A finales del siglo pasado, cada invierno mis amigos de Manresa decían vivir en Manrusia. No sé qué antigüedad tiene este meteotopónimo, pero lo cierto es que ha calado y es más vigente que nunca en esta época del año tan gélida, la Setmana dels Barbuts.
El frío despierta más solidaridad que el calor. Gestos como frotarse las manos, golpear los pies, cubrirse la cabeza o exhalar grandes bocanadas de vapor generan sonrisas cómplices. En cambio, cuando el calor es insoportable, todo el mundo está malhumorado y trata de sobrellevarlo en soledad.

Rusia no es el único referente gélido para crear meteotopónimos en tiempos de frío intenso. En Andorra, los habituales de la estación de Ordino Arcalís cambian de continente e inspiran su nombre en el estado más frío de Norteamérica para hablar de Arcalaska. La ciudad de Chicago, que también tiene inviernos bastante crudos, busca referentes más allá del estrecho de Bering para transformar su topónimo en Chiberia. Lo mismo que Karlos Arguiñano ha popularizado con sus chistes televisados para referirse a Vitoria-Gasteiz, transformada en Siberia-Gasteiz. Otros inventos no trascienden tanto, como Gèlida en el Alt Penedès, Iglualada en el Anoia o Premiàrtic en el Maresme.
En el otro extremo del termómetro, los meteotopónimos son más problemáticos. California, por eufonía, es el más popular, tanto en Italia (Calabrifornia) como en Galicia (Galifornia), pasando por el Maresme tropical (Cabrilsfòrnia) o las playas del Baix Camp (Cambrilsfòrnia).
El frío despierta más solidaridad que el calor: Manrusia más que Manrakech
La obsesión antiinmigratoria que vivimos en toda Europa transforma en problemáticos otros nombres creados de manera tan azarosa como estos. Es el caso de Manrakech, el meteotopónimo antónimo de Manrusia. Hace quince años pude comprobar en Manresa que su uso era estrictamente térmico. Ahora ha adoptado otra capa de significado. De hecho, basta mencionarlo públicamente para que empiecen a llover comentarios racistas cada vez menos sutiles sobre la gran cantidad de población inmigrante de origen magrebí que vive en la capital del Bages. Convendría que enfriáramos un poco el ambiente, y al que le pique, que se rasque.