El daño ya está hecho

El daño ya está hecho
Director de La Vanguardia

La jornada siguiente al “día de la liberación” de Donald Trump ha confirmado los peores temores de los expertos. Las bolsas siguen en caída libre y crece el temor a una recesión. El Ibex, que había reaccionado bien el primer día, sufrió ayer un fuerte batacazo al ceder el 5,8%, lo que supone el peor resultado desde la pandemia del 2020. Las bolsas americanas llevan un retroceso acumulado en dos días del 10% y se han fundido más de tres billones de dólares. Ante esta situación, las reacciones son dispares. Mientras Europa sigue clavada en la cautela, China respondió con un gravamen adicional del 34% a todos los productos americanos. Las principales compañías del globo empezaban a estudiar alternativas ante las consecuencias de esta guerra comercial. El descanso del fin de semana servirá como reflexión sobre el camino a seguir a partir del próximo lunes.

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Un operador corre en el parqué de la Bolsa de Nueva York, en un día de mucha tensión 

CHARLY TRIBALLEAU / AFP

En este contexto, la gran pregunta consiste en saber si Trump mantendrá su política arancelaria, a pesar de los problemas que está generando a las empresas de su país y a los ahorradores estadounidenses, o, por el contrario, después de lanzar la bomba atómica, se sentará a negociar una rectificación. El mensaje que lanzó ayer a través de su red, Truth Social, no parece que vaya en la línea de un arrepentimiento: “Mis políticas nunca cambiarán. Este es un gran momento para hacerse rico, más rico que nunca”. Y, ni corto ni perezoso, presentó una tarjeta dorada con su imagen para atraer a los millonarios del mundo. Todos aquellos ricos que quieran nacionalizarse estadounidenses solo tienen que pagar cinco millones de dólares y obtienen esta Trump card .

Como ejemplo para entender la sacudida que han generado estas medidas arancelarias puede servirnos el caso de Apple. La mayoría de sus productos, entre ellos el popular iPhone, están fabricados en China y, por tanto, pueden experimentar subidas de precio del 54% para los potenciales clientes americanos. Lo mismo sucede para los productos de Nike fabricados en los países asiáticos. El impacto que tendrá todo ello en la inflación es más que evidente. La pregunta que cabe hacerse no es tanto si Trump aguantará su envite, sino si los sectores económicos americanos forzarán una rectificación a su presidente.

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