A ver si me explico. De modo que pulirnos 9,2 millones de euros para prolongar docena y media de contratos de alquiler ventajosos y crear nueve pisos de alquiler social en el centro de Barcelona... es un progreso. ¿No será un homenaje al Caudillo, campeón de la vivienda oficial y paladín de los contratos de alquiler indefinidos?

Y lo estupendo es que ningún inquilino de la casa Orsola agraciado con esta lotería –la adquisición municipal del bonito edificio– sufre vulnerabilidad económica...
Precisamente porque la falta de vivienda en Barcelona es un problema y complejo, el desenlace de la casa Orsola me parece una burla. Y un agravio para quienes cumplen las leyes, empezando por la ley de la oferta y la demanda –tan satanizada hoy, pero bastante más eficaz que ciertas políticas públicas hasta la fecha–, las leyes hipotecarias –pedir un crédito y pagarlo– y la ley de leyes: no existen derechos sin obligaciones.
De modo que gastar 9,2 millones del erario para que cuatro vivan felices es progresista...
La fiesta de la casa Orsola se ha zanjado como se zanjan las jaranas: dime lo que te debo y aquí no ha pasado nada. ¿Qué son 9,2 millones de euros para la Casa Gran (menos de seis si el Ayuntamiento hubiese ejercido el derecho de tanteo en el 2021)? Y todos contentos. Bueno, a medias: hay malas caras del pomposo Sindicat de Llogateres –¿desde cuándo a una asociación de particulares se la trata de sindicato?– porque el dueño del edificio ha ganado un dinero con lo que era suyo. ¿Legalizamos el derecho de cualquier colectivo progresista a la expropiación? Al parecer, el lucro es inmoral...
La casa Orsola es una pésima lección: monta pollo facilón y tendrás premio. Sé un profesor y funcionario y subvencionaremos tu elección de no haber adquirido un piso y vivir de alquiler –el 69% de los pisos de Barcelona pertenecen a particulares– o por ese supuesto derecho a residir eternamente donde gustes en Barcelona, no sea que una mudanza te deslome o deprima. Vive en el Eixample –y no en la periferia, como media Europa– y subvencionaremos tu estilo de vida de toda la vida. Si yo fuese de la Barcelona del 47, me diría: hay cosas que nunca cambian (y no solo los progres). Aunque parezca lo contrario.