Nunca me había metido un poco a fondo en la Agenda 2030. Alguna vez me había tropezado con objetivos marcados por el consejo de una empresa, que servían única y exclusivamente para presentarlos en la junta de accionistas, utilizando, eso sí, palabras de moda en aquel momento, como son ahora sostenibilidad, puesta en valor, democracia, cambio climático... Objetivos que, una vez acabada la junta, pasaban a mejor vida, repitiéndose lo que escuché un día: “ahora, además del trabajo de cada día, objetivos: ¡lo que nos faltaba!”.
Con la Agenda 2030 me pasaba lo mismo. Temía que fuera una declaración de intenciones y que los gobernantes tenían que hablar de eso, mientras los demás vivíamos a nuestro aire, cada uno al suyo.
Lo de la sostenibilidad debe ser lo fundamental, como se deduce de que en 2015, hace ahora 10 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Como supongo que los de las Naciones Unidas también usan el DRAE, me voy allí y encuentro que ‘sostenible’ es “lo que se puede mantener largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente”.

Estos señores han marcado 17 objetivos para “el mundo”, y aquí también se puede decir que se trata de modificar nuestras vidas, entre otras la mía, de modo que yo pueda hablar de un mundo antes de 2030 y después de 2030, como los que somos mayores hablábamos hasta hace poco, de “antes de la guerra” (1936-1939) y “después de la guerra”.
A riesgo de hacer inaguantable este artículo, copio los 17 objetivos que, además, tienen una característica. Son urgentes. Se marcaron en 2015 para que se hayan conseguido en 2030, dando vuelta al mundo como un calcetín. Como esto no es razonable, pienso que, más que conseguir los objetivos, se trata de lograr que se establezca un modo de actuar distinto, equivalente a lo del calcetín.
LOS 17 OBJETIVOS
- • Erradicar la pobreza
- • Poner fin al hambre
- • Garantizar la vida sana y promover el bienestar en todas las edades
- • Asegurar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos
- • Lograr igualdad entre géneros
- • Garantizar agua limpia y saneada
- • Asegurar el acceso a una energía asequible y no contaminante
- • Promover un trabajo decente y un crecimiento económico sostenido
- • Crear infraestructuras e industrias sostenibles y promover la innovación
- • Reducir las desigualdades en la sociedad y entre diferentes países
- • Ofrecer ciudades sostenibles
- • Promover un consumo responsable
- • Combatir el cambio climático
- • Conservar la vida submarina
- • Proteger los ecosistemas terrestres
- • Impulsar sociedades pacíficas
- • Fortalecer los medios de ejecución y alianzas para el desarrollo
En España se han concretado los siguientes objetivos:
- Acabar con la pobreza y la desigualdad
- Hacer frente a la emergencia climática y ambiental
- Cerrar la brecha de la desigualdad de género y poner fin a la discriminación
- Superar las ineficiencias de un sistema económico excesivamente concentrado y dependiente
- Poner fin a la precariedad laboral
- Revertir la crisis de los servicios públicos
- Poner fin a la injusticia global y a las amenazas a los derechos humanos, los principios democráticos y a la sostenibilidad del planeta
- Revitalizar nuestro medio rural y afrontar el reto demográfico
El responsable es Pablo Bustinduy, Ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030. Pertenece a Sumar. (Pablo, por favor, dile a Yolanda que hable con François Bayrou, primer ministro francés, que dice que es urgente trabajar más, gastar menos y reducir la deuda. Y, que, por si acaso, ese día no se ponga la camiseta con el lema “Trabajar menos, vivir mejor”.)
Y saltando a la Generalitat de Catalunya, ahí van sus cinco prioridades:
- Garantizar el derecho a la vivienda
- Liderar un modelo económico de prosperidad compartida
- Avanzar en la transición energética, verde y ambiental
- Ofrecer seguridad y servicios públicos de calidad
- Mejorar el autogobierno efectivo y el financiamiento singular.
Ese es el cuadro completo. Por lo menos, el que me sirve a mí para enterarme, con una cierta precisión, de cómo vamos y en qué dirección y si es verdad que aquí no manda Sánchez, sino António Guterres, secretario general de la ONU .
Para terminar, dos notas:
1) Es fundamental que todo lo anterior vaya impregnado de sentido común. Me he enterado de que los de la organización For women Scotland están felices porque el Tribunal Supremo del Reino Unido ha dictaminado que hay dos sexos: hombre y mujer.
Yo ya lo sabia, porque en 91 años y medio no he visto más que hombres y mujeres. Si me hubieran llamado, se habrían ahorrado las molestias. Esto sirve para todos, incluidos los miembros del colectivo LGTBIQ+, que son hombres y mujeres con orientaciones diferentes.
Y que no me digan que eso lo ha dicho Trump. Hace muchos años, alguien dijo que aquí todos éramos muy machos. Un cantante mexicano, Jorge Negrete, contestó: “pues en México, la mitad machos y la mitad hembras. ¡Y nos lo pasamos muy bien!”
2) Hace unos años, un periodista, haciéndome un minicurrículo, dijo: “católico”. Le pregunté cómo lo sabía y me contestó: “usted dice que va a misa; pues es católico”. Es verdad. Soy católico y por eso me ha interesado un artículo sobre la doctrina social de la Iglesia aparecido en La Vanguardia hace pocos días, firmado por un grupo muy serio de intelectuales.
La doctrina social de la Iglesia se desarrolla desde la encíclica Rerum Novarum de León XIII en 1890 hasta la Dilexit nos (2024) del papa Francisco en 2024.
Marca siete principios:
- El reconocimiento de la dignidad intrínseca de todo ser humano, que es un sujeto de derechos.
- La defensa del bien común, que es la búsqueda del bienestar para todos. Comporta garantizar el acceso universal a los bienes materiales y espirituales (educación, salud, paz, justicia)
- El principio de solidaridad. Compromiso de ayudar y preocuparse por los otros, especialmente por las personas que viven situaciones de vulnerabilidad.
- El principio de subsidiaridad. El Estado tiene que respetar las esferas pequeñas que se reúnen en su seno, como la familia, las comunidades, las naciones y no injerirse en su autonomía y toma de decisiones, de modo que solo tiene que intervenir cuando es estrictamente necesario, cuando se vulneran los derechos de las personas.
- Participación. Significa comprometerse, implicarse, adoptar una posición proactiva en la sociedad, en la vida política, económica, cultural y religiosa. para intentar mejorarla. Sin la participación, la democracia se volatiliza.
- Destino universal de los bienes. Una minoría acumula gran cantidad de bienes materiales, mientras una gran mayoría tiene enormes dificultades para vivir dignamente.
- Opción preferencial por los pobres. Primero, los más vulnerables.
Me parece muy conveniente que todo lo que se haga en la 2030 sea pasado por los principios de la doctrina social de la Iglesia, válida, a mi juicio, para todos, católicos y no católicos.