Actores sin carácter

No es lo mismo enfrentarse a la policía en la plaza Urquinaona que hacerlo en la plaza Tiananmen. Ni es igual llamar asesino a Aznar por Irak a decírselo a Franco sin necesidad de Irak. Si observamos ese comportamiento humano con benevolencia, podríamos hablar de inteligente espíritu de supervivencia. Hay quien tortura y mata mientras que otros, a lo sumo, disuelven y se molestan. Pero si el análisis lo hacemos un día sombrío, hablaríamos, lisa y llanamente, de cobardía. Aunque también ser cobardes cuenta con toda nuestra empatía. Lo que resulta insoportable en algunos de esos cobardes –nosotros mismos muchas veces– es que nos han dado la turra incansablemente años y vidas con su imagen y su marca de contestatarios, rebeldes e irreductibles. Eso sí, siempre a la carta.

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Carlos Barria / Reuters

¿Se acuerdan ustedes de lo que montamos con el asesinato por parte de la policía de EE.UU. de George Floyd? ¿Lo comparamos con la que armamos cuando a Putin se le caen por ventanas, escaleras o envenenados sus adversarios políticos? ¿Recuerdan nuestro “No a la guerra”? ¿Lo comparamos con la que hicimos ante la actual invasión rusa a Ucrania o la destrucción de Gaza por parte de Israel? ¿Hubiéramos abandonado tan a su suerte a Karla Sofía Gascón si los mismos tuits hubieran sido dirigidos a la religión católica, que no tiene en su reciente currículum un Charlie Hebdo?

En los Oscars, ni una sola crítica a Trump y sus recortes de derechos; nada sobre Gaza

El ejemplo máximo de todo esto lo tuvimos en la reciente ceremonia de entrega de los Oscars. Ni una sola crítica a Trump y sus reformas o recortes de derechos. Nada sobre Gaza y la limpieza étnica –solo algo leve y asumible por los encargados del documental No other land–. Y por supuesto, nada sobre la encerrona en las duchas de la prisión a Zelenski.

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Actores sin carácter

Fue desalentador comprobar como todos aquellos actores y actrices millonarios habían entendido fácil y bien quién tiene el dinero para contratarlos, quién les ha de dar trabajo y a quién no le iba a gustar nada lo que pensaban y no dijeron. Todos guapos y simpáticos, elegantes y locuaces, pero, por encima de todo, dóciles. La parte positiva es que nos ahorramos toda su cantinela de apoyo a las causas justas, puños en alto, eslóganes vacíos y su progresía de postureo. Actores y actrices sin carácter, bufones evitando enfadar al rey. Para muchos, su mejor papel.

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