El presidente de Estados Unidos ha decretado la imposición de nuevos y, en algunos casos, elevados aranceles sobre las importaciones de los productos de casi 70 países con los que no ha llegado todavía a acuerdos comerciales. Pero entrarán en vigor el 7 de agosto, aplazando nuevamente la fecha (ayer) que había anunciado en principio. Ello se suma a los aranceles ya pactados del 15% con la Unión Europea, Japón, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Camboya, Tailandia y Vietnam y del 10% con el Reino Unido. Aunque con correcciones e incertidumbres, todo el proceso consolida una drástica reestructuración del comercio internacional, ya que EE.UU. es la primera economía del planeta y el primer importador de mercancías del mundo.
Donald Trump expresó su satisfacción por haber cumplido su promesa de subir los aranceles a todos los países que venden sus productos a EE.UU. Dijo que eso supondrá un aumento de ingresos de miles de millones de dólares para su país, que protegerá el empleo de miles de trabajadores americanos y que el país volverá a ser grande y respetado. Las bolsas mundiales, sin embargo, no le aplaudieron ayer con subidas. Existe temor de que ese aumento generalizado de aranceles reduzca el comercio mundial, genere menos crecimiento económico y provoque que los ciudadanos de EE.UU. paguen más cara la compra de productos importados y, con ello, se incremente la inflación en ese país.
Ese temor al aumento de la inflación (que actualmente está en el 2,6% en tasa anual) es una de las principales razones por las que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, se resiste a rebajar los tipos de interés, pese a las reiteradas presiones de Trump para que lo haga. Esta semana los ha mantenido entre el 4,25% y el 4,50%, más del doble de los que rigen en Europa.
EE.UU. confirma un aumento de aranceles a todos los países, pero retrasa la aplicación al día 7
Los acuerdos comerciales a los que ha llegado EE.UU. con varios países y con la UE siguen todavía en fase de redacción y de definición de muchos detalles. Respecto a la UE, no se ha hecho pública aún, por ejemplo, la lista de productos que se librarán de los aranceles del 15%, ya que hay previstas algunas excepciones. Entre ellas se encuentran la aviación y sus componentes, ciertos químicos, algunos medicamentos genéricos, partes de los semiconductores, algunos productos agrícolas, recursos naturales o materias primas esenciales. Los vinos y las bebidas alcohólicas, en contra de lo que se esperaba, seguramente quedarán sujetos al arancel del 15%. Otro asunto por cerrar es la situación del acero y el aluminio, que en principio seguirán con unos aranceles del 50%, aunque la UE confía negociar el establecimiento de un sistemas de cuotas.
La intención de Trump es que los aranceles del 15% impuestos a la UE y Japón se generalicen a la mayoría de países, aunque de entrada ha impuesto otros más elevados a algunas naciones por razones muy diferentes, según ha dicho. A Brasil (del 50%), a causa del proceso penal abierto contra el anterior presidente, su aliado Jair Bolsonaro; a Canadá (35%), por no haber cerrado sus fronteras al fentanilo y apuntar que podría reconocer al estado palestino; a India (25%), por comprar petróleo ruso. También a Siria (del 41%), a Suiza (39%) o a Sudáfrica (30%), entre otros. Con China y México, Trump ha anunciado una prórroga de tres meses para seguir negociando.
El republicano afirma que a partir de ahora, después de la subida general y masiva de aranceles, EE.UU será un país más fuerte y respetado. No obstante, quizás se equivoque porque la primera potencia mundial, bajo su mandato, se ha convertido en un socio poco fiable, cuyas decisiones generan una elevada inestabilidad. El ejemplo más claro de esa desconfianza se refleja, precisamente, en la depreciación que registra el dólar con respecto al euro y otras divisas.
El acuerdo comercial con la UE está aún pendiente de redacción y concreción final
Esta depreciación del dólar actúa como un doble arancel monetario, ya que aumenta la competitividad de los productos americanos. Ese es también un objetivo que buscaba Trump. Pero, como hemos dicho, esa depreciación se produce como reflejo a una creciente desconfianza hacia el país por su errática política exterior, por la incertidumbre que genera su política comercial y económica, y por su elevado déficit público. Todo eso hace que los países busquen como refugio monedas de reserva alternativas al dólar, como actualmente es el euro.
Es difícil predecir el impacto final que tendrá el drástico cambio de marco impulsado por Trump en el comercio internacional, habrá que ver como se concreta finalmente. De momento, no es bueno para nadie. Tampoco parece que lo sea para Estados Unidos, en contra de lo que dice Trump. Pero el tiempo dirá.