‘Aux armes, citoyens’

“Formez vos bataillons…”. La marsellesa, ese canto de batalla y libertad, pocas veces mejor ejemplificado que en la escena de Casablanca, cuando se canta contra los nazis en el bar de Rick, resuena con fuerza de nuevo. Europa está batiendo los tambores de guerra, preparándose para un conflicto bélico con la vieja excusa de tratar de evitarlo armándose. Si vis pacem, para bellum. Si quieres la paz, prepárate para la guerra. ¡A las armas, ciudadanos! El rearme europeo es un hecho disperso y dividido e impulsado por el Júpiter tonante que es el emperador Trump, sentado en su trono de oro y tecnología, Nerón de los tiempos digitales.

No soy, se lo voy a confesar de entrada, un gran parti­dario de este ardor guerrero (seguimos con fragmentos de himnos belicosos) tan fragmentado y nacionalista. Puede que haya cosas buenas –es un decir– como la reincorporación del Reino Unido al frente europeo, pero es un disparate no plantear por fin una política de defensa común y un auténtico ejército europeo vinculado a lo que está detrás y a veces no es tan obvio: una industria de defensa propia y autóctona y con capacidad de liderazgo.

16 June 2022, Ukraine, Irpin: (L-R) French President Emmanuel Macron, German Chancellor Olaf Scholz and Italian Prime Minister Mario Draghi visit Irpin. European leaders Scholz, Macron and Draghi arrived in the Ukrainian capital Kiev on Thursday morning on a special train on their first visit since the start of the Russian invasion. Photo: Kay Nietfeld/dpa 16/06/2022 ONLY FOR USE IN SPAIN

  

EUROPA PRESS

Nada de eso se construye en un día, por supuesto. Ni siquiera en una década ni sin grandes inversiones y dificultades. Pero falta, como casi siempre, la voluntad política de no permitir que cada país de este continente se rearme a su forma y manera.

Ahora mismo, la parte del león, con permiso de la Gran Bretaña, se la llevarán franceses –con su force de frappe por fin vindicada– y alemanes, que dejarán de exportar coches para exportar obuses. Y sí, ya lo sé, estoy haciendo una reducción al absurdo chocarrera, pero es que cada vez que Alemania se ha rearmado a lo grande ha sido todo el continente quien ha acabado pagando las consecuencias.

Los voluntarios marselleses que adoptaron el himno de Rouget de Lisle luchaban, en la guerra de la Primera Coalición, contra tropas austriacas y prusianas, de habla alemana, que pretendían acabar con la Revolución o, al menos, dejarla limitada a París y parte de Francia. Y la letra misma pretende que el pueblo se alce en armas contra el invasor teutón. La marsellesa casi cayó en el olvido, pues fue prohibida en varios momentos de la historia, hasta que la guerra franco-prusiana la puso de nuevo de actualidad. Una vez más, el pueblo francés rechazaba al invasor enemigo secular.

En defensa, Europa necesita coordinar una respuesta común, jerarquizada y razonada

Tras las dos guerras mundiales, la reconciliación entre Francia y Alemania ha sido uno de los hechos que han marcado el devenir de estos ochenta años de paz y prosperidad. Y llegamos a creer que el progreso era consustancial a nuestra forma de ver y entender el mundo tras las sangrías y masacres del siglo XX.

Ahora, hemos despertado de golpe de esta larga siesta y, todavía amodorrados, nos conminan a armar nuestro petate y prepararnos para el combate. Cada país, pese a la bandera común de la Unión Europea, lo está haciendo a su manera. Nosotros empezamos a contar como gasto en defensa los palos de las escobas y los mochos, pues, si hay peligro, un español agarra el primer palo que tenga a mano por si acaso. Los italianos sueñan ya con una industria de armamento bella bella, mientras los po­lacos erizan su frontera y hasta los islandeses se plantean la necesidad de tener un ejército, ellos, que habitaban el mayor portaaviones estadounidense del Atlántico Norte…

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Miren ustedes, por si alguien me escucha: se necesita un mando único y una dirección que recoloque a Europa en un mundo que es claramente bipolar. Estados Unidos es ya un rival sistémico, no nos engañemos más, como lo es la alianza entre Rusia y China, evidente por muchos motivos (entre ellos, no es descartable que Trump sea un agente al servicio de Putin, por disparatado que parezca), así que habrá que tratar y comerciar con todos. El dinero es el dinero y el negocio es el negocio.

Pero si se trata de armar a Europa, esta envejecida y perezosa Europa que creyó que no habría más guerras en su suelo, lo perentorio es coordinar una respuesta común, jerarquizada y razonada. Algo deberíamos haber aprendido de la crisis de la pandemia. Y lo primero que hay que rearmar es la conciencia de nuestra unidad. Porque divide y vencerás.

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