La mujer y el bolso Birkin

De un tiempo a esta parte, me fijo mucho en los bolsos de las mujeres. Dicen mucho de quien lo porta. A mí, sin embargo, un bolso solo no me habla. Me dice más la portadora, pero como está feo soltar piropos –qué cuello de cisne o vaya ojos de embrujo–, prefiero resaltar las virtudes del bolso. Un win-win, como dirían los casposos.

Former owner of the original Birkin bag created by Hermès for Jane Birkin, Catherine C, who does not want to release her family name, from France, reacts after the bag was sold at auction for 7 million euros or $8.2 million, Thursday, July 10, 2025 in Paris. (AP Photo/Michel Euler)

 La anterior propietaria del bolso Birkin, feliz tras la subasta 

AP

He pensado mucho estas noches en el efecto que tendría en mi porvenir la posesión de un bolso Birkin. Tenía incluso un proyecto: exponerlo en el recibidor, dentro de una vitrina, y organizar jornadas de puertas abiertas a fin de que el vecindario y las turistas pudieran hacerse una selfie a cambio de un donativo para mis vicios. Pero llegó el mazazo: unos nipones han desembolsado 8,6 millones por el bolso que perteneció a Jane Birkin, a quien tanto debe mi generación. ¡Adiós crowfunding !

Me maravilla la fascinación femenina por los bolsos y lo poco que los desparraman

Mohíno por la noticia, muy mohíno, me pregunto por qué les gustan tanto los bolsos a las mujeres si acaban transportando más cosas de las que necesitan con el riesgo adicional del desparrame del contenido, cosa que sonroja más que un desnudo integral.

Por nada del mundo me atrevería yo a abrir el bolso de una mujer aunque la curiosidad me mata. Ya imagino que de hacerlo me llevaría más sorpresas que Pedro Sánchez, a saber si agradables o decepcionantes, pintalabios aparte.

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La venta millonaria del Birkin tiene algo de interrogación al destino. No creo que haya muchos hombres que regalen este modelo icónico –¿se dice así?– a menos que estén casados y la hayan hecho gorda, muy gorda. Ignoro si existen falsificaciones de esas que uno enciende el mechero y flambea para ver si es plástico a riesgo de que sea auténtico y la portadora no aguante bromas.

Más allá de un balón de reglamento firmado por Johan Cruyff, no encuentro un objeto del ámbito competencial masculino heterosexual que atraiga tanto como un bolso exclusivo a las mujeres. Y eso que tales bolsos obligan a esmerarse en la combinación de colores, ese campo de minas donde tantos hombres han perecido en citas a ciegas, paseos marítimos y fiestas casual. El día que entienda de bolsos...

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