Relanzamiento es un concepto muy conocido en la Unión Europea. Desde sus inicios, en 1950, el francés Jean Monnet, su arquitecto ideológico y uno de los padres de Europa, afirmó: “Siempre he pensado que Europa se haría en medio de la crisis y que sería la suma de soluciones dadas a cada crisis”.
La primera Comunidad Europea fue la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), en 1951. Jean Monnet había concebido una idea sencilla y valiente: el carbón y el acero habían sido motivo de guerras entre Francia y Alemania, ¿por qué no administrar estos recursos en común? Francia, Alemania y el resto de los fundadores de la Comunidad Europea (Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo) apoyaron su propuesta, que incluía una gran novedad, consistente en que los estados miembros cederían soberanía en materia de carbón y acero en beneficio de una autoridad común. Esta fue la Alta Autoridad de la CECA, supranacional, instalada en Luxemburgo en 1952. Jean Monnet fue su primer presidente.

Los comienzos de la CECA fueron muy exitosos. Crecían el entusiasmo y la admiración general sobre un innovador proceso de integración europea. Un proceso “por la vía comunitaria”, es decir, a través de la creación consecutiva de comunidades europeas, que deberían conducir finalmente a la unidad política.
No tardaron en nacer propuestas para crear dos nuevas comunidades, también impulsadas por Jean Monnet: una dedicada a la unidad política (Comunidad Política Europea, CPE) y otra a la defensa (Comunidad Europea de Defensa, CED). Cinco estados miembros las aprobaron con rapidez en sus parlamentos, pero en 1954 el Parlamento francés las rechazó.
Los grupos comunista y nacionalista fueron los responsables de ese primer gran fiasco europeísta. El gaullismo temía un rearme alemán, y la URSS era totalmente contraria a la creación de la Comunidad Europea. Este doble rechazo provocó la primera gran crisis de la integración europea “por la vía comunitaria”, de la que se tardó tres años en salir. Fue mediante lo que se conoce como el primer “relanzamiento europeo”.
Crear políticas comunes en asuntos exteriores y defensa puede conducir a la unión política
Jean Monnet, profundamente afectado, dimitió como presidente de la Alta Autoridad “para poder participar con plena libertad de acción y de palabra en la realización de la unidad europea, que debe ser concreta y real”, y fundó el Comité de Acción para los Estados Unidos de Europa. Las ideas de este comité influyeron decisivamente en el primer relanzamiento, que abandonó los ambiciosos objetivos rechazados por Francia, pero abrió nuevas vías a la integración europea.
La conferencia de Mesina (1955) fue la protagonista de este relanzamiento. Allí se reunieron los ministros de Exteriores de los seis miembros de la CECA para discutir el futuro. El objetivo, revitalizar el proceso de integración y explorar nuevos caminos para la cooperación. Los elegidos fueron los ámbitos económico y nuclear. Dos años después se presentaron dos nuevas comunidades europeas, esta vez sí aceptadas por los seis estados miembros. Sus nombres eran Comunidad Económica Europea (CEE) y Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom), en el marco del famoso tratado de Roma (1957). La conferencia de Mesina significó un punto de inflexión en la construcción europea, gracias a la definición de nuevas vías de cooperación.
Desde su creación, la Comunidad Europea ha conocido periodos de europesimismo y de eurooptimismo. Cada crisis importante ha tenido su relanzamiento, cumpliendo lo que profetizó Monnet. La última gran crisis ha sido el rechazo en referéndum, en el 2005, por Francia (otra vez) y los Países Bajos, del proyecto de tratado constitucional de la actual Unión Europea. A partir del 2005, se han ido sucediendo una serie de crisis (gran recesión, crisis del euro, crisis de los refugiados, Brexit, pandemia, guerra de Ucrania, etcétera), de modo que se puede hablar de una permacrisis de veinte años de duración.
Abundan las voces que pronostican una progresiva fragmentación de la UE, incluso su desintegración. Pero también es cierto que las grandes crisis alumbran también grandes oportunidades. La que hoy se le brinda a la UE es diseñar un nuevo relanzamiento europeo, a través de un retorno a los objetivos básicos.
Desde 1954, la UE flojea en materia de unión política, seguridad y acción exterior. La actitud imperial de Trump exige que la UE se convierta en un verdadero actor geopolítico, un actor global, no solo en soft power, sino también en hard power, un tercer polo entre Estados Unidos y China en el marco de un orden mundial multipolar. Para ello es necesaria una nueva conferencia de Mesina en la que se supere la permacrisis 2005-2025 y se abran nuevos canales de integración.
Los hoy más evidentes, necesarios y factibles pasan por la creación de políticas comunes en asuntos exteriores y defensa. El saber convencional dice que sin unión política no se puede tener políticas comunes en exteriores y defensa, pero también se puede argumentar –a la inversa– que ahora es necesario, con urgencia, un relanzamiento basado en asuntos exteriores y en defensa, un hito que está a nuestro alcance, y que paradójicamente puede conducir a la unión política. Volveremos sobre ello.
Treva i Pau colectivo formado por Jordi Alberich, Eugeni Bregolat, Eugeni Gay, Jaume Lanaspa, Carles Losada, Josep Lluís Oller, Alfredo Pastor, Xavier Pomés y Víctor Pou