El curso toca a su fin mañana martes en el Congreso de los Diputados con un pleno extraordinario que permitirá calibrar la estabilidad –y viabilidad– del liderazgo del PSOE al frente de una coalición progresista donde no se puede dar nada por hecho y la estrategia de la oposición, que ya se ve en el umbral del retorno al palacio de la Moncloa. La despedida del curso parlamentario tiene sustancia, ya que el pleno abordará la convalidación de tres decretos leyes, otras tres leyes que provienen del Senado y dos reformas del reglamento del Congreso. Con todo, en este punto conviene recordar que dos proyectos de ley ambiciosos –la reducción de la jornada laboral y la movilidad sostenible– han quedado al margen, en contra del deseo del Gobierno, que se ha visto obligado a posponerlos habida cuenta de que no dispone del imprescindible apoyo de todos sus socios. Una retirada lógica y, al mismo tiempo, preocupante porque pone en evidencia la precariedad con la que gobierna el presidente Pedro Sánchez.
La aritmética electoral de las elecciones legislativas del 23 de julio del 2023 impidió a los dos grandes partidos disponer de márgenes de maniobra holgados. Pese a ganar los comicios, el PP nunca estuvo cerca de formar gobierno, a diferencia del PSOE, que fue capaz de articular una mayoría al precio de negociar continuamente con partidos cuyas estrategias no coinciden necesariamente con las de los socialistas. De ahí el recurso frecuente a decretos leyes y a equilibrios complicados, de negociación farragosa como es el caso de la proyectada reforma laboral, una prioridad para Sumar que, de momento, no piensa respaldar el grupo parlamentarios de Junts. En lo que a decretos respecta, resulta útil recordar que exigen la convalidación parlamentaria en un plazo inferior a los treinta días desde la firma del decreto. Y muy pocos son los que reciben el plácet rápido de los socios de Gobierno, lo que puede transmitir una idea de lentitud y descontento que perjudica especialmente al presidente del Gobierno.
El pleno de mañana medirá el grado de apoyo del que dispone Sánchez por parte de sus socios
Además del paquete de medidas que debatir, el pleno extraordinario de mañana servirá para calibrar el grado de cohesión de los partidos que respaldan al presidente del Gobierno, lógicamente inquietos tras la detención de Santos Cerdán y las posibles revelaciones adicionales de su trama
de corrupción. Desde el poco edificante pleno del 9 de julio, convocado por el presidente para dar explicaciones sobre el caso Koldo y presentar un paquete de medidas contra esta lacra, el Gobierno ha podido cobrar algo de oxígeno gracias a la ausencia de nuevas revelaciones y al escándalo de los tejemanejes de Cristóbal Montoro mientras fue ministro de
Hacienda del PP. Esta suerte de tregua tácita ha permitido reanudar contactos y rebajar la incomodidad de unos socios heterogéneos que tienen muy claro el rechazo a la alternativa PP-Vox, pero que tampoco pueden renovar indefinidamente su apoyo al presidente Sánchez debido al riesgo de que su electorado se desengañe y los perciba como cómplices de encubrimiento de la corrupción.
Por su parte, al Partido Popular le ha estallado el procesamiento de Cristóbal Montoro, dos veces ministro de Hacienda en los gobiernos de José María Aznar y Mariano Rajoy. No estamos ante un dirigente que estaba de paso o carecía de mando en plaza, sobre todo en lo que a exigencia de ejemplaridad fiscal a los españoles se refiere. Ciertamente, Montoro no forma parte del PP de Núñez Feijóo y se ha dado de baja como militante tras conocerse el escándalo, pero supuestos delitos al frente de la administración tributaria merecen alguna explicación
más de su partido y no desentenderse sin más de las acusaciones. No se trata ya del “y tú más”, sino de dar respuesta a la indignación de la sociedad para evitar el colapso del bipartidismo en beneficio de los extremos, entre los que crece la expectativa de voto ultraderechista.
Los respectivos casos de corrupción aconsejan a los dos grandes partidos no sacar mucho pecho
Nadie puede estar satisfecho de que los dos grandes partidos arrastren cargas de peso en lo que a corrupción atañe. Ninguno puede sacar pecho. El pleno dará paso al periodo vacacional de la actividad política y parlamentaria y puede dar pistas sobre el siguiente curso, en el que se verá si el Gobierno de Pedro Sánchez puede seguir aspirando a completar la legislatura –o gran parte de ella–, frente a un PP que ha perdido por el caso Montoro el beneficio de encabezar la lucha contra la corrupción. Sería un alivio que lo que haya de ser ocurra con más sosiego y menos crispación.