales y honestas, sin demérito del resto.

Público en una obra de teatro

Una platea casi llena en una obra de teatro 

Xavier Cervera

El teatro, a su modo, sirve para conectar mundos. En la sección de Cultura, por ejemplo, se aborda hoy el éxito que están teniendo los dramaturgos catalanes más allá de sus fronteras. El teatro también fomenta el sentido crítico, informa, entretiene, crea empleo, molesta a gente que se merece que la molesten, genera saludables polémicas culturales, mantiene en forma edificios nobles e insufla vida a los barrios más turistizados, ya que obliga a los vecinos de otras zonas a desplazarse hasta ellos.

El teatro es un recurso de primer orden para combatir la soledad en las ciudades

Pero hay un efecto que suele citarse menos y que va a ganar importancia en esta sociedad con tendencia a envejecer: el teatro es un recurso de primer orden para combatir la soledad en las ciudades.

La visión de un teatro, una ópera o un auditorio de clásica donde el público tiene una media de edad elevada suele merecer comentarios agoreros, del tipo de que las salas acabarán cerrando por muerte natural si no se renuevan. Hay mucho de cierto en esta afirmación, porque la innovación es consustancial a cualquier arte, porque hay que garantizar el relevo generacional y porque la tecnología brinda hoy posibilidades hasta ahora insospechadas de expandir la creatividad teatral.

Pero habría que ser más prudente. La solución no es una sustitución de un modelo por otro, sino la complementariedad, algo que saben ya los buenos programadores. Porque una platea es también un espacio de encuentro y de socialización que permite que muchas personas mayores, durante dos o tres horas, den la espalda a la soledad, una de las epidemias contemporáneas más devastadoras.

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