Francamente, ver al Barça esta temporada es muy divertido. Hay mucho de videojuego, de consola de última generación, de PlayStation en estado de gracia. Observando el partido desde el sofá, uno no sabía si estaba viendo un decisivo partido de Liga o echando una partida con el mando en las manos. La realización televisiva, con la steady cam, nos mostraba en primer plano los futbolistas, que parecían avatares generados por inteligencia artificial: sin poros, sin titubeos, sin errores de textura.

4-2 en el descanso después de un 0-2 del Real Madrid. Remontada blaugrana en forma del juego del FIFA como si jugáramos en casa, con los amigos chillando, la consola echando humo y la defensa del Real Madrid reencarnada en el tocador de la Señorita Pepis. Un Madrid frágil, caótico y decorativo salvado solo por los mandos del delantero Mbappé (qué barbaridad de futbolista) y el portero Courtois (qué barbaridad de portero), los maquilladores de la tragedia de la temporada. Todo pasaba a una velocidad irreal, el Barça a partir del minuto 19 convirtió el partido en un carrusel digital con camiseta blaugrana.
Ahí los tenemos: un Barça que es futuro pero que ya es presente con acné
Bailaba raramente Travis Scott en el palco como si aún le quedara un poco de sangre en el riego alcohólico. Un palco con la silla vacía de Florentino, que no viajó a Barcelona temeroso de saludar ante la derrota.
Reapareció Mbappé, la gloria deportiva del Madrid que campea por España, metía el 4 a 3 y el barcelonismo pedía la hora. Pero el Barça de PlayStation aguantó los mandos (pese a la embestida arbitral) y acabó el partido con Fort, Balde, Fermin, Lamine, Pedri, Gavi, Fofó, Miliki y Fofito, unos jugadores que deberían estar pidiendo autorización para entrar en las discotecas. Y ahí los tenemos: un equipo que es futuro pero que ya es presente con acné.
Y mientras, este Madrid de cromos ya tenía, a principio de temporada en las vitrinas del museo, toda limpia, la placa de la temporada 2024-2025 con Copa, Liga y Champions como si el fútbol fuera un catálogo. Todo ganado de modo imperial antes de jugar. Pero no. Los blaugrana, ordenados con el joystick de Hansi Flick, ha aprendido a ganar desde la osadía, la intuición y la alegría. Porque si este Barça es un videojuego, está a punto de pasarse la temporada. Nivel experto. Nivel campeón.