El viernes se estrenó la película Berlinguer: la grande ambizione. En Barcelona solo se puede ver en una sala, con unos horarios que obligan al espectador potencial a hacer contorsiones de agenda. Suele pasar: las grandes producciones acaparan la mayoría de las salas y los cines modestos tienen que racionar el fetichismo anacrónico de los que aún creemos en la magia de la gran pantalla, la comunión silenciosa y toda la pesca.

Enrico Berlinguer, junto a Santiago Carrillo, en un mitin del PSUC en Barcelona
La película explica un momento crucial de la vida de Enrico Berlinguer, secretario general del Partido Comunista Italiano, cuando, presionado por Washington y Moscú, artífices de la guerra fría, intenta pactar con la Democracia Cristiana de Aldo Moro y, contra su propia tradición, propone el famoso Compromiso Histórico y “la vía democrática al socialismo”. También retrata el contraste entre las reuniones de partido y los debates domésticos con sus tres hijos y su mujer. Unos debates más honestos que los que desembocaron en el desenlace de la historia: Aldo Moro asesinado dentro del maletero de un coche.
Al funeral de Enrico Berlinguer asistieron dos millones de personas
Sardo, educado, elegante, de buena familia, y de una resistencia a las reuniones que le valió el atlético mote de culo di fierro, Berlinguer estuvo en Barcelona el 29 de mayo de 1978. En la Monumental, compartió mitin (del PSUC) con Antoni Gutiérrez Díaz, Santiago Carrillo, Gregorio López Raimundo y Dolores Ibárruri. Berlinguer y Carrillo eran fumadores compulsivos y cuando López Raimundo llegó a su casa después de una larga reunión con ambos, me consta que su familia le obligó a dejar la americana en el rellano para evitar una contaminación tóxica de tabaco eurocomunista.
Además de la película estrenada casi clandestinamente, quien quiera disfrutar de un documento de altísima categoría, que busque el documental Prima della fine, gli ultime giorni di Enrico Berlinguer, dirigido por Samuele Rossi. Solo con imágenes de archivo, explica brillantemente la cronología que va desde el momento en el que, en un mitin en Padua, Berlinguer se encuentra mal y entra en coma (hemorragia cerebral) hasta que, unos días más tarde, lo entierran en uno de los funerales –dos millones de asistentes, entre los cuales Fellini, Mastroianni, Vitti o Gorbachov– más emocionantes de la historia de Italia en particular y del comunismo en general.