No me gusta hablar de política y no es por falta de temas. Pero pienso que ser político es difícil en sí y ahora, con la globalización, complicadísimo, pensando que mis problemas vienen mezclados con qué pie se levantará Putin porque como se levante con el pie izquierdo y Trump también, todo lo que decidamos hoy el alcalde de Cuenca y yo puede no tener ningún valor, aunque lo hayamos estudiado bien.
Pero no puedo dejar de referirme a lo que veo y a lo que oigo y a lo que se me ocurre cuando veo lo que veo y cuando oigo lo que oigo.
Tengo la sensación de que al Gobierno central se le ha ido España totalmente de las manos.

El catalán en la Unión Europea, las continuas amenazas de los independentistas, la opa del BBVA; Eurovision; Leire Díez y la UCO; el espantoso tema de la inmigración con muertos cuando ya han llegado y se apelotonan para desembarcar; los menores no acompañados; los problemas de la mujer del presidente, los del hermano del presidente y la ópera en Badajoz; los del fiscal general del Estado; el apagón, Israel, la inteligencia artificial, Koldo, Ábalos y sus frivolidades; quién pagó a Jésica; la brillante idea de Yolanda Díaz asegurando que cuanto menos trabajemos, más felices seremos; menos trabajo, los continuos viajes del presidente que me recuerdan aquello de “yo soy viva, soy activa: me meneo, me paseo; yo trabajo, subo y bajo, no me estoy quieta jamás…” que acababa “tantas idas y venidas; tantas vueltas y revueltas quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna utilidad?”.
Tengo la sensación de que al Gobierno central se le ha ido España totalmente de las manos
Es curioso un fenómeno: todos sonríen. Al pobre Albares le cuesta más, porque parece que en Europa hay 50 lenguas esperando que al catalán le den la luz verde. Los traductores se harán de oro.
España ha ofrecido pagar lo suyo. Animados por Puigdemont, pagaremos también las traducciones al gallego y al euskera. Y en cuanto yo consiga un buen empleo en la Diputación General de Aragón, exigiré la traducción al aragonés, idioma procedente del latín vulgar y reconocido oficialmente en Aragón como lengua propia, junto al castellano.
El clima es agobiante. Para descansar, me voy al África subsahariana y allí me encuentro con las hienas. Animales carroñeros, que emiten un olor desagradable… y que se ríen.
¿De qué se ríe la hiena si es un asco de bicho?
¿De que se ríe el Gobierno con un panorama que también emite un olor desagradable?
Porque esto huele mal.
Muy mal.
Y se ríen.