El Partido Popular está en su derecho de creer que el uso de las lenguas catalana, vasca y gallega en Europa es un dispendio enorme que no merece el esfuerzo de que sean reconocidas de forma oficial. También puede buscar como argumento para oponerse las sentencias judiciales que piden que en las aulas de Catalunya se hable un mínimo del 25% en castellano. Siempre se puede encontrar uno u otro pretexto para sacarse de la manga, pero debajo de todas estas excusas, lo que ha trascendido estas últimas semanas es una contumaz campaña de los populares para frenar como fuera la oficialidad de estas lenguas en Europa.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una reunión con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el Palacio de la Moncloa
Sus esfuerzos diplomáticos para contrarrestar los que hacía el Gobierno español para lograr el reconocimiento de estas lenguas dieron ayer sus frutos, aunque se puede concluir que el resultado final fue de combate nulo. En realidad, los Veintisiete se dieron un margen de más semanas para volver a plantearse este debate, pero no rechazaron de plano la iniciativa. La oficialidad de las lenguas sigue en pie y se volverá a plantear en breve.
La lectura que cabe hacerse es hasta qué punto le conviene al PP aparecer como agente emboscado en contra del uso de estas lenguas en Europa. Junts y PNV juraban ayer en arameo en contra de los populares y algunos de sus dirigentes eran partidarios de romper los pocos puentes que aún les unían.
No podemos estar de acuerdo con lo que dijo ayer el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, desde Japón, al considerar que el obstruccionismo del que ha hecho gala el PP en este tema inhabilita a Alberto Núñez Feijóo para ser presidente en un futuro. Esta es una decisión que tomarán los españoles en las urnas. Ahora bien, lo que parece claro es que esta no es la mejor carta de presentación del PP para querer ganar votos en las tres comunidades afectadas, especialmente en Catalunya, muy sensibilizada en la cuestión lingüística. Movilizar al Partido Popular Europeo para frenar el reconocimiento de estas lenguas, que oficializa nuestra Constitución, es otro patinazo en Europa, como el de intentar vetar a la comisaria Teresa Ribera. Es lo que tiene vivir obsesivamente contra Pedro Sánchez.