Siempre me ha hecho gracia el milagro de Caná. Los banquetes de las bodas judías debían de ser inacabables, como va sucediendo con los actuales, que para cuando se acaba el aperitivo y estás dispuesto a irte a casa, empieza el almuerzo o la cena, antes del vals y el baile, con barra libre incluida en el precio hasta las tres de la madrugada.

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz
No sé si entonces había lista de invitados, pero cuando leo que a aquella boda asistieron Jesús y sus discípulos, tengo la sensación de que allí aparecieron 13 personas, con las que no sé si se contaba. Por cierto, María, madre de Jesús, también estaba, pero pienso que ella sí que aparecía en la lista.
Todo el mundo sabe lo que pasó. Unos porque nos lo han enseñado de chavales y otros porque lo han visto en Chosen. Que en pleno banquete el vino se acaba, que María se lo dice a su Hijo y que el Hijo, un poco a regañadientes, hace el milagro, convirtiendo 600 litros de agua en vino muy bueno, tan bueno que el maestresala le dice al novio que, normalmente, los novios sirven el vino bueno al principio y el menos bueno al final, cuando los invitados han bebido tanto que no distinguen el vino de la gaseosa La Casera.
Han pasado los siglos. No conozco a Tomás Postigo, enólogo, que dice que “el vino de Caná tuvo que ser el mejor del mundo, porque fue el que se hizo con más amor”.
El Supremo ha decidido procesar al fiscal general del Estado y los ministros se han puesto muy nerviosos
Allí bastó con el amor, el de María a los novios, queriéndoles evitar el sonrojo. Pero recuerdo lo que decía un amigo mío, que las catedrales se hicieron con fe… y con trigonometría.
Sigo dando saltos y acabo en Madrid. El Supremo ha decidido procesar al fiscal general del Estado. ¡Nunca había ocurrido cosa semejante! Aunque cuando procesaron al gobernador del Banco de España y al director de la Guardia Civil, seguramente fue peor.
Pero los ministros se han puesto muy nerviosos. Óscar López ha dicho que la sentencia es una aurora boreal. Pilar Alegría, baturrica ella, ha dicho que no lo entendía. Óscar Puente, de permiso parental, también ha intervenido. Bolaños, ministro de Justicia, también. Marlaska, prudente, no se ha enterado. Sánchez, desaparecido. Preocupado por los océanos, que están hechos un asco.
Amor, no existe. Pero trigonometría, tampoco. Porque me da la impresión de que hemos entregado el Gobierno de España y la oposición a una cuadrilla que tendría serias dificultades para colocarse profesionalmente y que han encontrado en la política su modus vivendi y el de su familia.