El cerca de medio millón de ciudadanos que usan a diario el servicio de Rodalies, y que padecen en carne propia su interminable rosario de incidencias, así como el conjunto de los catalanes, recibieron ayer una noticia esperanzadora. Representantes del Gobierno central y de la Generalitat anunciaron en Barcelona el acuerdo que debe conducir a la creación de una empresa mixta, encargada de materializar el traspaso integral de este servicio de transporte a la administración catalana. La estructura accionarial del nuevo ente reservará de momento el 50,1% a Renfe Viajeros y el 49,9% a la Generalitat. Pero en el Govern hay el firme convencimiento de que esta organización empresarial permitirá “un mejor servicio, desde la proximidad”. Que así sea.
Se trata, efectivamente, de una muy buena noticia. Sin embargo, no cabe esperar una mejoría súbita del servicio, aunque sí la apertura de una senda de progreso, que ahora debe superar diversos trámites administrativos, y que si todo evoluciona según lo previsto, debería desembocar en la puesta en marcha de la mencionada empresa mixta el 1 de enero del 2026.
Esta lentitud en los plazos es lamentable, pero también comprensible. Partimos de muy atrás. La infradotación de Rodalies es una herida antigua, que lejos de sanar ha ido agravándose y cronificándose. Sus consecuencias son un ritmo de incidencias fuera de control, con afectación laboral, económica y vital para los pasajeros que a diario se montan en el tren sin saber a qué hora y en qué condiciones llegarán a su destino. Esta es la indiscutible realidad. Tampoco conviene olvidar los déficits infraestructurales y de mantenimiento de la red y de los convoyes. Según denunció Sílvia Paneque, consellera de Territori, la pasada primavera estaban fuera de servicio uno de cada cuatro trenes de la flota de Rodalies, un porcentaje extraordinario e inaceptable si tenemos en cuenta que en el sector ferroviario se estima que un 10% ya es excesivo.
La nueva empresa mixta del Estado y la Generalitat debería empezar a operar a principios del 2026
Suele hablarse, al ponderar iniciativas que han alcanzado con creces sus objetivos, de “historias de éxito”. La de Rodalies es exactamente lo contrario: una historia de fracasos encadenados. Esto es así desde hace decenios, durante los que además de incidencias sobre el tendido ferroviario o en las estaciones, se han acumulado fiascos en la escena política, que no ha sabido o no ha querido reformar las bases del servicio ni elegir e implementar una titularidad más competente. La relación de decepciones es larga e incluye numerosos compromisos institucionales incumplidos, pese a las palmarias deficiencias del servicio.
El acuerdo anunciado ayer es muy bienvenido y es fruto del diálogo que se estableció entre ERC y el Gobierno central pasados los años más convulsos del procés . Un diálogo que dos años atrás, con vistas a la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, propició dos compromisos reclamados por los republicanos y aceptados por la otra parte: el logro de una financiación singular para Catalunya y el traspaso del servicio de Rodalies, con el propósito de mejorar una gestión que, como se ha referido, deja muchísimo que desear.
Los términos del acuerdo presentado ayer no son los inicialmente perfilados, puesto que las exigencias de los trabajadores para preservar sus derechos laborales obstaculizaron las concesiones a la Generalitat. Pero lo importante es que se están dando los pasos precisos para sustituir un horizonte marcado por las constantes alteraciones del servicio y el hastío y la desesperación de los usuarios por otro en el que asoma la esperanza. Como decíamos, la transformación de un servicio muy deficitario en uno caracterizado por la regularidad, la fiabilidad y la ausencia de sorpresas desagradables tomará probablemente su tiempo, porque han sido muchos los años de descuido y abandono. Fuentes sindicales han llegado a afirmar que serán precisos unos doce años para subsanar por completo todas las carencias, aunque las primeras mejoras, lógicamente, deberían notarse mucho antes de que pasen tantos años.
En el Govern hay el convencimiento de que la proximidad propiciará una mejora del servicio
Por todo lo dicho, quienes presentaron ayer el acuerdo hablaban de un “hito histórico” que da respuesta, tardía pero ciertamente prometedora, a una demanda por igual “histórica”. No podía ser de otro modo, cuando el clamor ciudadano es tan perceptible y cuando el propio presidente de la Generalitat reconocía, hace apenas dos semanas, que “Rodalies no está funcionando como debe”.