Inútil ruido

Inútil ruido
Economista y periodista

Una de las piezas más sugerentes de la Tate Modern es la instalación Babel , del artista brasileño Cildo Meireles. Compuesta por centenares de radios de distintas épocas, cada una sintonizando una estación diferente, Babel es una escultura en forma de torre circular, que se alza casi hasta tocar el techo. Para Meireles, es una “torre de la incomprensión”. En una Tate que ha perdido el factor sorpresa de sus inicios, Babel es rabiosamente contemporánea. Vivimos en un mundo en el que el ruido no ceja, noqueados por la doctrina del caos de Donald Trump, que apabulla medios y ciudadanos con tanta información para impedirnos discernir lo importante de lo accesorio.

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Pero Babel también es evocadora de lo que representa hoy el proyecto europeo. Una torre que anhelaba alcanzar los cielos de la paz y el progreso, pero que se está convirtiendo en una cacofonía de voces que la hacen irreconocible, con una Ursula von der Leyen incapaz de asumir el liderazgo político en uno de los momentos más graves de las últimas décadas.

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Mar Jiménez
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Seamos justas. Europa no tiene hoy las condiciones para desplegar su soberanía económica, energética y de defensa, y de aquí la infausta foto escocesa entre Von der Leyen y Trump, o la ausencia europea en Alaska. Pero lo que sí puede hacer Europa es situarse en el lado correcto de la historia. Me refiero a Gaza. Para desespero de tantos europeístas, la vicepresidenta de la Comisión, Teresa Ribera, es la única integrante del Ejecutivo comunitario que se ha atrevido a calificar de genocidio lo que está haciendo Israel. En los círculos de Bruselas su claridad ha sido recibida con sorpresa, pero también con alivio. Porque la pasividad de la Comisión está cuestionando los propios fundamentos de la UE e incomodando cada vez a más funcionarios comunitarios.

Europa podría suspender de forma inmediata el Acuerdo de Asociación con Israel. Sin embargo, la CE, a la espera de que los estados miembros acuerden una posición, prefiere seguir callando. Von der Leyen debería saber que, ante un genocidio, el silencio equivale a complicidad y despoja, día tras día, del liderazgo moral y político que tiene, tenía, el proyecto europeo.

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