El Vaticano, cercado

En una cita apócrifa, se afirmaba que un medio norteamericano –tal vez The New York Times – tras una actuación de Lola Flores había dicho de ella: No canta. No baila. No se la pierdan. Y aunque sea mentira, es una afirmación y juicio tan sugerente que merecería ser verdad. O lo mismo es que es más verdad que si la cita fuera rigurosamente cierta. Es lo que tiene el arte. O la ficción…

Pues bien, el último libro de Javier Cercas, El loco de Dios en el fin del mundo, no es una novela, no es un ensayo, no es un reportaje. ¡No se lo pierdan!

VATICAN CITY (Vatican City State (Holy See)), 06/04/2025.- Pope Francis attends the Mass for the Jubilee of the Sick and Health Care Workers in Saint Peter's Square at Vatican City, 06 April 2025. (Papa) EFE/EPA/Darek Delmanowicz POLAND OUT

  

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Es este el libro menos académico del ahora académico de la RAE. Y también, sin dejar de ser muy español, el más internacional (dato significativo: lo edita el sello Random House) de un autor que en varios de sus libros ha transitado entre la realidad o la historia vivida y la ficción. El móvil o El impostor son ejemplos palmarios, como también Soldados de Salamina, la novela no novela que le abrió las puertas del gran público.

El último libro de Javier Cercas no es novela, ni ensayo ni reportaje; ¡no se lo pierdan!

Esta vez, Cercas ha entrado tras los muros del Vaticano. Y lo hace con un libro escatológico por partida doble, porque suelta unos cuantos tacos y porque se sumerge en la experiencia de la fe y acompaña al papa Francisco a un viaje cuanto menos extravagante a Mongolia. Son 488 páginas que se leen, como quiere el tópico, de un tirón. Y aunque Lorenzo Fazzini, el editor de la Libreria Editrice Vaticana, le asegura que la invitación a acompañar al Papa en su viaje a Mongolia no tiene afán propagandístico, por supuesto que lo tiene.

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El Vaticano, fiel a su tradición, sabe lo que se hace. Y Cercas acaba alabando lo que llamamos labor social de la Iglesia y admirando a alguno de sus miembros. De forma lúcida y diría que radicalmente honesta, como cuando aparecen las aristas del Papa argentino. En ese sentido, me queda en la sombra –o eso me parece– la figura de Paolo Ruffini, que es el superior de Fazzini y el encargado de regir el Dicasterio para la Comunicación, o sea, el propagandista en jefe.

Dudo si la jugada le ha salido bien del todo a Ruffini y no sé si alentará a la parte más reaccionaria de la Iglesia, que es otra sombra que recorre el volumen. Pero ya juzgarán ustedes… Como las tropas del emperador Carlos V en 1527, Cercas ha entrado a saco en la Santa Sede.

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