La belleza del no

La palabra no es tan breve como poderosa. Decir no suele ser sinónimo de rechazar, de ir a contra­corriente, de romper el imaginario colectivo, de hacer trizas lo que otros han construido para nosotros... Por eso, a menudo, nos cuesta pronunciarla.

Sin embargo, el no es la primera palabra que los niños pequeños utilizan para autoafirmarse y marcar límites. Es el inicio de su independencia. Es, en esencia, un acto de libertad temprana. El progreso en la ciencia, la economía o la política nace de atreverse a decir no a tiempo, de desafiar lo establecido.

NEW YORK (United States), 25/07/2025.- People protest nearby United Nations headquarters, calling for food to be let into Gaza since Palestinians are currently experiencing a famine, in New York, New York, USA, 25 July 2025. At least 122 Palestinians, including 83 children, have died of malnutrition in the Gaza Strip, the Palestinian Ministry of Health said on 25 July. (Protestas, Nueva York) EFE/EPA/SARAH YENESEL

  

Sarah Yenesel / Efe / EPA

A veces, significa responsabilidad ante lo que sucede, no quedarse impasible ante lo que consideramos inadmisible, irracional, intolerable... Decir no es decir estamos aquí y podemos decidir por nosotros mismos. Y, a menudo, decir no también puede ser bello.

Decir ‘no’ es sostener la propia libertad frente a la presión del mundo

La historia está llena de noes que transformaron el mundo, y algunos cambiaron el curso de los acontecimientos. Rosa Parks se negó a ceder su asiento en un autobús en 1955 y ese gesto encendió el movimiento por los derechos civiles en EE.UU. En Chile, el plebiscito de 1988 significó un no rotundo a la dictadura de Pinochet y abrió el camino a la democracia. Y, en el 2013, Joseph Ratzinger renunció al papado rompiendo una tradición secular y mostró que la libertad también consiste en dejar ir el poder.

El no puede ser íntimo y revolucionario, tomar forma de resistencia colectiva y recordarnos que la inacción, a veces, es una forma de aceptar lo inaceptable. En el 2017, el movimiento #MeToo supuso clamar un rotundo no al abuso y a la impunidad, se demostró que negar la complicidad es el primer paso para cambiar estructuras enteras de poder.

Lee también

La muerte de la curiosidad

Antoni Gutiérrez-Rubí
Kids with magnifying glasses exploring the nature. Slightly soft.

Cada uno de estos noes –públicos o íntimos, históricos o recientes– nos recuerda que negarse no siempre es destruir. Es sostener la propia libertad frente a la presión del mundo, romper inercias y explorar po­sibilidades que parecían impensables. Decir no puede ser el acto más creativo y valiente: la afirmación de nuestra autonomía, el primer paso para abrir nuevos caminos. Es con el no como se afirma la libertad y la dignidad de un individuo: rechazando y, por tanto, cambiando lo que parecía inmutable.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...