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La amnistía llega al Gran Hermano

El artículo del vicedirector

Enric Sierra Vicedirector

La inseguridad es una de las principales preocupaciones ciudadanas porque las cifras de delitos son altas a pesar de que empiezan a estabilizarse. La consellera de Interior de la Generalitat, Núria Parlon, ha podido constatar en sus primeros nueve meses en el cargo que esta preocupación es compartida por los alcaldes después de recorrer unos 20.000 kilómetros, visitar más de 60 ciudades y presidir una junta local de seguridad prácticamente cada semana.

Durante este periplo ha tomado la temperatura del problema y ha recogido las peticiones de los alcaldes que se podrían resumir en dos: más policías y más cámaras de vigilancia. El incremento de agentes está en la cocina y todavía tardará cuatro o cinco años en culminarse. En cambio, colocar cámaras es más sencillo, barato y efectivo. Los Mossos constatan que allí donde se instalan cámaras, se reducen los delitos. Esto ha provocado que se haya corrido la voz entre los Ayuntamientos de la efectividad de este tipo de vigilancia y su instalación es una petición recurrente. Tanto es así que, como anuncia Parlon en la entrevista que publicamos hoy, Interior dará ayudas a los municipios que quieran colocarlas.

Control de las cámaras de seguridad en el aeropuerto de Barcelona

Joan Mateu Parra / Shooting / Colaboradores

Parece que han quedado aparcadas las duras reticencias de algunos sectores sociales y políticos a esta medida de vigilancia. La oposición a las cámaras echaba siempre mano de la comparación con el programa de televisión Gran Hermano , donde unos concursantes convivían bajo la mirada permanente de los objetivos. Nos decían entonces que era intolerable convertir nuestras ciudades en una especie de plató televisivo y rechazaban lo que se llegó a llamar estado policial. 

La población prima mucho más la seguridad que perder una cierta intimidad en la calle

Pero aquella exageración propia de la retórica política ha chocado con la cruda realidad y la población prima mucho más la seguridad que perder una cierta intimidad en la calle. Por eso, reclaman más policías y cámaras porque sostienen que quien teme a un uniforme o a la vigilancia telemática, es porque tiene algo que esconder. Además, en plena efervescencia de la exposición pública que dan las redes sociales, se ha relativizado que haya una cámara más o menos en el espacio público, sobre todo si es por nuestra seguridad y se hace un buen uso policial. Así que el Gran Hermano callejero está amnistiado.