Seis siglos de España gitana

Opinión

Este año nuestro país conmemora los 600 años de presencia gitana, como recientemente ha establecido el Consejo de Ministros al declarar 2025 como Año del Pueblo Gitano en España. La fecha no es exacta: aunque no es tan frágil como la memoria, la historia también tiende a ser olvidadiza, sobre todo con la antigua Corona de Aragón. El primer testimonio documentado de la llegada de los gitanos a nuestro país no fue el salvoconducto firmado por el rey Alfonso V de Aragón el 12 de enero de 1425 en Zaragoza al conde Juan de Egipto Menor, sino el firmado por el mismo monarca el 26 de noviembre de 1415 en Perpiñán al conde Tomás de la India Mayor, en ambos casos como peregrinos a Santiago de Compostela.

FOTODELDÍA MADRID, 08/04/2025.- El rey Felipe VI y la reina Letizia, acompañados por la presidenta del Consejo Estatal del Pueblo Gitano, Carmen Santiago (2d), y por el al presidente de la Unión Romaní, Juan de Dios Ramírez Heredia (d), reciben una bandera gitana tras presidir el acto de conmemoración del Día Internacional del Pueblo Gitano este martes en el Congreso de los Diputados en Madrid. EFE/ Chema Moya

El rey Felipe VI y la reina Letizia, acompañados por la presidenta del Consejo Estatal del Pueblo Gitano, Carmen Santiago, y por el al presidente de la Unión Romaní, Juan de Dios Ramírez Heredia, en el acto de conmemoración en el Congreso

CHEMA MOYA / EFE

Aunque la ciudad francesa ya no forme parte de la actual España desde la firma del tratado de los Pirineos, en 1659, sí que son seis los siglos los que median entre la llegada a la península ibérica de aquellos grupos itinerantes que procedían originariamente de la India. Año arriba o año abajo, la fecha merece ser conmemorada, al igual que sucede que la expulsión de la comunidad judía (1492) o musulmana (1613), en este caso para bien. Pese a todo este tiempo de presencia, las más veces de coexistencia, las menos de convivencia, los gitanos forman parte de la esencia de España, a la que llegaron incluso antes de su existencia. No en vano recordaba García Lorca que “lo gitano es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo [de ser]”.

Desde Salvat-Papasseit a Peret, los gitanos forman también parte de la identidad catalana

Los reyes acaban de tener un encuentro con representantes de las comunidades gitanas de todo el país, entre ellos un nutrido grupo de gitanos catalanes. La historia de la Corona con los gitanos es larga. Se inició en 1415, pese a la legislación antigitana de 1492-1978, los reyes Juan Carlos y Sofía visitaron en 1994 el Pozo del Tío Raimundo, en Madrid, y el entonces príncipe Felipe inauguró en 1997 el primer Congreso Europeo de la Juventud Gitana, celebrado en la Universitat de Barcelona. Aquel día los autobuses de TMB llevaron la bandera gitana junto a la de la ciudad. Nuestra ciudad fue, una vez más, ejemplo de inclusión de la diferencia, de reparación de las heridas y de la proactividad frente al futuro. De aquel encuentro nació EuroTern, el movimiento europeo de la juventud rom.

Desde Salvat-Papasseit a Peret, los gitanos forman también parte de la identidad catalana. No puede entenderse Joan Manuel Serrat sin Carmen Amaya ni Salvador Dalí sin La Chunga. Ni el general Durruti sin Helios Gómez. La ciudad de Boccaccio no se entiende sin Albert Puig-Palau, que promovió al Pescaílla, pero tampoco sin Elsa Peretti, a la que idolatran los gitanos de Catalunya. Ayer los gitanos de la Fundación Pere Closa, que la homenajean cada año, estuvieron junto a los reyes en el Congreso. El movimiento asociativo gitano nació en la Barcelona de aquella época de la mano de Jordi García-Díe y Pere Giménez Pubill, “l’oncle Peret d’Hostafrancs”. Y el primer político gitano, Juan de Dios Ramírez Heredia, no hubiera sido posible sin Narcís Prat. Hasta el político independentista Josep Andreu Domingo es de familia gitana. Lo gitano en Catalunya no es algo de cantidad, de los 80.000 catalanes gitanos, sino de calidad. Sin la flexibilidad gitana no sería posible la concordia y la prosperidad. Ningún grupo humano puede resistir sin flexibilidad.

España ha desarrollado desde 1978 el modelo más exitoso de participación gitana de toda Europa, donde los gitanos constituyen el grupo étnico más antiguo, numeroso y discriminado de Europa. Los más de 15 millones de personas que lo conforman se distribuyen por todos los estados del continente desde que llegaran a él en 1322, procedentes de India a través de Persia y Bizancio. La invasión musulmana del país, en el siglo X, les empujó a emprender una de las migraciones que han dejado mayor trazo en la historia. El resto de los gitanos hay que encontrarlo en la diáspora de América, conformada por las persecuciones españolas de los siglos XV-XIX y las dos guerras mundiales del siglo XX.

La Constitución de 1978 no sólo eliminó las barreras legales que todavía institucionalizaban la discriminación contra los gitanos, sino que emprendió los cambios estructurales que permitieron la creación de un movimiento asociativo gitano. Gracias a libertad de asociación, se creó el Secretariat Gitano del arzobispado de Barcelona (1967) y en nuestra ciudad tiene su sede la confederación Unión Romaní (1986). En 2005 se creó el Consejo Estatal del Pueblo Gitano y el Congreso instó en 2005 a la creación de la Fundación Pública Instituto de Cultura Gitana. En 1985 el Gobierno central creó el Programa de Desarrollo Gitano y en 2005 la Generalitat aprobó el Pla Integral del Poble Gitano a Catalunya. Afortunadamente, son muchos los municipios que cada 8 de abril celebran el Día Mundial del Pueblo Gitano echando flores y velas a los ríos, en recuerdo de las víctimas de las persecuciones.

Esa fue la base sobre la que se ha construido el modelo español de intervención con la comunidad gitana. Gracias a la hoy denostada Constitución de 1978 conmemoremos la llegada a nuestro país de una cultura que prioriza la comunidad sobre el grupo, que armoniza el ser humano con el medio ambiente, que protege a mayores y menores como colectivos vulnerables, que da una mirada trascendente al materialismo en las interacciones sociales, que transmite esperanza en una sociedad falta de ilusión y que nos introdujo un esqueje de Oriente en Occidente antes de que China e India nos hayan dicho que están aquí para situar Asia en el centro del tablero geoestratégico. No olvidarlo es la mejor forma de conmemorar estos seis siglos.

Personalmente, nunca podré olvidar lo que ha significado en mi forma de ser, de analizar, de expresarme, el ejemplo de valores que fue Juan Reyes, gitano que vino de Écija a Santa Coloma, recientemente fallecido, a quien dedico este artículo.

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