El estrés del ‘Cerrando puertas’

LA VIDA LENTA

Vas un pelín tarde al trabajo. El semáforo está en rojo y ves con horror que el bus acaba de llegar a la parada. Verde. Menos mal. Cruzas la calle a toda prisa para evitar que se te escape, atropellándote con los tacones y el ordenador en el bolso golpeándote la espalda. El conductor, que te ve venir, te espera unos segundos y te recibe con una sonrisa. “Buenos días” te saluda. Y le respondes agradecida. Así da gusto empezar la jornada, con esa amabilidad que nos hace humanos y nos reconforta. El poder de un pequeño gesto, que cuesta mucho menos que cerrar la puerta a los morros del pasajero, avanzar dos milímetros el vehículo y simular que ya no está allí aunque allí permanece, esperando el cambio del semáforo.

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Pasajeros entrando en un bus de Barcelona 

LV

La empatía de unos contrasta con la antipatía de otros, a la que muchas veces se suma falta de profesionalidad. Hace escasos días, mientras el bus todavía permanecía en la parada, la conductora se negó a abrirme la puerta hasta que, ante mis golpecitos insistentes, al final optó por dejarme entrar a regañadientes. “Ya había cerrado”, me gritó. Una pasajera se quejó de la actitud de la chófer y otros me miraron con esa complicidad de los que también han vivido escenas parecidas. Es decir, todos.

En otra ocasión reciente, mientras entraba por la segunda puerta (la que también sirve para bajar y que tanto despista) el conductor la cerró y quedé atrapada entre las dos hojas. No había subido a la estampida, sino que había aplicado aquello de “dejen salir antes de entrar” que ya poco se escucha. Ahora por megafonía suena mucho más “cerrando puertas”, un mensaje que hace correr porque se activa casi siempre mientras la gente todavía baja o sube del bus. A veces, incluso, en el momento en que se abre la puerta, sin tiempo a nada.

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Una vez me armé de valor y le pregunté al autobusero el motivo por el que el mensaje suena a deshora. Me explicó que es automático y que se activa cuando detecta que no hay nadie bajando ni subiendo. Sea esta la causa o no, algo tendremos que revisar porque ir en bus por la ciudad se está convirtiendo en una actividad estresante que la mayoría de pasajeros sufrimos estoicamente. Por este supuesto desajuste técnico y, también, por la actitud de algunos de sus conductores. A los otros, agradecerles su labor.

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